Este artículo se publicó hace 2 años.
La visita de Zelenski a EEUU muestra quién maneja las riendas en la guerra de Ucrania
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, cierra este año negro para su país con un golpe de efecto y visita por sorpresa Estados Unidos, su mayor suministrador de armas y su garante de supervivencia.
Madrid-
El primer viaje de Volodímir Zelenski fuera de Ucrania desde que comenzó la guerra hace diez meses deja claro que Estados Unidos lidera el apoyo a Kiev en el exterior y es quién lleva, entre bastidores, las riendas del conflicto, con Europa relegada a segundo plano por el propio líder ucraniano. Las reiteradas peticiones ucranianas de entrada en la Unión Europea se ven superadas por la realpolitik. Zelenski muestra su lealtad a quien realmente manda y es la Casa Blanca la que lleva dictando en Ucrania las políticas occidentales desde la caída de la Unión Soviética.
La visita de Zelenski, organizada directamente desde Washington, ha remachado quién se consolidará como el "hermano mayor" de la Ucrania que surja de las cenizas de la guerra: unos Estados Unidos reforzados económica y militarmente por esta contienda, con unos intereses en Ucrania que no han surgido con el ataque ruso, sino que llevan consolidándose desde hace décadas. La torpeza y agresividad del Kremlin han completado la ecuación trazada entre 1991 y 2014 en Washington y han puesto en bandeja para Estados Unidos un país clave en la seguridad euroasiática como es Ucrania. "Nunca estarán solos", le ha dicho el presidente estadounidense, Joe Biden, a Zelenski en Washington, donde ha sido aclamado como un héroe por una buena mayoría de legisladores en el Congreso.
En su primera intervención "en vivo" ante un Legislativo extranjero, Zelenski ha afirmado que la ayuda con armas y dinero a Ucrania "no es caridad, es una inversión en la seguridad global". Estados Unidos, principal donante de Kiev en esta contienda, seguro que coincide con esta afirmación del líder ucraniano, pues la guerra ha llevado al rearme de Europa, a la fabricación de armas como no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial y a la vuelta a los momentos más calientes de la guerra fría entre Occidente y la Unión Soviética. Y los primeros beneficiarios han sido las empresas armamentísticas, los exportadores de gas, los financieros y los militares estadounidenses.
EE.UU. forja en Ucrania su seguridad global
La "inversión en la seguridad global" que ha prometido Estados Unidos a Ucrania para 2023 sobrepasará los 45.000 millones de dólares. Esta cifra, sumada a los 19.000 millones de dólares ya entregados a Kiev para sostener su maquinaria bélica, es un paso estratégico para Washington, como ha apuntado Zelenski. Con una mínima inversión si se compara con los más de 857.900 millones de dólares del presupuesto de defensa nacional para 2023, Estados Unidos conseguirá debilitar de manera drástica a su principal rival militar en el mundo y lanza al tiempo un aviso de navegantes a eventuales contrincantes como China.
En pocas ocasiones un país había contribuido tanto al enriquecimiento de los mercaderes de las armas, en su mayor parte también estadounidenses, como lo está haciendo en estos momentos Rusia. El presidente Vladímir Putin se dio un tiro en el pie difícilmente justificable cuando invadió Ucrania y más tarde o más
temprano este gesto le costará muy caro. Lo que ha hecho el líder ruso ha sido conseguir lo inimaginable hasta el 24 de febrero: que Europa diese un paso al frente en su unidad defensiva y prácticamente haya declarado la guerra a Moscú. Una guerra "proxy", como se llama a las contiendas por "delegación" o
subsidiarias, en las que los contrincantes dejan que sean otros quienes se maten, pero de facto es entre ellos entre quienes va la confrontación. En este caso, Estados Unidos y la OTAN por una parte, y Rusia por la otra. Los muertos los ponen Ucrania y Rusia.
Zelenski vuelve a casa con la maleta llena de dinero y misiles Patriot
Con este viaje y su aclamación en el Congreso, Zelenski se lleva de Estados Unidos la promesa de una ingente cantidad de ayuda económica. Pero también de armas que pueden dar un giro a la guerra, como los sistemas de misiles Patriot. Tal sistema de intercepción de misiles enemigos es el arma más avanzada de ese tipo del Pentágono, que hasta ahora había puesto muchas objeciones para su envío a Ucrania. Fue el secretario de Estado, Antony Blinken, quien, pocas horas antes de que Zelenski llegara a Washington, anunció un nuevo paquete de 1.850 millones de dólares en ayuda militar inmediata a Ucrania y confirmó la entrega de al menos un sistema Patriot tierra-
aire para su defensa contra los misiles rusos.
Los Patriot (Phased Array Tracking Radar for Intercept on Target) pueden dar un golpe de timón a la contienda, porque su uso, además de blindar los cielos ucranianos, puede abatir objetivos aéreos en territorio ruso. Pero también puede cambiar las cosas, porque la respuesta rusa puede ser terrible en territorio ucraniano. "Es la única forma con la que podemos quitarle al estado terrorista (Rusia) su principal instrumento de terror, esto es, la posibilidad de golpear a nuestras ciudades, a nuestra energía", señaló Zelenski sobre los Patriot en su rueda de prensa en la Casa Blanca junto al presidente Biden.
Patriot versus Satan II
En respuesta a este paso de Washington, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, subrayó este jueves que las nuevas entregas de armas a Kiev conducen a un "agravamiento del conflicto" y a un destino muy negro para Ucrania. La entrega de los sistemas de misiles Patriot no impedirá a Rusia "cumplir sus objetivos" y solo confirma, dijo Peskov, que Estados Unidos "está luchando una
guerra proxy" con Rusia "hasta el último de los ucranianos". El portavoz de Vladímir Putin ha ido más allá y ha acusado a la OTAN de tener sus oficiales sobre el terreno en Ucrania, lo que, de confirmarse, estaría hablando de una implicación directa de la Organización Atlántica en la guerra, no solo ya con armas sino con hombres.
Y como un desmesurado contrapeso ante los Patriot, el Kremlin ha anunciado que pone ya a disposición del Ejército ruso y sus necesidades en el tablero geopolítico mundial, incluida Ucrania, los misiles balísticos intercontinentales Sarmat, probados con éxito en abril pasado. Estos proyectiles, que en la terminología de la OTAN son conocidos como Satan II, tienen un alcance de hasta 18.000 kilómetros y, armados o no con ojivas atómicas, pueden alcanzar
cualquier blanco en Ucrania desde el interior de Rusia. En Ucrania y en cualquier otro país de la OTAN, excepto Estados Unidos.
Los recelos republicanos ante Zelenski y los negocios ucranianos del hijo de Biden
El compromiso que se lleva Zelenski a Kiev de miles de millones de dólares en ayuda económica y militar estadounidense no es, sin embargo, visto con la misma generosidad por todo el espectro político de EE.UU. Son unos cuantos los líderes republicanos que han advertido de que no darán un cheque en blanco a Ucrania cuando son muchas las necesidades en los propios Estados Unidos, internas y externas, con su frontera sur hacia Latinoamérica hirviendo con problemas migratorios y con sus intereses en la región de Asia Pacífico cuestionados por China.
Los republicanos serán mayoría en la Cámara de Representantes del Congreso a partir de enero y podrían poner bastantes objeciones a los miles de millones de dólares prometidos por Biden, de ahí que los demócratas en el poder en Estados Unidos tratarán de hacer lo posible para blindar esa ayuda antes de que las cosas cambien en el Legislativo. Pero no solo. Una de las promesas republicanas es que, cuando sean mayoría en esa Cámara de Representantes, retomarán uno de los asuntos más espinosos para el presidente y que más cerca le tocan: los negocios de su hijo Hunter Biden en diversos países antes de la llegada al poder de su progenitor a la Casa Blanca. Países entre los que se cuentan China o la propia Ucrania.
No son pocas las voces que relacionan el ímpetu dado por Biden a la ayuda bélica a Ucrania y sus presiones sobre Moscú con sus buenas relaciones con los lobbies ucraniano y polaco en el Congreso. Pero las acusaciones hacia Biden se afinan cuando aluden a los presuntos tejemanejes que su hijo Hunter habría urdido en Kiev entre 2014 y 2019 cuando era miembro del consejo de administración de la compañía de hidrocarburos ucraniana Burisma. Es decir, justo después de que en Kiev triunfara, a principios de 2014, la "revolución de la plaza de Maidán", que depuso al entonces presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, demasiado cercano a Moscú, y en cuya gestación tanto tuvieron que ver los tentáculos de la inteligencia y diplomacia estadounidenses. Hunter Biden llegó a la dirección de Burisma justo cuando su padre era vicepresidente de Estados Unidos (2009-2017).
Los republicanos han subrayado la relación entre los negocios de Hunter Biden y la crisis de Ucrania. El anterior presidente estadounidense, Donald Trump, utilizó estas acusaciones contra Biden durante la campaña presidencial de 2020 y ahora sus correligionarios han prometido examinar lo que pueda haber de
cierto en tales denuncias. Algunos representantes republicanos han acusado incluso a Zelenski de corrupción y lazos mafiosos, como Marjorie Taylor Greene o Madison Cawthorn. La política republicana Greene, una recalcitrante partidaria del ex presidente Trump y una de las legisladoras que apuesta por una auditoría sobre las ingentes sumas de dinero entregadas a Ucrania, señaló en un tuit, con ocasión de la visita de Zelenski a Washington, que se debería explicar "por qué son necesarios miles de millones de dólares pagados por los
contribuyentes estadounidenses para el 51 estado" de la Unión, en referencia directa a Ucrania.
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