Este artículo se publicó hace 9 años.
Más de veinte cristianos españoles pretenden enrolarse en las milicias que combaten al Estado Islámico
Uno de los aspirantes a miliciano afirma que esta "dispuesto incluso hasta dejar mi empleo. Lo único que pretendo, si es que eso es posible, es socorrer a los cristianos".
MADRID.- Más de veinte españoles están buscando, movidos por su fe, el modo de enrolarse en las milicias que combaten a Daesh, el grupo yihadista popularmente conocido como Estado islámico, en Siria y en Irak; entre ellos hay varios legionarios. Los interesados en luchar en las filas kurdo-asirias han recabado información a través de Resistencia Cristiana, una página de Facebook dedicada a las unidades militares siriacas de Mesopotamia.
Ese espacio digital fue creado para dar cuenta del devenir de las milicias cristianas que intervienen en el frente y de la lucha que sostienen para defender sus vidas. “En ningún caso hemos alentado la participación en esa guerra”, explica un portavoz de la citada página. La recomendación que ofrecen a quienes se interesan por el conflicto “es que difundan las barbaridades que se están cometiendo contra las minorías cristianas”.
Aun así, “veintitrés españoles, un mexicano y tres argentinos han solicitado información acerca del modo de enrolarse en esa guerra”. Entre estos últimos, había un ciudadano que decía representar a otros nueve ex militares rioplatenses. Al menos un argentino residente en España, el veterano de la Legión francesa Maximiliano Mattioli, han combatido ya en Irak a los yihadistas en las filas de los peshmergas kurdos.
“Ignoramos cuántos de ellos han insistido o desistido de su empeño de luchar en Siria o en Irak tras dirigirse a nosotros. Es difícil saber si la persona que nos aborda responde a un calentón o a una larga reflexión de días. Pero lo cierto es que algunos mostraron un interés reiterado. Nuestra recomendación fue siempre la misma”, añade el gestor de comunidades de Resistencia Cristiana, un español cuyo nombre prefiere mantener en el anonimato. “Lo de menos”, precisa, “es quiénes somos nosotros, dejémoslo en que somos un grupo heterogéneo de personas horrorizadas”.
¿Cuál es el perfil de los interesados en combatir a Daesh? A juzgar por las afirmaciones de algunos de los usuarios que han interactuado con el muro de la página de Facebook, al menos unos pocos de estos supuestos interesados en implicarse en el combate son claramente ultras, antaño vinculados al Ejército español y de forma más específica, a los Tercios.
“Orgulloso de poder combatir algún día a su lado. Que Dios le guarde muchos años”, dejó escrito el 10 de junio el usuario Sergio Prieto, bajo el retrato de Hawro George Malkum, un miliciano asirio de 71 años. Entre los comentarios de otra foto pública de su perfil de Facebook, un amigo le invita a traerle “un trofeo de caza” bajo la imagen de un asirio empuñando un fusil AK, al que el usuario identificado como Prieto llama “tata”.
A tenor también de los comentarios que se deslizan en el muro, existe un número considerable de idealistas cristianos, sinceramente conmovidos por la suerte de las minorías religiosas de Mesopotamia. Están tratando de emular a los más de cien occidentales que ya se han enrolado en las milicias kurdas y, a diferencia, por ejemplo, de los dos españoles de Reconstrucción Comunista que pelean en el batallón de brigadistas de Rojava (Kurdistán occidental o norte de Siria), les alienta tan sólo motivos de tipo religioso.
"Lo único que pretendo es socorrer a los cristianos", afirma un español interesado en viajar al frente
“Ni soy un integrista, ni me interesa la política, ni jamás tuve nada en contra de los musulmanes”, asegura por teléfono a este diario otro español interesado en viajar al frente. Por motivos legales, ha pedido que se mantenga su identidad en el anonimato. “Estoy dispuesto incluso hasta dejar mi empleo. Lo único que pretendo, si es que eso es posible, es socorrer a los cristianos. ¿Qué quiere que le diga? Me aterra la barbarie de la que vienen siendo víctimas. Y eso no me convierte en una especie de reaccionario”, precisa. El aspirante a miliciano, oriundo de Madrid, dice que está actuando con cautela porque teme ser encarcelado a su regreso, si finalmente lo consigue y transciende su presencia en las milicias.
En efecto, el asunto es, cuando menos, espinoso, en vista de sus implicaciones legales.Los voluntarios extranjeros no son, en rigor, mercenarios, dado que no les mueve el ánimo de lucro, ni desean combatir a cambio de una recompensa material. Sin embargo, las legislaciones de Occidente condenan la implicación directa de sus ciudadanos en las guerras de otros países. El caso más reciente acaecido en España fue el de los ocho jóvenes detenidos y puestos en libertad con cargos a finales de febrero de este año tras retornar del frente ucraniano, donde combatieron del lado de las milicias separatistas. Se les acusaba, entre otras cosas, de “delitos de cooperación o complicidad en asesinatos y homicidios” y de “tenencia y depósito de armas y explosivos”. Quienes luchan en las unidades de Daesh deben hacer frente, además, a una pena por integración en un grupo terrorista.
¿Cuál es el camino que han seguido hasta la fecha los poco más de cien occidentales, en su mayoría anglosajones, que han viajado a Siria o Irak para defender a los cristianos? El procedimiento más habitual para enrolarse que siguen estos “brigadistas” empujados por la religión es contactar con las organizaciones asirias en la diáspora, y muy especialmente, con sus oficinas en Australia, Chicago (Estados Unidos), Suecia, Holanda y otros países europeos, donde existen comunidades numerosas de cristianos orientales.
Por razones también legales, ninguna ha creado unidades oficiales de reclutamiento. Lo que sí han pedido abiertamente es apoyo económico para la adquisición de pertrechos y armamentos. Algunas milicias han llegado a adquirir mediante colectas incluso misiles propulsados por cohete, los popularmente conocidos como RPG. “¿Vas a dejar a tus hermanos y hermanas luchar solos? Ayúdanos a crear un lugar seguro para los asiro-siriacos y otras minorías”, rezaba uno de los carteles diseñados por el Consejo Militar Siriaco (ver imagen arriba). A falta de ayuda militar occidental, todas estas unidades se financian mediante las aportaciones de cristianos. Adquieren sus pertrechos militares y armamentos en el boyante mercado militar de Oriente Medio, cuando no a los propios kurdos.
Se ha dado incluso el caso de voluntarios anglosajones que han organizado uncrowdfunding para adquirir su equipamiento militar. 3.936 libras esterlinas lleva recaudadas el británico Alan Duncan. “Ni yo, ni otros voluntarios recibimos dinero alguno por ayudar a los kurdos en la lucha contra Daesh. Así que tenemos que financiarnos nuestro propio equipamiento. Necesitamos dinero para pagar el transporte, los gastos de viaje, binoculares y equipos de visión nocturna e incontables elementos más”, asegura en la web donde ha organizado esta peculiar campaña de micromecenazgo.
Curiosamente, Alan Duncan abandonó las Unidades de Protección Popular (YPJ) creadas por los kurdos de Rojava (Kurdistán occidental, para unos, o norte de Siria, para el resto)tras descubrir que se había unido a un puñado de “malditos rojos” (eso fue lo que, literalmente, dijo, en declaraciones a la agencia AFP). Actualmente, sigue luchando contra los yihadistas, pero junto a los peshmergas iraquíes. Algunos de sus compatriotas se han sumado, asimismo, a las filas cristianas de la milicia Dwekh Nawsha.
Se trata, en todo caso, de un episodio anecdótico que no empaña ni de lejos un hecho que a menudo la prensa occidental pasa por alto al glosar los triunfos en Kobane, Tel Abbyad y otras ciudades: kurdos y asiro-siriacos han cerrado filas contra Daesh, tanto en Siria como en Irak, y han aparcado sus no pocas diferencias y recelos seculares para salvar sus vidas y las de otras minorías como los yazidíes de Sinjar.
“Quien pretenda reducir este conflicto a una especie de lucha entre progresistas y reaccionarios se equivoca”, defiende el antropólogo Ricardo Georges Ibrahim
De hecho, los conflictos bélicos de Irak y Siria han hecho compañeros de viaje imposibles, amén de enrevesadas alianzas coyunturales: milicianos cristianos peleando del lado de los, digamos, “nihilistas”; supuestos terroristas de izquierda (los brigadistas internacionales marxistas procedentes de Anatolia) tácitamente apoyados por la aviación estadounidenses; gobiernos formalmente democráticos (el de Turquía) socorriendo en la trastienda a los “nazi-islamistas” de Daesh y, finalmente, patriotas conservadores de Estados Unidos luchando del lado de los ateos del Partido de Unión Democrática (PYD), una organización política esencialmente anarquista e ideológicamente inspirada por el antaño estalinista PKK de Abdullah Ocalan, hoy devoto seguidor desde la cárcel de Estambul del socialista libertario Murray Bookchin.
“Quien pretenda reducir este conflicto a una especie de lucha entre progresistas y reaccionarios se equivoca”, asegura el asiro-argentino, de nacionalidad española, Ricardo Georges Ibrahim. “Se trata de un conflicto que ha atizado rivalidades interétnicas y religiosas muy complejas. Los cristianos recelan por sistema de los kurdos, porque fueron tribus anatólicas de ese pueblo las que cometieron el genocidio que este año conmemoramos”, precisa el antropólogo.
“Y sin embargo, están luchando de su lado, tanto en Irak, con los peshmergas, como en el norte de Siria, junto a las milicias izquierdistas del YPG y la YPJ. ¿Por qué? Básicamente, por dos razones. Primero, porque su debilidad numérica les obliga a establecer alianzas coyunturales. O dicho de otro modo, son tan pocos que tienen que combatir junto a sus vecinos, sean quienes sean estos. Pero, por otra parte, no es de extrañar que apoyen a un partido que apela a la libertad de creencias religiosas como uno de sus principales pilares ideológicos. En contra de lo que la gente piensa, los cristianos no son un grupo homógeneo”, continúa Georges Ibrahim.
En efecto, al margen de sus diferencias, kurdos y asirios están colaborando incluso en las administraciones autónomas de los cantones del norte de Siria no controlados por Daesh o el Gobierno de Damasco. La vicepresidenta de la administración autónoma de la provincia de Hasake es una cristiana, Shamiran Shimon. La también presidenta de la Unión de Mujeres Siriacas anunció hace unos días que varios centenares de jóvenes cristianas están recibiendo adiestramiento militar para combatir junto a las kurdas del YPG, una de las milicias oficiales del Partido de Unión Democrática kurdo. Naturalmente, sus hermanos de otras formaciones los acusan de colaboracionistas.
Por otra parte, muchos han denunciado ya que la presencia de voluntarios occidentales en la lucha podría atizar aún más la idea de cruzada y reafirmar, de alguna forma, los argumentos de los yihadistas. “No somos estrategas de la geopolítica”, asegura el gestor de la comunidad de Resistencia Cristiana. “Nuestra humilde opinión es que la única forma de hacer frente a Daesh es la solución militar. Eso no significa que apoyemos una implicación occidental directa. Otra cosa distinta sería la presencia de occidentales de alta cualificación militar que viajaran hasta allá, a título individual, y en un número no significativo”, añade.
"Nuestra humilde opinión es que la única forma de hacer frente a Daesh es la solución militar", declara el gestor de Resistencia Cristiana
En su foto de perfil de Facebook, aparece la letra “nun” de nazareno, con la que los islamistas han marcado las casas de cristianos de las zonas que ocupan, un perfecto correlato de la estrella de David amarilla con la que los nazis obligaban a identificarse a los judíos. Como es bien sabido, los yihadistas de Daesh invitaron a los cristianos de Mosul a convertirse, morir o abandonar la ciudad. Todos optaron por lo último y dejaron su patria secular tras perder sus posesiones. Tanto la mencionada ciudad noriraquí como el grueso de las poblaciones cristianas de los Llanos de Nínive siguen bajo el control de Daesh. Hace ahora dos semanas una coalición de tropas liberó varios pueblos cristianos de la ribera del Jabur.
Las milicias asirias que defienden actualmente estos pueblos liberados están esencialmente formadas por aldeanos sin ninguna experiencia militar. El antecedente más directo de todas ellas fue el pequeño ejército de 5.000 hombres que el Movimiento Democrático Asirio (Zawaa o ADM, de acuerdo a sus siglas en inglés) creó en Irak tras la caída del régimen de Sadam. En aquella ocasión, transformaron en cuarteles las comisarías de fedayines abandonadas por el régimen.
Si en algo están de acuerdo casi todas las partes implicadas en la lucha contra los fundamentalistas islámicos, es que es preciso incrementar los esfuerzos militares para plantarles cara en el campo de batalla. El propio clero iraquí ha respaldado el uso de las armas contra la “solución final de los nazi-islamistas” y el salvaje exterminio de las minorías religiosas que habitan en los territorios ocupados. De todos es sabido que si Daesh avanzara, otras minorías religiosas como la drusa, en Siria, o la mandea sufrirían igual suerte.
Eso no significa en ningún caso que los prelados mesopotámicos reclamen la presencia desoldados de Cristo en su territorio. Apelan, como el resto de aliados, a la ayuda de Occidente y entienden que una significativa implicación occidental directa podría resultar incluso contraproducente. "O Estados Unidos y sus aliados nos ayudan a doblar nuestros esfuerzos para derrotar militarmente al Estado Islçamico o, si eso no es posible, tendrán que ayudarnos a rescatar a los 120.000 cristianos exiliados y concederles asilo en Occidente", aseguraba esta semana el arzobispo siriano-católico de Bagdad, Yohanna Mouche.
De momento, entre treinta y cincuenta familias de origen cristiano han llegado ya a España procedentes de Siria, y algunas más de otros países como Egipto, donde existe también una perseguida minoría de creyentes coptos.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.