Ya antes de la guerra, Ucrania había pedido a la UE que entrenase a sus tropas. Pero fue la invasión de Rusia la que ha hecho posible una medida que hasta hace no mucho generaba reservas. Los 27 ministros de Asuntos Exteriores, reunidos el próximo lunes en Luxemburgo, darán luz verde a la primera misión de entrenamiento militar al Ejército ucraniano bajo la bandera europea.

La misión podrá estar operativa a mitad de noviembre y su objetivo es proporcionar entrenamiento a unos 15.000 soldados a lo largo de dos años, según detalles fuentes comunitarias. El objetivo que se marcan en la capital comunitaria es proporcionar un entrenamiento básico, de francotirador o desminado, a unos 12.000 militares y uno especializado a otros 2.800, que serían enseñados en torno a cómo responder a un ataque nuclear o químico.

En cualquier caso, ello no implicará poner botas sobre el terreno, algo que la UE y la OTAN han evitado y descartado desde el 24 de febrero. Todo apunta a que los países donde se desarrollarían estos ejercicios son Alemania y Polonia.

Todavía quedan cabos sueltos que atar en lo referido a quién pagará la factura qué y cuál será la aportación de cada país. La misión podrá estar financiada por el bautizado como Instrumento Europeo para la Paz, un arma que los europeos se han sacado de la manga para financiar el envío de material bélico a Ucrania ajeno al presupuesto convencional. La razón es que los tratados europeos prohíben financiar con dinero europeo el envío de armamento a un país en guerra.

Por ello, esta herramienta está desvinculada del Marco Financiero Plurianual (MFP). De momento cuenta con 2.500 millones de euros, pero el lunes los Veintisiete darán luz verde al sexto tramo por valor de 500 millones. Así, la UE ha invertido desde el inicio de la guerra 3.000 millones de euros en enviar armas a Ucrania. Y a todo ello hay que sumar lo que aportan cada país unilateral y directamente. "En siete meses se ha gastado lo que estaba previsto para siete años", apunta una fuente europea.

El entrenamiento al Ejército de Volodimir Zelenski no es algo nuevo. La OTAN lo viene haciendo desde la invasión de Crimea desde 2014. En los cuarteles generales se congratulan con frecuencia de que ello ha sido crucial para que Kiev resista el embate ruso. Pero tras el estallido de la guerra algunos Estados miembros de la UE ya pusieron en marcha misiones de este tipo. Países Bajos y Alemania trabajan desde hace tiempo en trabajos de adiestramiento sobre desminados. El objetivo es ahora coordinar todos los esfuerzos bajo la bandera de las doce estrellas.

Así, los ministros darán luz verde a la misión tras meses de negociación. Algunos países como Luxemburgo o Austria habían mostrado sus resistencias públicamente alegando la complejidad de coordinación y la dificultad logística de un acontecimiento más simbólico que práctico. Mientras que los 27 países de la UE se han fijado la meta de entrenar a 15.000 soldados, solo el Reino Unido ya hace lo propio con 10.000.

La UE ha desplegado 17 misiones de este tipo en diferentes partes del mundo como Mozambique, Mali y la República Centroafricana, que tienen el objetivo de hacer a sus fuerzas militares más resilientes. Sin embargo, su impacto en todas ellas ha sido limitado.

Especialmente amargo es el caso de la misión en Mali, que fue cancelada en abril tras un aumento de la inestabilidad política y un aumento de la presencia de milicias en el país. Según cifras de Bruselas, son 4.000 los europeos desplegados en estas misiones que van desde África hasta los Balcanes Occidentales u Oriente Próximo. En palabras del propio Borrell, la ucraniana, que será la número 18º, está llamada a ser "la más potente".

Días claves y tensos

Todo ello se produce, además, en medio del punto más peligroso e impredecible de la guerra. La cuestión nuclear dominó la cumbre de Defensa de la OTAN que los 30 ministros de Defensa han celebrado esta semana en Bruselas. La Alianza Atlántica empezará tan pronto como el lunes maniobras de preparación nuclear (que son habituales y anuales) y Rusia hará lo propio en los días venideros. De fondo el escenario de máxima volatilidad. Un paso mal calculado podría dar lugar a una escalada de la guerra en el momento de mayor escalada. En Bruselas, sin embargo, defienden que todos los últimos pasos son necesarios para enviar la señal clara y disuadir a Vladimir Putin de cruzar "líneas rojas".

La UE insiste en que no es parte del conflicto, pero Moscú interpreta su feroz apoyo a Ucrania como una involucración clara. "Lo que estamos haciendo va en línea y coherencia con lo que llevamos haciendo desde el inicio del conflicto: apoyar a Ucrania durante el tiempo que haga falta. No diría que hay preocupación sobre que esta misión de entrenamiento nos acerque más hacia la guerra", apunta una fuente diplomática.

Además de la escalada sobre el terreno, los últimos acontecimientos vienen precedidos por un incremento del choque indirecto que libran la OTAN y la UE con Rusia. Esta semana, Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores, aseguraba que si el Kremlin llevaba a cabo un ataque nuclear, Occidente "aniquilaría" a su Ejército. Mientras que en la Plaza Roja advertían de que una entrada de Ucrania en la OTAN —algo que no se contempla al menos en el corto plazo— desencadenaría la tercera guerra mundial.