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Ucrania conmemora su independencia de la URSS con su ataque al sur de Rusia y su desafío al "viejo" Putin

Zelenski celebra los 33 años de independencia con avances en los territorios rusos, pero pide más ayuda a Occidente antes de que Moscú responda a la ofensiva.

Zelenski durante los actos de conmemoración del 33 aniversario de la independencia de Ucrania.
Zelenski durante los actos de conmemoración del 33 aniversario de la independencia de Ucrania. Sergei Chuzavkov / AFP

Ucrania cumplió este sábado dos años y medio de una guerra que ha cambiado el sistema de seguridad europeo y ha llevado a la OTAN a una confrontación casi directa con Moscú. Kiev también celebró en esta jornada el 33 aniversario de su independencia de la Unión Soviética con un brindis por su alianza con Occidente y un desafío del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a su homólogo ruso, Vladímir Putin, a quien llamó "viejo" al frente de la "organización terrorista número uno del mundo".

Fue la invasión rusa del 24 de febrero de 2022 el desencadenante de este hermanamiento occidental con una Ucrania que era mirada sin mucho interés por la Unión Europea desde 1991, año de la independencia, hasta el extremo de prácticamente asistir en 2014 a la anexión rusa de la península de Crimea, sin apenas aspavientos.

Para conmemorar el aniversario de la independencia ucraniana de la URSS, en aquellos tiempos convulsos para Rusia y el resto de repúblicas soviéticas, Zelenski se desplazó a la región ucraniana de Sumy, fronteriza con el "oblast" de Kursk. Esta región rusa es el escenario de la ofensiva que el Ejército de Kiev lanzó el pasado 6 de agosto y que no tiene visos de remitir.

"Lo que el enemigo trajo a nuestro país ahora ha vuelto a su casa. Y quien quería convertir nuestros territorios en una zona de tapón debería pensar ahora en impedir que su país se convierta en una federación tapón", afirmó Zelenski en el pueblo ucraniano de Mogritsia, a unos cinco kilómetros de la frontera con Rusia.

El "viejo" enfermo de la Plaza Roja

Las alusiones a Putin fueron continuas en su victoriosa alocución. "El viejo enfermo de la Plaza Roja, que amenaza constantemente a todos con un botón rojo, no nos dictará sus líneas rojas. Solo Ucrania y los ucranianos determinarán cómo vivir, qué camino seguir y qué elegir, porque en eso consiste la independencia", afirmó Zelenski.

El líder ucraniano intenta aprovechar el impulso de la audaz ofensiva de su Ejército para recabar más ayuda militar occidental. No se trata tanto de avanzar mucho más en territorio ruso y de propiciar más victorias tácticas, sino de evitar que sus tropas sean barridas o atrapadas en una bolsa si se produce una contraofensiva de Moscú. Si bien parece poco probable que Kiev intente ocupar permanentemente los cerca de 1.200 kilómetros cuadrados conquistados en estas semanas en la región rusa de Kursk, ya ha demostrado los réditos que produce esta táctica de atacar el territorio enemigo más desguarnecido.

Al menos, sirve para que los ucranianos y la opinión pública internacional olviden que en el este siguen los combates, en Donetsk, y que aquí Rusia lleva la iniciativa, con una aldea detrás de otra cayendo ante el avance de sus tropas. El ritmo de esta progresión es lento, pero inexorable, y tal constatación puede haber motivado la arriesgada apuesta ucraniana de entrar en Rusia.

Movimiento de tropas rusas en todo el frente

La caída de Pokrovsk podría ser inminente y ello daría muchas ventajas a los rusos para profundizar más en la parte de Donetsk que aún controlan los ucranianos. También hay avances rusos en Chasiv Yar y en Toretsk, otras localidades clave. Por eso, uno de los objetivos ucranianos con esta ofensiva de Kursk es que Rusia desvíe tropas hacia esta frontera y tal secuencia parece que se está produciendo, al menos en parte. Eso ha ocurrido con el frente abierto en Járkov por Rusia, ahora paralizado, y en la región de Lugansk, en el este, donde los ucranianos han aprovechado para avanzar un par de kilómetros.

Según el estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), el Ejército ruso también ha enviado a Kursk un regimiento que estaba desplegado en la región de Zaporiyia, en el sur, para contrarrestar la ofensiva ucraniana. La cuestión ahora es saber si Ucrania puede hacer lo mismo y desplazar a Kursk suficientes tropas para frenar una eventual contraofensiva y consolidar esa zona tapón en Rusia, tal y como aboga Zelenski.

Kiev militarmente se enfrenta a un problema muy serio: su dificultad para cubrir las bajas de guerra y movilizar nuevos efectivos. De momento la ofensiva de Kursk no está requiriendo grandes movilizaciones de soldados, sino unidades muy rápidas, capaces de acometer una blitzkrieg, una guerra relámpago, sin graves pérdidas.

No obstante, moverse por esa región del sur de Rusia, sobe todo si apenas hay resistencia, es una cosa, y mantener las conquistas y establecer cortafuegos blindados, otra. Para ello sí se necesita un volumen de soldados que Ucrania no tiene en estos momentos.

Carencias rusas de logística y vigilancia

La dificultad para Rusia, a la hora de solventar esta "invasión" ucraniana es que adolece de un sistema logístico y de abastecimiento eficaz en la zona. Ha priorizado los territorios anexionados y el frente bélico, y ha dejado casi desguarnecidas otras zonas, incluso cercanas a la fronteras. A este error, se añade el fracaso del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), que ha sufrido una de sus mayores humillaciones desde que, además del contraespionaje en Rusia, asumió el control fronterizo en 2003.

Las tropas ucranianas protagonistas de la incursión han desbaratado con relativa facilidad los puntos de enlace, carreteras, puentes y nudos ferroviarios que de otra forma habrían permitido a Moscú reponer la logística con la que atender a sus fuerzas atacadas. Cerca de la ciudad de Sudzha, uno de los objetivos de los ucranianos, las fuerzas del Ejército de Kiev destruyeron tres puentes sobre el río Seim. Numerosas unidades rusas quedaron así aisladas y a merced de los efectivos atacantes, mejor armados y con más movilidad.

Necesidad imperiosa de apoyo occidental

En estas circunstancias, Ucrania necesita más que nunca el apoyo occidental, diplomática y militarmente. Más armas y mayor libertad para usarlas en territorio ruso.

Este jueves, tras hablar con Zelenski, el presidente estadounidense, Joe Biden, comprometió otro paquete de ayuda a Ucrania por 125 millones de dólares, con los que las empresas armamentísticas de su país proporcionarán al Ejército ucraniano misiles antiaéreos, equipos de lucha contra drones, proyectiles antitanque y munición en general. Además, Biden anunció nuevas sanciones contra 400 entidades y personas rusas, bielorrusas y de otros países, entre ellos China, por su apoyo directo o indirecto al esfuerzo bélico de Moscú.

EEUU y Ucrania están también dialogando sobre la posibilidad de que Washington autorice finalmente al Ejército ucraniano para utilizar las armas de largo alcance entregadas por el Pentágono para golpear objetivos en el interior de Rusia. Esto permitiría el uso de los sistemas de misiles HIMARS estadounidenses desde Kursk y así dificultar una eventual contraofensiva rusa a gran escala, inutilizando aeródromos y evitando el avance de las tropas del Kremlin.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, no quiso confirmar o negar este viernes los rumores de que en realidad ya se están empleando en Kursk esos sistemas HIMARS, lo que significaría una nueva vuelta de tuerca en la participación real de EEUU en la guerra de Ucrania.

La Casa Blanca se mueve en estos momentos entre la necesidad de apoyar a Ucrania con armamento más adecuado para acciones como la de Kursk y el riesgo de que Rusia tome medidas asimétricas en respuesta a ese nuevo cruce de la línea roja del apoyo occidental a Ucrania. El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se mostró esta semana a favor del levantamiento de las restricciones que pesan sobre el uso de los misiles occidentales para "poner fin al santuario ruso".

Según Borrell, una de las figuras más belicistas de la UE en la confrontación con Rusia, esa luz verde para que los misiles occidentales golpeen territorio ruso permitirá "salvar vidas y reducir la destrucción en Ucrania", así como "avanzar en los esfuerzos de paz". Curiosa comprensión de lo que significan unos esfuerzos de paz.

El presidente polaco, Andrzej Duda, quien participó en la conmemoración en Kiev de la independencia, fue más lejos y reclamó a la OTAN que permita a sus miembros derribar misiles rusos sobre territorio ucraniano. Es el mismo Duda que hace poco más de un mes invitaba a la OTAN a prepararse para una guerra contra Rusia.

La ofensiva de Kursk resta popularidad a Putin

En cualquier caso, las cosas podrían ponerse realmente complicadas para Ucrania si Rusia responde finalmente a la ofensiva de Kursk, de ahí los nervios en Washington y Bruselas para acelerar la llegada de ayuda militar a Kiev. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha perdido mucha popularidad con esta operación ucraniana y podría tomarse este desafío militar como una ofensa personal.

Según un sondeo del Centro de Estudio de la Opinión Pública (Vtsiom), próximo al Kremlin, la imagen de Putin ha sufrido su mayor caída desde el comienzo de la invasión de Ucrania. La encuesta se hizo entre el 12 y el 18 de agosto, y refleja una caída del 3,5% de la aprobación de la gestión del presidente, que pasó del 77,1% de la semana anterior al 73,6%.

La confianza en Putin también mostró un retroceso del 2,6%. No son porcentajes muy grandes, pero para el monolitismo de ese apoyo popular al jefe de Estado ruso sí tienen importancia. Quizá por eso, este sábado el jefe del Kremlin dio un primer paso resolutivo para afrontar la crisis de Kursk. Putin presidió una reunión con el Estado Mayor y la dirección unificada de las agrupaciones militares del Ejército ruso sobre lo que ocurre en esa región atacada por Ucrania. Es posible que en los próximos días, se sepa algo más sobre la respuesta que podría dar Rusia, orientada, según su cúpula militar, a la "destrucción" de los invasores.

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