El régimen sirio no tira la toalla y continúa tratando de acallar las protestas prodemocracia que sobreviven ya a diez semanas de una represión en la que han muerto más de un millar de opositores y miles han sido heridos, detenidos y torturados.

Tropas del Ejército apoyadas por tanques y metralletas sitiaron en la madrugada de ayer las localidades de Rastán y Talbiseh, entre las ciudades de Homs y Hama, en el centro del país, informaron activistas locales. Los soldados abrieron fuego contra los manifestantes y provocaron dos muertos en Rastán y uno en Talbiseh, además de docenas de heridos. Más de una treintena de personas fueron heridas por francotiradores, la mayoría de gravedad, denuncia el grupo opositor Sham.

Este domingo, las fuerzas sirias han matado al menos a 11 personas cerca de Homs, según ha informado el Obervatorio Sirio para los Derechos Humanos, informa Reuters.

La represión de los militares causa dos muertos en Rastán y otro en Talbiseh

Las autoridades han cortado en ambas localidades el agua, la electricidad, la telefonía y la conexión a internet, como hacen habitualmente en las ciudades que cercan.

'No podemos acceder a Rastán, el Ejército no permite entrar a nadie y, en Talbiseh, médicos que se han desplazado a la zona dicen que empezaron a oír disparos de ametralladoras a las tres de la madrugada y no dejaron de escucharlos hasta la tarde', contó a Público Samir, un joven activista que se encuentra en Homs. En esa ciudad 'los soldados están por todas partes, sobre todo en las zonas céntricas de Bab Alsiba y Bab Amro, donde amenazan a la gente para convencerles de que no se manifiesten' , afirmó.

Un testigo en Rastán declaró a la agencia Reuters que 'la clínica principal está llena de heridos, pero no hay forma de transportarlos al hospital porque los tanques están por toda la ciudad y están disparando masivamente'. El brutal ataque, afirmó, 'no es más que pura venganza'.

'Los soldados amenazan a la gente para que no se manifieste'

Esas dos ciudades han protagonizado en los últimos días multitudinarias protestas que exigían la caída del régimen de Bachar al Asad, cuyas tímidas promesas de reformas se han mostrado incapaces de frenar a la marea de personas que exige democracia y libertad. La derogación el pasado abril del estado de emergencia no parece haber tenido ningún efecto, puesto que las agencias de seguridad e inteligencia siguen practicando detenciones, allanamientos y torturas sin ningún control, denuncian grupos defensores de los derechos humanos.

El domingo, las fuerzas del régimen, sin fisuras en su apoyo a Asad, hicieron redadas en varios suburbios de Damasco, donde detuvieron a decenas de opositores. Entre los últimos capturados está el conocido activista Rudi Osman, que se encuentra desaparecido desde el viernes, cuando acudió a una manifestación en el barrio damasquino de Midan.

Las localidades de Duma, Barzeh, Harasta y Dayara fueron ayer algunas de las protagonistas de las protestas, que el viernes pasado (día sagrado musulmán, en el que se multiplican las manifestaciones) llegaron a más de 90 pueblos y ciudades en todo el país.

Por el momento, las autorides sirias han logrado que los opositores no tomen las calles masivamente en las dos principales ciudades, Damasco y Alepo, donde hay desde hace más de dos meses una fuerte presencia policial y militar.

En los últimos días se han extendido las vigilias y manifestaciones por la noche, cuando hay menos fuerzas de seguridad.

Grupos opositores celebrarán el martes una conferencia en la ciudad turca de Anatalia, en la que se espera que participen unas 200 personas que exigirán un cambio político en Siria y el fin de la represión.