Este artículo se publicó hace 16 años.
La socialdemocracia alemana mira al pasado
Con la intención de voto más baja de su historia, el SPD renueva su cúpula con un antiguo presidente que reivindica el legado de Gerhard Schröder y su polémica Agenda 2010
El incombustible Franz Müntefering regresó ayer a la presidencia del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). El 85% de los delegados reunidos en un congreso extraordinario en Berlín votó a este político de 68 años para el puesto.
El congreso también proclamó oficialmente la candidatura a canciller del ministro de Asuntos Exteriores del gabinete de Angela Merkel, Frank-Walter Steinmeier. Con el tándem Müntefering-Steinmeier al frente de SPD, queda inaugurado el año de campaña de cara a las elecciones de septiembre de 2009.
El SPD cumple este mes diez años en el poder, siete en coalición con los verdes y tres con los conservadores de Merkel.
El retorno de Müntefering en este momento es al mismo tiempo una resurrección bienvenida y un desafío. Müntefering ya había sido presidente del SPD entre marzo de 2004 y noviembre de 2005, y después ministro de Trabajo y vicecanciller en la gran coalición de Merkel. Abandonó estos dos últimos cargos en noviembre de 2007 para poder estar junto a su mujer Ankepetra, que murió de cáncer este verano.
En su primera elección como presidente del partido, el 95% de los delegados votó a su favor. Que esta vez hayan sido un 10% menos pone en evidencia los recelos que despierta su figura en el ala izquierda del SPD, donde se le considera un jefe autoritario que no tolera debates críticos sobre la orientación del partido.
Hundido en las encuestas
Con Müntefering ausente del Gobierno y de la cúpula del partido, el SPD se ha pasado el último año devorándose a sí mismo. Las constantes disputas entre el ala izquierda y los reformistas que defienden el legado político del ex canciller Gerhard Schröder han hundido al partido y las encuestas lo reflejan con la intención de voto más baja de su historia, en torno a un 25%.
Con la euforia del congreso de ayer, el partido quiso poner punto final a las disputas y reivindicó el legado de Schröder. "Sin las reformas de Schröder, ahora tendríamos un millón de parados más", aseguró Müntefering.
El guión del congreso de Berlín estuvo pensado como demostración de la unidad necesaria para ganar las próximas elecciones. "Muchos nos habían dado por muertos, pero estamos de vuelta", dijo Müntefering.
Otra función importante del libreto fue la de resaltar la figura de Steinmeier, que ofreció un discurso de una hora y media, el doble de tiempo que Müntefering. El rival de Merkel en las próximas elecciones convenció como figura de liderazgo dinámico y se esforzó asimismo por dar una impresión moderada y abierta.
El reto del nuevo presidente del SPD será conciliar las distintas corrientes del partido, algo que había logrado hasta cierto punto su predecesor, Kurt Beck, que tiró la toalla en septiembre.
Pocos políticos actúan con la consciencia de poder que demuestra Müntefering. "La oposición es una mierda", dijo una vez el presidente socialdemócrata en una de sus frases más famosas. Para mantener ese poder, hay que imponerse. Encajaba mal las críticas a los recortes sociales del Schröder. Y en 2001 amenazó con relegarles a los últimos puestos de las listas electorales a los 19 diputados del SPD que querían votar contra la intervención del Ejército en Macedonia.
La discordia no puede durar eternamente, así que el SPD quiso escenificar ayer la cuadratura del círculo: instalar en su dirección a dos de los principales defensores del legado de Schröder sin llamar por su nombre en ningún momento las controvertidas reformas del ex canciller, la Agenda 2010. Salió bien. Al menos por un día.
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