Sahra Wagenknecht, la musa de la izquierda alemana que bebe del ideario social de la ultraderecha
Comparada con Frida Khalo o Rosa Luxemburgo, centra su discurso en la justicia social y los impuestos a los ricos, pero aboga por políticas restrictivas en materia migratoria y climática.
María G. Zornoza
Bruselas--Actualizado a
La izquierda alemana tiene una nueva musa. Sahra Wagenknecht se posiciona como el rostro carismático y popular, y también el más controvertido, del progresismo germano. La hasta ahora miembro de Die Linke coquetea con la idea de formar una nueva formación. Un escenario que recuerda al emprendido por Yolanda Díaz en España, líder y fundadora de Sumar.
Su pasado político es controvertido; su futuro, incierto. La que muchos han comparado con la propia Frida Khalo o Rosa Luxemburgo centra su discurso en la justicia social y los impuestos a los ricos, pero aboga por políticas más restrictivas con la inmigración y con el cambio climático, donde podría disputar terreno y arañar votos a la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD).
Son muchos los que en Alemania dan por hecho que Wagenkencht dará el paso para escindirse de Die Linke. La gran incógnita es ya el cuándo. Todo apunta a que su primera batalla electoral y toma de temperatura podrían ser las elecciones europeas de junio de 2024. El movimiento llega tras las constantes discrepancias públicas con el partido que lidera Janine Wissler, que afronta su momento más complicado desde su fundación en 2007.
Situación inestable
En las últimas elecciones de 2021, Die Linke estuvo cerca de desaparecer del Bundestag. Las últimas encuestas confirman su mal estado de forma: a día de hoy, se quedarían sin representación parlamentaria. Situación inversa a la que atraviesa AfD, que es ya el segundo partido en intención de voto en la locomotora germana. El partido de extrema derecha ha pasado en seis años de la invisibilidad política a contar con representación parlamentaria, a controlar sus primeras alcaldías y a sorpasar a los socialdemócratas en las últimas encuestas.
En este descalabro de la izquierda alemana, la popularidad de Wagenknecht sube como la espuma. Un sondeo publicado hace unos meses por Der Spielgel revelaba que el 30% de las personas preguntadas se plantearía votar por ella si tomase la decisión. En el este del país, el apoyo ascendía al 49%.
Quién es Sahra Wagenknecht
Nacida en Turingia en 1969, de madre alemana y padre iraní, destaca por su implacable retórica, su imagen cuidada y elegante. Glamurosa, chic o Coco Chanel la han llegado los medios de comunicación. No tiene pelos en la lengua. Algunos la definen como ególatra. Es pragmática.
La trayectoria de la política de 54 años encuentra tintes de similitud con Yolanda Díaz. La gallega jugó durante meses muchas con los rumores de crear su propio partido. Y así nació Sumar, tras desavenencias públicas con el hasta entonces principal partido de izquierdas, Unidas Podemos. Si bien tienen muchos puntos en común en materia de pensiones, impuestos o salarios, los postulados conservadores de Wagenknecht en materia de género, ambiental o migratoria son radicalmente diferentes a los de Díaz.
La alemana es una habitual de las tertulias de televisión. Difunde sus mensajes en su exitoso canal de Youtube, donde suma más de 660.000 suscriptores. Es política, escritora de best sellers y economista. Obsesionada con el discurso económico, defiende que cuestiones como el lenguaje inclusivo o la pedagogía en torno al cambio climático son meras distracciones. Rechaza la autodeterminación de género.
Se ha erigido como la fundadora populista de un movimiento que defiende una política económica de izquierdas con una agenda social conservadora y una esencia nacionalista. Su último libro, The self-righteous, es una crítica directa contra "el estilo de la izquierda" a la que afea haberse convertido en "iliberal" y "mainstream". La responsabiliza de centrarse demasiado en las cuestiones morales y dejar de lado las socieconómicas. El libro fue aplaudido por la derecha y criticado por la izquierda germana, a la que iban destinadas la mayor parte de los reproches.
¿Flirteo con la extrema derecha?
Su discurso es claro: pivota sobre el hecho de que el partido ha descuidado a su electorado. Aboga por la protección de las clases medias y los impuestos a las clases ricas, pero tiene una agenda más controvertida en torno a la postura con Rusia, la mano cerrada con los refugiados y la política climática.
La llamada al voto popular converge con un cambio de guion que han articulado muchos grupos de extrema derecha en Europa. La francesa Marine Le Pen dejó hace tiempo la bandera de protección de las clases altas y privilegiadas para erigirse como la representante de las clases medias.
Una hoja de ruta que también abanderó el Partido de los Finlandeses y que parece seducir al Vox declinado hacia la facción de Jorge Buxadé tras la marcha de Iván Espinosa de los Monteros. El giro del partido que pilota Santiago Abascal bascula desde tendencias más ultraliberales hacia más proteccionistas. Y es en este espectro, en el del voto rural y popular, donde estas fuerzas buscan y compiten por la caza de votos.
En medio de la inflación récord que ha desatado la guerra en Ucrania en Europa, su prioridad es defender la compra de combustibles fósiles rusos para no afectar al bolsillo de los ciudadanos. Uno de los cambios copernicanos que dejó la invasión rusa a su vecino fue el desacople de la UE a la energía rusa, de la que dependía masivamente Alemania a través del controvertido gasoducto Nord Sream I, que se amplió al Nord Stream II.
Durante las últimas décadas ha defendido mantener los lazos y las buenas relaciones con el Kremlin y tras la anexión de Crimea llegó a pedir la disolución de la OTAN y una cercanía a Putin. En paralelo, hace unos años abogaba por la salida de la UE y del euro. A día de hoy defiende frenar el envío de armas a Ucrania y abrir negociaciones de paz con el presidente ruso.
Criticó abiertamente a Angela Merkel por su 'Welcome Refugees'. En 2016, en plena crisis de refugiados en Europa, un activista le estampó una tarta en la cara en protesta por sus comentarios recientes vinculando la inmigración y el terrorismo y responsabilizando a solicitantes de asilo de agresiones sexuales. Unas declaraciones aplaudidas por los líderes de Alternativa de Alemania y que levantaron polvo en las filas de su formación. Su línea antiinmigración es radicalmente opuesta a la defendida por Die Linke, que ha nominado a la capital del Sea Watch, Carola Rackete, para sus listas europeas.
Según la encuesta de Der Spiegel, el conservadurismo de izquierdas que proclama Wagenkencht levanta interés entre el 68% de los votantes de la extrema derecha germana. La revista Compact, xenófoba y altavoz de los postulados AfD, le dedicaba recientemente una portada: "La mejor canciller, una candidata para la derecha y para la izquierda".
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