Madrid
Actualizado:Quien haya visto la serie Succession (HBO) podrá hacerse una idea aproximada de la vida de Rupert Murdoch, el mayor magnate de la comunicación del último medio siglo. Este jueves ha entregado las riendas del poder de su imperio mediático, News Corp, un conglomerado empresarial que agrupa cadenas de televisión, periódicos, revistas, webs, radios, discográficas, productoras y cualquier plataforma que sirva para difundir noticias y también lo que no son noticias. Murdoch se retira a los 92 años, cómo y cuándo ha querido, y mucho más tarde de lo que sus enemigos hubiesen deseado. Ahora le sucederá su hijo Lachlan al frente del grupo mediático más poderoso del planeta.
Su retirada, calculada al milímetro, demuestra que Murdoch es un superviviente nato. Los escándalos a los que ha tenido que hacer frente a lo largo de su dilatada trayectoria habrían acabado con cualquiera hace ya varios lustros. Pero él no es un cualquiera: es el rey de los medios conservadores y de los tabloides más influyentes del mundo y los reyes no abdican así como así.
En los 70 años que ha estado en la brecha, Murdoch ha protagonizado tantas intrigas, escándalos, conspiraciones y operaciones empresariales que Logan Roy, su alter ego en Succession, parece un simple aficionado.
Su carrera profesional empezó cuando tenía poco más de 20 años: en 1952, tras la muerte de su padre, se hizo cargó de News Limited, la empresa familiar. Su padre era propietario de unos pocos periódicos regionales de Australia –su país de nacimiento– y Nueva Zelanda. Desde entonces Rupert Murdoch se dedicó a expandir su imperio hasta convertirse en un auténtico Ciudadano Kane del siglo XXI.
A partir de los años 70 desencadenó un auténtico tsunami de adquisiciones, fusiones y expansiones. The Wall Street Journal, Fox News, The Sun, The Times, The New York Post, National Geographic... Todos acabaron formando parte del imperio Murdoch, convirtiéndolo en una de las personas más ricas e influyentes del planeta.
En los negocios nunca ha hecho prisioneros, va a por todas y con la chequera siempre por delante. Y como buen empresario de la comunicación, sus vínculos con el poder financiero y político son más que estrechos. Tanto es así, que Murdoch es la misma encarnación del poder, capaz de imponer su voluntad a gobiernos y líderes políticos.
Murdoch siempre ha hecho gala de una total falta de escrúpulos, que ha combinado con un instinto depredador y una gran osadía para hacer negocios. Siempre ha sabido lo que quería el público y su estrategia siempre ha sido la misma: hacer dinero con la prensa sensacionalista y amarillista y luego comprar medios más serios o respetables, si se puede decir así.
Tampoco sus medios han mostrado muchos escrúpulos. Hay dos casos paradigmáticos. El primero, las escuchas ilegales a miembros de la familia real británica, cantantes, actores, deportistas, famosos y no tan famosos por parte de uno de sus tabloides, News of the World, que tuvo que cerrar en 2011 tras un escándalo que estuvo a punto de acabar incluso con la carrera del propio magnate y con parte de su negocio. Salir indemne de aquel embrollo fue casi un milagro para Murdoch. Sin embargo, su hijo James, el que desde un principio estaba destinado a ser el heredero, quedó relegado en la carrera por la sucesión.
Más recientemente, Fox News tuvo que llegar en abril a un acuerdo con Dominion Voting Systems por el cual la cadena conservadora pagaría 787,5 millones de dólares (738,7 millones de euros) a la empresa encargada de la venta de máquinas de votación tras acusarla falsamente de manipulación electoral en los comicios de 2020, dando pábulo así a los bulos de Donal Trump sobre las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2020.
Los bulos, las manipulaciones, el espionaje y las llamadas fake news también han estado muy ligadas a la trayectoria de Murdoch, quien como magnate de la comunicación siempre ha seguido una máxima: darle al público lo que quiere y contarle lo que quiere escuchar, sin importar mucho si lo que se cuenta es del todo verdad. Hasta sus propios periódicos publicaron su muerte sin ser verdad.
Por lo que respecta a su vida personal y familiar, la realidad de Murdoch también supera a la ficción de Succession. Más allá del ámbito empresarial, los medios siempre han puesto el foco en su tormentosa vida sentimental: Murdoch acumula más mujeres (cuatro), más divorcios (otros cuatro), más hijos (seis) que Logan Roy y más líos familiares que en la serie de HBO. En el último año su sonado y reciente divorcio de la actriz y modelo Jerry Hall y su relación con una locutora de radio, la conservadora Ann Lesley Smith, le han puesto en todos los titulares.
Pero el principal motor de sus desvelos, según un reciente artículo de Vanity Fair, siempre ha sido la cuestión de su sucesión. El magnate quería que uno de los tres hijos que tuvo con su segunda mujer tomara las riendas del negocio, y a menudo los enfrentaba entre ellos para ver quién era el más capaz. Ni Logan Roy ha llegado a tanto.
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