Este artículo se publicó hace 14 años.
El riesgo de estrés postraumático
En lugar de deprimirse, es posible que los mineros crean más en la solidaridad humana tras esta dura experiencia
Cuando una persona se enfrenta a una situación cotidiana que le supera, necesita activarse para tratar de resolver las demandas de dicha situación. El proceso de activación por el cual comienza a pensar más deprisa, se aceleran sus constantes y se agiliza su conducta se denomina estrés. A esta reacción de estrés estamos habituados, podemos considerarla adaptativa o de gran ayuda, y generalmente tiene como única consecuencia negativa un estado temporal de cansancio o agotamiento, que podemos revertir con el descanso. El riesgo que puede tener el estrés cotidiano es permanecer activado durante mucho tiempo.
Sin embargo, cuando la situación es extraordinaria y pone en riesgo la vida propia o la de otras personas, como ha sucedido en el caso de los 33 mineros de Chile que quedaron atrapados a 700 metros de profundidad, el tipo de reacción es más complejo y las consecuencias pueden ser mucho más graves. En estos casos se trata de una situación traumática, que puede llegar a producir varios trastornos mentales: ataques de pánico, trastorno por estrés agudo (en el primer mes desde el suceso), trastorno por estrés postraumático (posterior al primer mes), trastorno depresivo mayor y trastorno por consumo de sustancias. A su vez, puede provocar también diferentes trastornos de salud física, por ejemplo de tipo respiratorio, cardiovascular, digestivo...
En las situaciones en las que está en juego la vida suele desarrollarse un trastorno de ansiedad
En las situaciones en las que está en juego la supervivencia (atentado, violación, secuestro) suele desarrollarse con frecuencia un trastorno de estrés postraumático. Es un trastorno de ansiedad que sufren las personas que han vivido u observado una situación traumática y que desarrollan después una serie de síntomas sobre reexperimentación de la situación (continuas imágenes y flashbackstan nítidos que hacen sentir que se está reviviendo de nuevo el trauma), activación fisiológica (alta tensión y aceleración de nuestro sistema nervioso autónomo) y evitación (dificultades para volver a afrontar situaciones similares a la vivida).
Un 2,3% de la población de Madrid tenía síntomas compatibles con este diagnóstico un mes después de los atentados del 11-M, según un estudio realizado por nuestro grupo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid; en un grupo de víctimas y familiares o allegados, la cifra se elevaba al 35,9%.
Se trata de uno de los trastornos de ansiedad más graves y a menudo se presenta junto con depresión. Factores como el apoyo social o la edad suelen actuar como amortiguadores de dicha probabilidad.
Los rescatados han vivido el trago en grupo y han tenido apoyo psicológico temprano
¿Qué consecuencias pueden vivir los mineros? No lo sabemos, pero, para intentar predecirlo, debemos analizar los factores de vulnerabilidad y protección que conozcamos.
Los factores de vulnerabilidad colectivos que ha vivido el grupo y que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar algunos de estos problemas son: (1) quedaron enterrados y sin contacto con el exterior; (2) es probable que vivieran situaciones de pánico; (3) han permanecido enterrados unos 69 días, bastante tiempo en malas condiciones; (4) han tenido mucho tiempo para pensar en posibles consecuencias negativas y desesperarse, especialmente antes de que se estableciera contacto con ellos.
Sin embargo, tienen muchos factores que les pueden proteger y disminuir la probabilidad de sufrir consecuencias negativas: (1) se logró contactar con ellos y mantener una comunicación permanente; (2) se les ha prometido desde el primer momento que se iba a hacer todo lo posible por sacarlos con vida; (3) el mundo entero se ha volcado en ayudarlos y han recibido todo tipo de apoyo (informativo, técnico, económico, etc.); (4) han tenido apoyo psicológico temprano, desde que se contactó con ellos; (5) son hombres, lo cual reduce casi a un tercio la probabilidad; (6) estaban en grupo y han mantenido y fortalecido su organización social; (7) son mineros y trabajan encerrados a esa profundidad; (8) desde hace más de dos meses viven principalmente emociones positivas, relacionadas con la esperanza y la solidaridad humana.
En mi opinión, es poco probable que experimenten un trastorno de estrés postraumático. Como mucho, algún caso aislado. Por el contrario, alguno de ellos ya ha prometido volver a la mina y todos creerán más en la solidaridad humana después de este mal trago, justo lo contrario de lo que suele vivir una víctima de trastorno de estrés postraumático, especialmente si ha sido causado por el hombre.
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