Este artículo se publicó hace 13 años.
La revuelta llega a Libia y Gadafi emplea la fuerza
El régimen disuelve una concentración contra el dictador en la ciudad de Bengasi
Se han atrevido. Unas 2.000 personas, según testigos citados por la BBC, gritaron ayer al todopoderoso coronel y férreo dictador de Libia desde hace 42 años: "Gadafi es el enemigo de Alá. El pueblo quiere la caída del régimen". El mismo eslogan con el que los tunecinos y los egipcios acabaron con Ben Alí y Mubarak se corea ahora en las calles de Bengasi, segunda ciudad más importante del país magrebí. Pero Gadafi no está dispuesto a marcharse por las buenas: las fuerzas de seguridad dispersaron con gases lacrimógenos y cañones de agua a los manifestantes. Al menos 38 personas resultaron heridas.
Desde la caída de Zin al Abidin Ben Alí el 14 de enero y la del rais egipcio la semana pasada, los analistas del Magreb y Oriente Próximo coinciden en que no existe país en la región que sea inmune al contagio de la revolución popular. El problema de Libia es que no se sabe casi nada de lo que está pasando dentro del país, excepto gracias a Wikileaks la corrupción endémica y las infiltraciones de bótox de Gadafi, el undécimo peor dirigente del mundo en la lista de la revista Foreign Policy, después de Kim Yong-il (Corea del Norte) o Robert Mugabe (Zimbabue). La censura impidió que saliera fotografía alguna de las protestas, aunque sí se pudo ver en internet unos vídeos de la revuelta.
El director del Centro de Estudios y de Investigación sobre el Mundo Árabe y Mediterráneo de Ginebra (Cermam), Hasni Abidi, es optimista. "No es la primera vez que hay manifestaciones contra Gadafi, pero sí es la primera vez que se pide a gritos que se vaya", analiza en una conversación telefónica. "Lo que acaba de pasar en Bengasi demuestra que es posible gritar contra Gadafi. Y hay que decir bravo' a esos manifestantes, porque no es nada fácil oponerse al régimen".
Todo empezó cuando familiares de presos muertos en 1996 en la cárcel de Abu Salim, en Trípoli, acudieron el martes a la comisaría de Bengasi para exigir la liberación del abogado y coordinador de su movimiento, Fathi Tarbel. El Gobierno cedió y Tarbel fue liberado, pero centenares de personas se concentraron frente a la comisaría y corearon hasta la madrugada de ayer consignas contra el régimen. La televisión oficial sólo mostraba imágenes de partidarios, entre ellos escolares, de Gadafi.
El régimen tiene miedoPara el analista Abidi, el régimen tiene miedo. "La propaganda ensalza cada vez más las obras de Gadafi. Él se ha reunido con los jefes tribales, para asegurarse su respaldo. Esto significa que tiene algo de miedo". El coronel también recibió personalmente a principios de mes a algunos activistas y periodistas considerados de la oposición. Ayer mismo, 110 reos islamistas fueron liberados en Trípoli.
¿El efecto Túnez está llegando a Libia?
"Éramos pesimistas cuando las revueltas llegaron a Egipto. Todo el mundo decía que Mubarak no era Ben Alí, pero cayó", responde Abidi, dando a entender que el próximo dictador en buscarse un palacio en el exilio podría ser Gadafi. No será, sin embargo, fácil. Libia suele ser considerada como la Corea del Norte de África: es un país cerrado se necesita una invitación oficial para visitar el país, los medios de comunicación están bajo férreo control y la Policía Secreta sólo obedece a Gadafi.
Varios activistas han sido detenidos en los últimos días, entre ellos Yamal al Hayi, ex preso político y uno de los impulsores, en Facebook, de las manifestaciones a favor de la democracia en Libia que deben celebrarse hoy. "La jornada de hoy es muy importante, porque, si la revuelta se queda en Bengasi, se dirá que es un caso aislado. Pero si más ciudades se unen, podría ser el principio de algo importante", considera Abidi.
En las protestas de ayer, los libios de Bengasi no denunciaron sus condiciones de vida, como en Túnez y Egipto, sino que empezaron por pedir la caída del régimen.
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