Este artículo se publicó hace 5 años.
La rápida penetración de China en Oriente Próximo disgusta a Washington
En el último lustro ha crecido de forma exponencial. Ya no es solamente la balanza comercial lo que está en lo alto de la lista de prioridades de Pequín. La potencia asiática toca todos los campos de desarrollo e infraestructuras, con inversiones gigantescas que a veces vulneran los intereses globales de Estados Unidos.
Eugenio García Gascón
Jerusalén-
Los ejércitos de Irán, Rusia y China iniciaron el viernes unas insólitas maniobras navales de cuatro días de duración en el océano Índico y en el golfo de Omán, las puertas que conducen al golfo Pérsico, por donde circula la quinta parte del petróleo que se consume en el mundo. Tanto Rusia como China mantienen estrechos vínculos con Teherán, pero también con Arabia Saudí, que no se circunscriben al dominio comercial y energético.
La participación de sus tropas en estos ejercicios confirma de manera diáfana que China no tiene únicamente intereses comerciales en Oriente Próximo, para disgusto de EEUU. Washington ha hecho saber de manera inequívoca en los últimos años a distintos países de la región, incluido Israel, que no ve con buenos ojos la penetración de la superpotencia asiática en países que hasta hace poco giraban en la órbita exclusiva de EEUU.
Un portavoz chino dijo el jueves lacónicamente que las maniobras, que contarán con la participación un destructor de ese país y tres barcos rusos, constituyen un “intercambio militar normal” que “no está relacionado necesariamente con la situación regional”, en una aparente alusión a las duras sanciones impuestas por Estados Unidos una vez el presidente Donald Trump abandonó el acuerdo nuclear con Teherán firmado por Barack Obama en 2015.
En los últimos meses Washington ha advertido repetidamente a Israel que su colaboración con los chinos, especialmente en el puerto de Haifa, que desde 2021 estará gobernado por especialistas chinos, constituye un paso injustificable y peligroso para la seguridad no solo de EEUU sino también de Israel. Los americanos han amenazado con prohibir que los buques de la Sexta Flota fondeen en aguas de ese territorio israelí una vez pase a estar controlado por los chinos.
Israel se encuentra en una situación apurada. Por un lado, la avanzada tecnología china que tiene su buque insignia en el puerto de Shangay es muy apetitosa. La introducción de esa tecnología en Haifa representará un avance y una eficiencia sin precedentes para la administración del puerto israelí, así como una reducción importante del número de trabajadores. Por otra parte, los israelíes son conscientes del aviso de que los chinos utilizarán su presencia con fines de espionaje.
El bloqueo que sufre Siria por parte de EEUU e Israel ha forzado a Damasco a acercarse a China
Pequín desea llevarse bien con todos los países, hasta hace poco con fines mayoritariamente comerciales. Hace solo unas semanas se supo que Siria ha ofrecido a China la participación en grandes proyectos comerciales y de infraestructuras, una propuesta que se está estudiando en Pequín. En este caso, el aislamiento que sufre el gobierno de Damasco, impulsado por EEUU e Israel, ha forzado a los sirios a echar su caña de pescar en aguas del ávido gigante asiático.
Con respecto a Irán, en agosto pasado el ministro de Exteriores Javad Zarif visitó Pequín para presentar un programa de inversiones valorado en 400.000 millones de dólares que suscitó el interés de los chinos. El plan, acorde con la gigantesca iniciativa china conocida como 'Un cinturón, un camino', prevé el desarrollo y la modernización de amplios sectores de la economía y las infraestructuras iraníes para conectar Asia con Europa.
En lo tocante a Irán, este ambicioso proyecto, del que inicialmente informó Petroleum Economist, sin duda habría interesado a los europeos, pero tras la decisión de Trump de abandonar el acuerdo nuclear, los europeos se han quedado desamparados y a dos velas, incapaces de articular una política exterior (o interior) que sea válida para sus propios intereses. Una vez descartados los europeos, los chinos han visto en los proyectos iraníes una oportunidad que no están dispuestos a dejar pasar.
Una expansión con intereses militares
Pero la expansión china, que hasta hace poco era exclusivamente comercial, tiene también colores militares. Pequín planea enviar 5.000 hombres de seguridad a Irán (un personal privado, aunque lógicamente estará de alguna manera relacionado con el ejército chino) que en principio garantizarán la seguridad de los trabajadores chinos pero que en un momento dado podrían detener un hipotético ataque de EEUU y/o Israel en función de los lugares donde se despliegue la fuerza.
China está importando casi un millón de barriles de petróleo iraní al día a precios muy ventajosos, con hasta un 32 por ciento de descuento. Para sortear las sanciones que la administración norteamericana impone a los países que importan petróleo de Irán, los chinos no lo están pagando con dólares sino con monedas de terceros países que tienen en sus reservas.
Según Global Construction Review, China está participando en proyectos de desarrollo relacionados con el petróleo y el gas iraní. Debido al bloqueo impuesto por Trump, los chinos se han convertido en una especie de monopolio a la hora de proveer equipamientos en esos sectores. Además, China construirá nuevos oleoductos y carreteras invirtiendo 120.000 millones de dólares en Irán. Uno de los oleoductos llevará gas a Turquía, un país que también está desafiando las sanciones de Washington.
Si a todo esto se añade la creciente exportación de manufacturas chinas a la totalidad de los países de Oriente Próximo, se obtiene una fotografía de que la penetración estratégica de Pequín en la región va en aumento, para disgusto de Estados Unidos. Máxime si se tiene en cuenta que hace una década las inversiones chinas en la región eran de aproximadamente 1.000 millones de dólares y en la actualidad han crecido de manera exponencial en casi todas las áreas y en prácticamente todos los países.
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