Las políticas de la UE enriquecen a los mismos fabricantes de armas que exacerban la crisis de refugiados
La Unión Europea trata de evadir sus responsabilidades
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El gran negocio que gira en torno a la inmigración se mueve en un círculo cerrado. Con un mercado de seguridad fronteriza en pleno auge en Europa, un puñado de empresas de material militar, de defensa y tecnológico se están convirtiendo en grandes beneficiarias de la crisis de refugiados que afecta a decenas de miles de personas obligadas a huir de sus países por la violencia y el hambre. Y se enriquecen por partida doble: paradójicamente, algunas de estas empresas son, simultáneamente, fabricantes de las armas que se exportan a los países de Oriente Medio y el norte de África de los que escapan los refugiados a causa de las guerras que alimenta ese mismo armamento.
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Los fabricantes de armas reciben primero licencias para vender armas a los países en guerra y después los contratos para blindar fronteras como consecuencia de esos conflictos bélicos
El sector de armamento y seguridad tiene motivos para ser optimista. Las medidas adoptadas por la Unión Europea contra “el problema” de la inmigración se han fundamentado casi por completo en la fortificación de las fronteras exteriores. Sólo entre 2004 y 2020, la UE ha destinado 4.500 millones de euros para este propósito. Asimismo, la principal agencia de control de fronteras, Frontex, ha pasado de un presupuesto de 6,3 millones de euros en 2005 a 238,7 millones en 2016.
La Unión Europea trata de evadir sus responsabilidades
El estudio muestra además cómo este beneficio no es en absoluto pasivo, sino que el lobby militar y de seguridad, a través de influyentes organizaciones como la Organización Europea para la Seguridad EOS (de la que forman parte Thales, Finmeccanica y Airbus), la Asociación Europea de Industrias Aeroespaciales y de Defensa (ASD) y el centro de estudios Friends of Europe, está estrechamente vinculado con las políticas fronterizas que acaba poniendo en marcha la UE. Una de ellas, por ejemplo, es la de transformar Frontex en la Agencia Europea de Guardia Costera y Fronteriza, con más poder en el control.