Este artículo se publicó hace 8 años.
“El PKK no debería considerarse una organización terrorista”
El periodista vetado por EEUU acusa a Turquía de no ser una democracia sino "dictadura de facto" que cierra periódicos y no garantiza la libertad de culto o la de creación de partidos.
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Hace ya casi veinte años que nos presentamos en su casa de Pamplona (Navarra) en vísperas de uno de esos viajes iniciáticos al Kurdistán que cualquier bisoño reportero acostumbra, o debería, realizar. No hacía demasiado que había abandonado la jefatura de Internacional de El Mundo por razones personales y nos resultaba profundamente inspirador su compromiso con las minorías y su templanza; nos fascinaba, sobre todo, la sencillez con la que paseaba sus historias y sus poderosos argumentos humanistas. Si alguien estaba en las antípodas de los narcisistas contertulios omniscientes de las tertulias “just for show”, ese era Manuel Martorell Elizondo (Navarra, 1953), el “periodista de los kurdos”; Manolo, para sus allegados.
En 1991, publicó el primer libro periodístico en castellano sobre ese pueblo (Historia de una resistencia), al que luego seguirían otros, no pocos, de investigación histórica del carlismo y de recuperación de la memoria histórica, como el que dedicó al líder comunista Jesús Monzón. El propio Martorell es descendiente de una respetada estirpe de carlistas.
De alguna manera, el navarro terminó por encarnarse en una rara avis de independencia periodística en un país contaminado por el amarillismo violento de una parte significativa de la prensa; terminó por convertirse en un zelote virtuoso, tímido y pacífico de la verdad sencilla que emana, digamos, de la bonhomía. Y eso, hasta que los norteamericanos decidieron que sus actividades periodísticas eran de naturaleza “terrorista”. El asunto no pasaría de grotesco si no hubiera puesto en jaque su vida y la de su familia. Desde que le vetaron la entrada en los Estados Unidos, hace poco más de un año, no ha parado de pelear. But there's no new from Washington.
Nos conocemos. Y le queremos. Así que necesariamente nos tuteamos. Él está en Navarra y nosotros, en el Kurdistán de Irak.
De modo, que un día solicitas la correspondiente autorización electrónica para pasar unos días de vacaciones en California y tirando de la madeja, terminas por descubrir que eres un terrorista.
Pese a que la respuesta suele ser automática y positiva, mi solicitud tardó varios días y fue negativa. Tuve que solicitar un visado especial. Cuando acudí a la Embajada de EEUU en Madrid, me dijeron que no me lo podían dar porque había un ecuatoriano con mi nombre y dos apellidos que tenía problemas con la Justicia norteamericana. A partir de ese momento me pidieron una exhaustiva información personal, familiar y profesional para aclarar la confusión...
Pero sus aclaraciones no fueron suficientes...
En efecto, les envié toda la información requerida, más que suficiente para demostrar que yo no tenía nada que ver con el ecuatoriano. Tardaron cuatro meses en contestar y me prohibieron de forma definitiva entrar en Estados Unidos porque participaba “en actividades terroristas”. Es decir, que desde el principio, rechazaron el visado sobre la base de esa falsa acusación. La información complementaria que les había enviado descartaba cualquier confusión de identidad...
Me pregunto cuál fue tu reacción y la de tu familia.
Al principio, creímos que era cierto lo de la confusión de identidad porque sabíamos de casos parecidos, pero cuando llegó la respuesta definitiva del Departamento de Estado quedó claro que nos habían engañado. Para mi familia, fue un desastre porque pretendíamos premiar con ese viaje a Violeta, mi hija, por haber superado la ESO con buenas calificaciones. Mi mujer, Margarita Zabala, tuvo que viajar con otro familiar a California, Nevada y Colorado. Lo teníamos todo reservado –hoteles y vuelos-: perdimos más de 4.000 euros.
¿Has sospechado en algún momento que Turquía pudiera estar detrás de ello?
Estoy convencido de que no tiene nada que ver porque he seguido viajando a ese país en los últimos años y no he tenido ningún problema.
Sabemos que el Gobierno español no ha estado a la altura. ¿Has tenido alguna comunicación por su parte, o en el peor de los casos, alguna palabra de aliento?
Después de las protestas de políticos, sindicatos y asociaciones de periodistas, intervino directamente el Ministerio de Asuntos Exteriores poniéndose en contacto con la Embajada. Entonces, me propusieron que volviera a solicitar el visado; se supone que para revisar la situación. Hice lo que me pidieron el pasado mes de diciembre. La entrevista que mantuve con uno de los cónsules de la Embajada fue muy similar a la primera; no me aclaró nada y todavía, después de ocho meses, no he recibido ninguna respuesta.
¿Cuál es tu teoría más plausible acerca de las razones que llevaron a los norteamericanos a tomar semejante decisión?
Todavía no hay una explicación formal sobre los motivos que les llevaron a hablar de mi “participación en actos terroristas” pese a que la he reclamado en numerosas ocasiones y por diferentes vías. Puede ser incluso que sea un estúpido error, pero, partiendo de la base de que no han argumentado su decisión, estoy convencido de que algún agente de sus servicios de información confundió o malinterpretó alguna de mis muchas intervenciones en favor de los derechos del pueblo kurdo. Coincidir en una mesa redonda junto a representantes de organizaciones calificadas como “terroristas” no implica que compartas su forma de pensar o de actuar. De hecho, hace más de 30 años que no muestro simpatía por ninguna formación política, ni española ni extranjera. El verdadero problema de este “error” es que si un agente de la CIA o de cualquier otro servicio de información norteamericano carece de la capacidad intelectual para diferenciar entre un acto de solidaridad con el pueblo kurdo y la militancia en una organización política, ¿a qué otro tipo de conclusiones erróneas con consecuencias mucho más graves puede llegar en sus análisis sobre la situación de Oriente Medio?
Evidentemente, estás haciendo alusión al PKK, un partido fascinante desde el punto de vista periodístico. De un lado, tenemos a los norteamericanos colaborando de facto con las Unidades de Protección Popular (YPG) y el gobierno de Rojava y del otro, censurando a periodistas por sus necesarias relaciones profesionales con una organización incluida entre las bandas terroristas del planeta. ¿Es, en rigor, el PKK una organización terrorista?
Es cierto que, sobre todo al principio, durante los años 80 y a comienzos de los 90, organizaron y ejecutaron actos que pueden considerarse “terroristas”. Dicho esto, entiendo que comparar el PKK con un grupo terrorista es un grave error de interpretación. El Gobierno turco acaba de informar de que en solo un año ha matado a 7.000 guerrilleros de esa organización y, sin embargo, los kurdos siguen atacando a su Ejército, el segundo más numeroso de la OTAN, con una gran preparación y equipamiento, manteniendo combates que duran horas enteras y controlando tramos de carretera en distintas partes del sureste de Turquía. ¿Es eso el modo de actuar de una mera organización terrorista? Al mismo tiempo, se sabe que el PKK tiene unidades que están combatiendo contra el Estado Islámico en varios frentes de Irak y Siria, en algunos casos colaborando estrechamente con la alianza internacional. Si a todo ello añadimos que grupos políticos afines al PKK controlan, sólo en Turquía, más de 2.000 pueblos y ciudades y tienen el tercer grupo parlamentario en la Asamblea Nacional Turca, llegaremos a la conclusión de que el PKK no puede quedar reducido a ser “un grupo terrorista”. Si eso fuera cierto, ¿cómo debiéramos calificar al Estado turco, que ha bombardeado y destruido núcleos enteros de población y ha convertido el Kurdistán en un reino del terror?
La guerra que se libra en Siria está marginalizando cuestiones ideológicas que, en otras circunstancias, hubieran sido más visibles. Se diría que los occidentales consideran a estos "malditos rojos kurdos anarquistas de Rojava" como la mejor de las peores posibilidades... ¿Qué opinión te merece su proyecto político?
El proyecto confederalista de Rojava es una buena fórmula para administrar la escasez de recursos en una situación tan especial como la actual. Los problemas aparecerán cuando tenga que integrarse en el sistema institucional que se decida para Siria y cuando, concluida la guerra, tengan que garantizar unas condiciones económicas que permitan vivir con holgura al conjunto de la población. Con todos sus defectos, puede ser una referencia para el resto del país en tanto que demuestra que es posible establecer un modelo de gobierno que respeta, al menos mínimamente, la diversidad religiosa y étnica. Pero, por encima de todo, creo que la experiencia de Rojava está demostrando que el Estado Islámico puede ser derrotado y que la mayor parte de los sirios están dispuestos a combatir a ese movimiento yihadista.
Las minorías y los partidos que se oponen al proyecto confederalista kurdo siguen denunciando su marginalización...
Una cosa es reconocer que es una importante aportación en la lucha contra el Estado Islámico y una fórmula eficiente para hallar una salida a la grave crisis siria y otra muy distinta considerarlo un modelo de democracia y, menos todavía, una experiencia libertaria. El proyecto confederal de Rojava sólo incorpora a aquellas organizaciones que están en la línea del PYD y del PKK; el resto se tienen que plegar a las directrices de esa organización, que actúa con planteamientos más hegemonistas que democráticos.
¿Se siguen produciendo violaciones de derechos humanos en Rojava?
Quien niegue la violación de los derechos humanos en Rojava está negando la realidad. Las denuncias por detenciones arbitrarias, intimidaciones, clausura de medios de comunicación, cierre de sedes de partidos o agresiones por lucir distintivos políticos son demasiado numerosas como para mirar hacia otra parte.
¿Son, esencialmente, las YPG y el PKK la misma cosa? Imagino que se trata de una cuestión importante que podría afectar, por ejemplo, a la sentencia judicial que se dicte contra los dos jovenes comunistas españoles que combatieron al Daesh en Siria.
No son ni pueden ser la misma cosa porque han nacido en circunstancias geográficas e históricas distintas. Las YPG surgieron como un movimiento de autodefensa en el marco de una guerra civil, la siria, en la que ambos bandos, el régimen de Bachar al Asad y la opositora Coalición Nacional, eran y siguen siendo una amenaza potencial para la población kurda, como se demostró en el intento de genocidio de Kobani. Se trata, por lo tanto, de una defensa legítima de un sector de la población en un escenario bélico. El PKK, por el contrario, nació con el fin de conseguir la independencia del Kurdistán turco a través de la lucha armada. Ambas organizaciones se inspiran en el llamado “apoísmo”, las visiones políticas de Abdulá Ocalán “Apo”, pero también lo hacen otros grupos kurdos de Irak e Irán.
Fijate, Manuel, que ayer pasamos junto a las tres bases militares que establecieron los turcos del lado iraquí. Nunca han respetado la soberanía nacional de sus vecinos. Necesariamente, me pregunto qué les impidió intervenir directamente en Rojava.
Una intervención exterior directa en la guerra siria, aunque sea la de Turquía, era extremadamente compleja, porque esas tropas tenían que enfrentarse a fuerzas muy poderosas. Una vez debilitado el Estado Islámico, la situación ha cambiado, pero Ankara no dispone ahora de libertad de movimientos porque ha cometido el error de enfrentarse a Estados Unidos y a otros países occidentales. Al menos por el momento, EEUU, Francia y Alemania confían más en la efectividad de las YPG y sus aliados que en la colaboración turca para acabar con la amenaza del Estado Islámico.
¿Cuál fue el verdadero detonante de la ruptura del alto el fuego entre Erdogan y el PKK en Turquía y el ulterior baño de sangre? ¿Qué pasó realmente?
Se ha extendido la convicción de que el radical cambio de estrategia de Ankara se debió a la humillante derrota sufrida por Erdogan en las elecciones del 7 de junio de 2015. Esperaba y necesitaba consolidar su proyecto presidencialista con una mayoría parlamentaria suficiente para modificar a su gusto la Constitución, pero la inesperada irrupción del HDP en la Asamblea Nacional Turca frustró sus objetivos políticos. A partir de ese momento, el Gobierno turco reavivó la guerra en el Kurdistán e inició el actual proceso de criminalización del HDP.
El llamado “Erdoganístán” era una dictadura ya de facto y ahora se asemeja a una suerte de satrapía violenta... Erdogan ha perdido la vergüenza.
Turquía siempre ha sido una dictadura de facto, incluso después de que los militares perdieran su influencia. Un modelo político que no garantiza la libertad de culto o de creación de partidos políticos, donde las fuerzas de seguridad tienen carta blanca para practicar la tortura y donde, además, se tolera que el Gobierno cierre periódicos no es, en rigor, una democracia. Sabemos también que han apoyado con dinero y armas a los grupos yihadistas de Siria y que el Ejército turco viene ha perpetrado matanzas de civiles en ciudades como Cizre, Diyarbakir y Nusaybin. Sejemante situación es incompatible con un proceso de negociación para su entrada en la Unión Europea. Es más, si la OTAN fuera consecuente con sus principios fundacionales, debería expulsar a Turquía.
Claro que el marco de las libertades y el estado de la democracia no es mucho mejor en los territorios kurdos del norte de Irak.
Lamentablemente el Kurdistán iraquí está dividido en dos claras zonas de influencia desde hace décadas. Una situada al norte de Arbil bajo control del PDK de Barzani y otra, emplazada al sur de Arbil, bajo el control de la UPK de Talabani. Pese a los intentos realizados para unificar las dos zonas y para desgracia de los kurdos de Irak, esta situación no va a cambiar. Ninguno de los dos partidos responde a los intereses de la sociedad kurda. Esta situación también terminará perjudicando a las estructuras de esos partidos. Al final, sólo saldrán ganando quienes hayan robado más dinero.
La sociedad kurdo-iraquí se ha tornado cada vez más conservadora y aparentemente religiosa. Por aquí se sugiere que ello se debe a la llegada masiva de kurdos de Mosul...
No creo que el éxodo de los kurdos de Mosul haya sido determinante en el avance de las posiciones islamistas radicales, que nunca han tenido en el Kurdistán una importancia tan significativa como durante las dos últimas décadas. Hay que tener en cuenta que, desde que finalizó la primera Guerra del Golfo, la de 1991, en toda la zona han entrado y de forma muy agresiva numerosas organizaciones teóricamente no gubernamentales y dedicadas a la reconstrucción, a la caridad y a la ayuda social con dinero procedente de los emiratos árabes y de la monarquía saudí. Este fenómeno se vio de forma muy clara cuando, en pequeñas aldeas, que nunca habían tenido mezquitas, y en donde se utilizaba una pequeña casita para la oración, prácticamente indistinguible de las demás, comenzaron a levantarse hermosas mezquitas blanquiverdes, con altos minaretes que se erigían de forma dominante sobre un paisaje humano formado por pequeñas viviendas cúbicas. Junto a las mezquitas llegaron las escuelas coránicas, los centros de estudio superior, las clínicas y hasta los equipos de fútbol.
Salvo raras excepciones, apenas se levantan voces en Irak en favor de la secularización del estado Ni siquiera los kurdos iraquíes han sido capaces de aprobar una constitución completamente ajena a la Sharia, la Ley Islámica.
Hay muchos kurdos, sobre todo mujeres, contrarios a ello pero resulta indudable que el 90 por ciento de la población es, sobre el papel, musulmana y que el Islam, con sus numerosas y distintas interpretaciones, sigue siendo un elemento fundamental en la sociedad kurda, sobre todo en las zonas rurales. En mi opinión, los partidos kurdos, aceptan esta intromisión religiosa en el sistema constitucional de forma preventiva, para evitar que los movimientos islamistas sigan avanzando a su costa como, de hecho, viene ya ocurriendo desde hace dos décadas.
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