Este artículo se publicó hace 2 años.
El Partido Comunista Chino abre su congreso lastrado por la crisis y los recelos ante el personalismo de Xi Jinping
Salvo un cataclismo político, el presidente Xi Jinping preservará su puesto de gran timonel de China por tercer mandato consecutivo, aclamado formalmente por el Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, que comienza este domingo.
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China inaugura el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de este país con la apuesta de mantener la mano firme de Xi Jinping en las riendas del gigante asiático, pero con la incertidumbre de una situación económica muy complicada, las críticas crecientes contra el poder sin límites del presidente chino, la frustración por los confinamientos de la población y las presiones de Estados Unidos para reducir el creciente influjo de Pekín en el mundo.
La economía china está en jaque debido al fuerte endeudamiento, la inestabilidad financiera, la crisis de los hidrocarburos por la guerra de Ucrania, el colapso en el sector inmobiliario -que ha llevado a muchos chinos a dejar de pagar sus hipotecas-, la sequía, las caídas en las ventas tecnológicas y los daños irreparables en la industria y el comercio causados por los encierros forzados en el marco de la política covid cero, auspiciada por el propio Xi Jinping.
Si hace menos de un año se veía este Congreso como un esperado pistoletazo para inaugurar un cambio de época en la China del siglo XXI, la era del rejuvenecimiento del país, ahora hay demasiado lastre para ver despejado el camino hacia este objetivo.
Solventar los graves problemas de China, una tarea ingente
Pese a las perspectivas a la baja, este Congreso Nacional, la máxima institución de poder de un órgano que rige los destinos de 1.400 millones de personas, es contemplado en China con expectación y se espera que el nuevo Comité Central del PCCh plantee propuestas concretas que permitan sortear la crisis derivada de la guerra de Ucrania y la caída de las previsiones de crecimiento.
Entre sus muchas tareas, el Congreso Nacional del PCCh debe examinar desde las políticas macroeconómicas del país hasta la microeconomía o el precio de los alimentos. Aunque no se esperan decisiones que afecten a Xi, las oscilaciones que el confinamiento ha supuesto para el nivel de vida de los chinos podrían ser observadas con lupa en alguno de los comités del Congreso.
Xi centralizará de nuevo todo el poder
En todo caso, no se esperan sorpresas en cuanto al liderazgo del partido y, por tanto, del país. Xi Jinping recibirá el espaldarazo como secretario general de la formación para los próximos cinco años, rompiendo la norma seguida hasta ahora de limitar a dos mandatos la permanencia en el poder. Xi mantendrá además la Jefatura del Estado y la Presidencia de la Comisión Militar Central, es decir, ocupará el mando supremo del Ejército Popular de Liberación, las Fuerzas Armadas chinas.
El Congreso Nacional del PCCh se reúne cada lustro. El anterior cónclave se celebró en octubre de 2017. Los 2.296 delegados del PCCh que acuden a esta nueva convocatoria han sido elegidos por los 96 millones de miembros del partido. Entre ellos hay 610 delegadas y 264 delegados de cuarenta minorías étnicas.
No todo está cantado en el Congreso del PCCh. Queda por determinar quiénes integrarán el Comité Permanente del Politburó del Partido y quién será el próximo primer ministro chino. El actual jefe de Gobierno, Li Keqiang, ya ha indicado que no seguirá en ese puesto, a pesar de sus relativos éxitos a la hora de impedir un mayor caos en la economía.
El Banco Mundial ha lanzado un varapalo contra la economía china al señalar que en 2022 apenas crecerá un 2,8%, muy por debajo del objetivo contemplado por el Gobierno y que situó ese crecimiento para este año en un 5,5%.
¿Mantener el enclaustramiento internacional o iniciar la apertura?
Ahora queda por ver la dirección que Xi y su nuevo equipo quieren dar a China: si redundarán en el cierre del país o apostarán por la apertura en unos momentos de inestabilidad exterior debido a los posicionamientos internacionales en torno a la guerra de Ucrania. China considera a Rusia un aliado necesario ante la hostilidad creciente de Estados Unidos en el Asia Pacífico, y por el suministro de combustibles a precios convenientes.
Pero la invasión de Ucrania llevada a cabo por Rusia ha ocasionado muchos daños al comercio internacional y a las economías europeas, importantes clientes de China. La guerra también ha disparado los precios del gas y el petróleo, y ha colocado a China en una situación muy incómoda por no condenar directamente la invasión. Si al principio se veía a China como un mediador posible en el conflicto, Pekín se ha ido apartando de esa posibilidad, presionado también por quienes están interesados en el desgaste de Rusia en Ucrania, es decir, Estados Unidos, la némesis de China en el Índico y la cuenca del Pacífico.
La tensión con Washington en torno a Taiwán, cuando en cualquier momento la crisis de Ucrania se puede desbordar, es otro elemento de preocupación que será examinado en el Congreso Nacional del PCCh. Estados Unidos se ha posicionado abiertamente al lado de la isla que China reclama como parte indivisible de su territorio, ha enviado a delegaciones de alto nivel político a Taipéi que Pekín ha condenado como injerencias y ha prometido ayuda militar al Gobierno taiwanés si el Ejército chino decidiera unir ambos territorios por la fuerza.
Además, este Congreso se reúne después de que en junio pasado la Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid se alineara con las posiciones de Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico contrarias a China y considerara a Pekín como un desafío para la estabilidad y la economía mundiales, solo por debajo de Rusia en cuanto a riesgo para la Organización Atlántica.
¿El fin de los confinamientos y la política covid cero?
Se espera que Xi haga algún anuncio sobre su política de contención de la pandemia de la covid-19. Esa estrategia ha trastocado durante casi tres años la vida de los chinos, sometiéndolos a más censura, controles, vigilancia y a una reducción brutal de su calidad de vida. La falta de libertad de movimiento ha disparado el descontento, sobre todo entre los jóvenes, agotados además por el desempleo juvenil, cuya tasa roza el 20%.
De momento, apenas ha disminuido la dureza de las medidas destinadas a atajar la pandemia del coronavirus, a pesar de que el confinamiento de millones de personas ha golpeado duramente a la economía y causado ese creciente malestar entre la población, que para bien y también para mal considera a Xi el último responsable de esta estrategia de covid cero. El aislacionismo internacional que ha deparado esta política ha sido acompañada de un exacerbado nacionalismo interior que ha recordado los experimentos sociales y económicos de la década de los años setenta del siglo pasado, destinados a erradicar cualquier atisbo de protesta en la población.
Pero ya no estamos en los años setenta ni en la Revolución Cultural, que dejó millones de muertos en todo el país e impuso un muro de silencio en regiones enteras. A pesar del celo del Gobierno para controlar Internet, los chinos, especialmente los jóvenes, han aprendido a burlarlo y a organizar acciones de protesta que pasan desapercibidas en otras partes del país y, por supuesto, en el extranjero.
Crecen las críticas y protestas en la calle
Una de estas protestas tuvo lugar el jueves en la capital china. Empezaron a circular fotografías en Twitter de dos pancartas colgadas sobre un paso elevado de una importante autovía en el noroeste de Pekín. El texto de las pancartas criticaba la política de covid cero y la deriva autoritaria del presidente chino.
"Di no a las pruebas de covid, sí a la comida. No al encierro, sí a la libertad. No a la mentira, sí a la dignidad. No a la Revolución Cultural, sí a la reforma. No al gran líder, sí al voto. No seas un esclavo, sé un ciudadano", indicaba una de las pancartas.
La otra era más dura si cabe: "¡Acude a la huelga, quita al dictador y traidor de la nación, Xi Jinping!". Las fotografías y vídeos colgados mostraban también columnas de humo saliendo del puente, para atraer la atención a ese punto, y una grabación con los lemas de protesta reproducidos por altavoz, según indicó el canal de televisión estadounidense CNN. En los medios sociales chinos inmediatamente se censuraron todas las informaciones al respecto.
Contra la covid, la reducción de los derechos de la población
El cierre sanitario ha permitido controlar la expansión de la pandemia, pero, además de vapulear la economía, ha llevado también al aislamiento social, no solo del país en el mundo, sino de la propia población por regiones, ciudades e incluso barrios y bloques de viviendas. Los chinos necesitan permisos para poder desplazarse y han de contar aún con los códigos QR otorgados por las continuadas e interminables pruebas PCR para poder acceder a tiendas y otros lugares públicos.
Durante meses muchos chinos vieron limitado su acceso a la asistencia sanitaria e incluso tuvieron dificultades para conseguir comida y bienes básicos, incluso en ciudades señeras de la modernización china como Shanghái. Todas las protestas que hubo fueron acalladas por la fuerza. La organización Human Rights Watch ha denunciado los daños causados en los derechos humanos por estas medidas y ha calificado de "lesiva" la política covid cero de Xi Jinping.
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