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El papel de España en la OTAN en el 40º aniversario de su adhesión
Este lunes 30 de mayo se cumplen 40 años del ingreso de España en la Alianza Atlántica. Una entrada polémica que se produjo pese a que la mayoría de la población española de entonces estaba en contra de la organización militar.
Madrid-
Este lunes 30 de mayo se cumplen 40 años del ingreso de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El Gobierno de la UCD dirigido entonces por Leopoldo Calvo Sotelo había firmado la adhesión unos meses antes, el 10 de diciembre de 1981. España se convirtió así en el decimosexto miembro de la organización. Aquel ingreso tuvo su buena dosis de polémica: la mayoría de la población española estaba en contra de la OTAN, percibida entonces por los ciudadanos como una organización al servicio del imperialismo de Estados Unidos. De hecho, un sondeo publicado por El País a finales de 1981 recogía que sólo un 18% de la población española estaba a favor de entrar, mientras que el 52% se declaraba abiertamente en contra y el 30% no sabía o no contestaba.
La derecha aplaudió a rabiar la entrada en la organización militar mientras que la izquierda se movió entre la negativa rotunda del Partido Comunista de España (PCE) y la ambigüedad del PSOE, que se se sacó de la manga un slogan que le venía al pelo: OTAN, de entrada no. De hecho, una de las propuestas estrella de Felipe Gonzalez, líder del PSOE en aquellos tiempos, fue la celebración de un referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN.
A González le costó cumplir su promesa: remoloneó durante cuatro años y convocó el referéndum a regañadientes el 12 marzo de 1986, miércoles y día laboral, casi al final de la legislatura. España ya llevaba cuatro años en la OTAN. Sin embargo, ni González ni el PSOE eran ya los mismos: en menos de cinco años el líder socialista pasó de abogar por el abandono de la Alianza a defenderla fervientemente, llegando incluso a amenazar con abandonar el Gobierno: "El que quiera votar que no, que piense antes qué fuerza política gestionará ese voto".
Hubo polémica desde el principio pues la pregunta del referéndum fue considerada tendenciosa por algunos. El Gobierno de González no dejó al azar su redacción, que no incluía la palabra OTAN por ninguna parte: "¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?", fue la pregunta.
"La pregunta fue testada en grupos de discusión durante mucho tiempo para lograr el máximo de síes en una población que se sabía que era refractaria, proclive a salir de la OTAN", explicó Víctor Sampedro, catedrático de Opinión Pública en la Universidad Rey Juan Carlos a Público en 2016.
El Sí a la OTAN ganó con un 56,85% frente al 43,15% que votó que No. Pero ese Sí del pueblo español se otorgó bajo tres condiciones muy concretas: la no incorporación de España a la estructura militar; la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares y la reducción de las bases militares norteamericanas en España instaladas tras los Pactos de Madrid de 1953. En principio, España estaba llamada a tener un papel discreto y secundario en la OTAN, a tenor de la pregunta planteada en la consulta de 1986.
Sin embargo, no ha sido así. Las tres condiciones se han incumplido con el paso del tiempo. La presencia de la OTAN y el contingente militar estadounidense, no solo no ha disminuido sino que ha aumentado. Además, la más importante de estas tres condiciones terminó por incumplirse: en 1997, con José María Aznar en el Gobierno, España se incorporó a la estructura militar integrada de la OTAN.
El papel secundario de España ya había dejado de ser tal en 1995 cuando el español Javier Solana fue nombrado secretario general de la OTAN. Ese fue el aldabonazo de salida, porque el vínculo con la OTAN se ha estrechado en los últimos años: actualmente España no solo es un miembro militar completo de la Alianza, sino que es un socio estratégico clave al ser sede de la principal base del Africom (cuerpo estadounidense para la intervención en África, en Morón), uno de los enclaves del Escudo Antimisiles (base naval de Rota) y haber efectuado en 2016 el primer turno de la nueva punta de lanza de la Alianza: una fuerza de 5.000 efectivos terrestres capaz de intervenir en cualquier teatro de operaciones del mundo en un máximo de 48 horas.
Perfecto escenario de operaciones
España aporta el 6% del presupuesto de la OTAN. Son 2.500 millones de euros anuales, de los que España pone 150 millones. Pero no es sólo es una cuestión de dinero: España se ha convertido en los últimos años en uno de los teatros de operaciones preferidos de la Alianza. De hecho, en España, en Bétera (València) se ubica el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad, que cuenta con personal aliado de once naciones para dirigir operaciones bajo los auspicios de la OTAN de hasta 80.000 militares.
El Ejército español ha contribuido con medios y con efectivos a las principales misiones y operaciones de la OTAN. Entre otras, a las misiones de Implementación y Estabilización (IFOR y SFOR), en Bosnia-Herzegovina, a la Fuerza multinacional de Kosovo (KFOR), a la Operación Unified Protector en Libia, a la Operation Ocean Shield de lucha contra la piratería en el golfo de Adén y el Cuerno de África, a la Misión FIAS (Fuerza de Asistencia Internacional de Seguridad, Afganistán) o a la Operación naval Active Endeavour (OAE) contra el terrorismo en el Mediterráneo. Un papel muy activo que en 1986 quienes votaron que sí a la OTAN ni siquiera podían imaginar.
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