Este artículo se publicó hace 13 años.
La ONU no frena la guerra entre Tailandia y Camboya
Los combates por el control de templos fronterizos causan 35.000 desplazados
Tropas de Tailandia y Camboya se enfrentaron hoy por tercer día consecutivo en los templos fronterizos de Ta Muen y Ta Kwai, una guerra incipiente que ha costado ya al menos 11 soldados muertos y más de 35.000 desplazados desde el pasado viernes. Camboya asegura que el fin de las hostilidades no está cerca, ya que ha detectado movimientos del Ejército tailandés dirigiéndose hacia Preah Vihear, a 150 kilómetros al este de la zona de conflicto. Y eso a pesar del llamamiento de la ONU reclamando un alto el fuego.
"Tailandia ha desplegado entre 300 y 500 soldados en la zona de Ta Muen y ahora están avanzando hacia Preah Vihear", aseguró Phay Siphan, portavoz del Gobierno camboyano. Preah Vihear, un templo hindú del siglo XI situado en una zona fronteriza, ha sido desde inicios del siglo XX el principal motivo de disputa entre ambas naciones, especialmente después de que Camboya obtuviera la independencia en 1953. En 1962, la Corte Internacional de Justicia lo declaró territorio camboyano y Tailandia reclama desde entonces una pequeña franja situada en la parte norte de la colina en la que se erige el templo. Los templos de Ta Muen y Ta Kwai también han sido reclamados por Tailandia, pero es la primera vez que se producen enfrentamientos en la región.
"No lo esperábamos, nunca había habido combates en esta zona", aseguró el portavoz camboyano, quien añadió que fue el Ejército tailandés quien comenzó el fuego el viernes.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Tailandia emitió este domingo un comunicado acusando a Camboya de desencadenar los bombardeos de artillería pesada y de desplegar a su Ejército en territorio tailandés, lo que les ha obligado a desalojar a unas 25.000 personas. Las tropas camboyanas, por su parte, han evacuado a unos 10.000 habitantes de poblaciones cercanas.
Un "diálogo serio"El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó el sábado a un alto el fuego y a emprender un "diálogo serio" para resolver un conflicto enquistado que ha provocado enfrentamientos frecuentes en Preah Vihear. Los últimos combates se produjeron a principios de febrero, tras un aumento de las tensiones entre ambos gobiernos por una bandera colocada en un templo cercano a Preah Vihear.
Sin embargo, los roces han sido frecuentes desde 2008, cuando Camboya pidió a la Unesco la inclusión del templo como Patrimonio de la Humanidad. Esto llevó a las tropas tailandesas a ocupar los alrededores de Preah Vihear, posición que no han abandonado.
Tras los enfrentamientos de febrero, ambos Gobiernos se comprometieron a mantener negociaciones para alcanzar un alto el fuego permanente y delegaron a Indonesia la supervisión de las mismas. Hace tan sólo dos semanas, se celebró una reunión tripartita en una localidad cercana a Yakarta, la capital de Indonesia, donde se propuso el envío de observadores a la zona de Preah Vihear.
El primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, se negó sin embargo a que alguna autoridad internacional pudiera entrar en la franja disputada y aseguró que sólo aceptaría negociaciones bilaterales directas con el Gobierno camboyano. Abhisit intenta así mejorar su imagen pública ante los Camisas Amarillas, una facción política próxima al Ejército que le ha pedido mayor dureza en el conflicto fronterizo y que hasta ahora había apoyado al primer ministro. Este grupo se opone a los Camisas Rojas, que durante el año pasado protagonizaron multitudinarias manifestaciones para pedir elecciones anticipadas en la capital tailandesa, Bangkok, que se saldaron con 92 muertos.
Los enfrentamientos en Preah Vihear se producen a escasos días de la anunciada disolución del Parlamento tailandés, que debería producirse en la primera semana de mayo si el Gobierno cumple con su promesa. Esto obligaría a celebrar elecciones generales como muy tarde en julio, comicios que según los expertos podrían ganar los Camisas Rojas. La tensión política aumenta a medida que se acerca la cita electoral y la rivalidad con Camboya se ha convertido en una excusa perfecta para ganar apoyos entre la población tailandesa.
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