Este artículo se publicó hace 13 años.
La "neblina total" de Occidente
Los servicios de inteligencia sabían del descontento popular, pero EEUU y Francia no se esperaban una revolución
Isabel Piquer
Estados Unidos sabía que el régimen de Hosni Mubarakera un gigante con pies de barro, pero la revolución ciudadana pilló a sus servicios de inteligencia por sorpresa, al igual que los de sus homólogos occidentales. Francia, que tardó en condenar el régimen de su aliado Zin el Abdin Ben Alí, sabía por su parte que Túnez estaba a punto de estallar, aunque algunos medios de comunicación afirmaron que los diplomáticos y los agentes especiales no vieron venir nada. Washington y París sabían, pero se quedaron de piedra cuando estalló el pueblo árabe.
"Aunque estés bien informado y dispongas de muchas fuentes, es difícil predecir un estallido espontáneo", asegura Paul Pillar, ex responsable de la CIA para Oriente Próximo y ahora profesor en la Universidad de Georgetown en Washington. "En estos momentos es difícil valorar lo que se discute entre bastidores, pero el precedente de Irán me hace pensar que los servicios vigilaban la situación", dice Pillar.
"Los responsables americanos saben que los regímenes árabes van a caer"
Si Túnez no era una de las prioridades de Washington, en el caso de Egipto, la proximidad del Departamento de Defensa con los militares y el régimen y la falta de contacto con los Hermanos Musulmanes, en el marco de la lucha contra Al Qaeda, contribuyeron a dar una imagen excesivamente estática de la realidad. "La mayoría de los responsables estadounidenses saben que los regímenes árabes van a caer, pero todos esperan que no sea durante su mandato", explica Shadi Hamid, experto de la Brookings Institution.
En los pasillos del Capitolio, los congresistas miembros de los comités de inteligencia han empezado a cuestionar la calidad de la información sobre la que el Gobierno de Obama está tomando sus decisiones. Ante posibles preguntas de los legisladores, el equipo presidencial ha empezado a defenderse. "¿Alguien sabía de antemano que un vendedor de frutas en Túnez iba a inmolarse y provocar una revolución? No", comentó el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Tommy Vietor, al referirse al intento de suicidio de Mohamed Bouazizi,el pasado diciembre, que de-sencadenó los acontecimientos en el país magrebí. Vietor aseguró, sin embargo, que las agencias de espionaje estadounidense llevaban años informando "del hervidero" egipcio y regional. "El presidente lleva ya tiempo discutiendo de la fragilidad de algunos de estos regímenes", dijo.
Algo parecido pasó en los pasillos del Elíseo. Porque lejos de la opinión generalizada de ciertos medios franceses, según la cual los diplomáticos y los agentes especiales no vieron venir nada, estos piensan que fueron los políticos y estadistas europeos los que carecieron de lucidez. "Las informaciones existían. Los agentes la recogieron en notas y estas notas llegaron a alto nivel, incluido el Elíseo", explica Éric Dénécé, director del Centro Francés de Investigación sobre la Inteligencia (CF2R).
Los diplomáticos franceses denuncian los errores del Elíseo
"El sistema mediático en Francia ha deformado lo ocurri-do. La comunidad de inteligencia francesa conocía la exasperación en Túnez. Pero hubo una cantidad enorme de prudencia por parte del Gobierno, porque tenía relaciones excelentes con el régimen de Ben Alí. En vez de reaccionar, se plantearon la cuestión de saber si el movimiento era de fondo o puntual. De ahí el silencio", explica.
El factor Wikileaks"La situación era tensa y volátil. La hipótesis de una revolución se veía mucho menos. Pero eso es un gran clásico de este tipo de situaciones. Cuando hay los preludios de una revolución popular, todo el mundo en la comunidad de inteligencia tiene las señales, pero nadie consigue ver con claridad lo que está en marcha", añade Dénécé.
En la comunidad de inteligencia francesa ha circulado la información de que ciertas filtraciones a Wikileaks sobre Túnez fueron filtraciones interesadas de la diplomacia norteamericana, destinadas a desestabilizar a Ben Alí y a favorecer un pacto de caballeros entre el Ejército tunecino y Washington para una transición. "La hipótesis creíble es que todos los Gobiernos occidentales hacen una realpolitik hacia el mundo árabe. Mantienen esos regímenes y no escuchan lo que puedan decir los servicios de inteligencia, ni los orientan correctamente en cuanto a demandas de información", añade
El cuadro que traza Dénécé tiene puntos fuertes para varios diplomáticos franceses de gran prestigio en el mundo árabe, que han salido en defensa de sus servicios paralelos, subrayando que los errores fueron cometidos a nivel de Estado. Según Le Canard Enchaîné, la ministra de Exteriores, Michèle Alliot-Marie, dijo: "Estuvimos en todo momento en una neblina total. Ni nosotros ni el Elíseo vimos venir nada".
Se da la circunstancia de que la imagen de los espías franceses en tierra magrebí o en Oriente Próximo es cómica. Existen en Francia varias comedias de cine de gran público que escenifican a agentes estúpidos, atrapados en líos inimaginables en tierras árabes.
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