Este artículo se publicó hace 9 años.
La Navidad reduce a la penuria a los pastorcillos de Belén
El número de turistas y peregrinos que visitan Belén ha caído drásticamente estas fiestas. La ocupación israelí, y el consiguiente levantamiento palestino, es la causa de este declive que algunos hoteleros ven como el final de su carrera empresarial
Eugenio García Gascón
-Actualizado a
BELÉN.- El abeto de la plaza del Pesebre está vistosamente ornamentado, sin duda por encima de las posibilidades del ayuntamiento de Belén. Algunas luces engalanan la plaza desde la que se accede a la Basílica de la Natividad, el lugar donde según los Evangelios y la tradición cristiana nació Jesús hace dos mil años. Sin embargo, pocos son los peregrinos y turistas que están visitando estos días la ciudad.
La calle de la Estrella, que arranca en la plaza y serpentea hacia el norte, en dirección a Jerusalén, que está a 10 kilómetros, está tan vacía como la plaza. Muchos comercios están abiertos pero los productos expuestos carecen de clientes. Las tiendas están vacías y hay comerciantes que aseguran que durante toda la mañana no ha entrado nadie. Otras tiendas de esta calle, la principal de Belén, permanecen cerradas todo el año.
En el área de Belén hay 44 hoteles que disponen en total de casi 4.000 habitaciones. La mayoría son de cuatro estrellas, pero estos días apenas registran movimiento, y algunos hoteleros han indicado que después de la Navidad cerrarán las puertas, tal vez hasta el año que viene o tal vez indefinidamente.
“En 2014, a raíz de la invasión de Gaza, la caída del turismo fue significativa. En Palestina se perdieron un 60 por ciento de las pernoctaciones. A principios de 2015 el número de pernoctaciones todavía fue bajo. Luego hubo un repunte pero en al finales de año ha vuelto a caer debido a los problemas”, explica Rula Maaya, la ministra de Turismo palestina.
Los peregrinos, en su mayor parte europeos, tienen miedo de las imágenes que ven en televisión, especialmente desde el 1 de octubre, cuando se desató el levantamiento o “habba” con que los palestinos pretenden combatir la ocupación. “En Palestina nunca hemos tenido ningún problema de seguridad con los turistas o peregrinos”, recalca la ministra.
La ministra se lamenta de que la mayoría de turistas y peregrinos que se acercan a Belén lo hacen con tour operadores israelíes, de manera que son los israelíes quienes en buena medida controlan este turismo y se llevan la parte del león. “Vienen en autocares israelíes, con guías israelíes y apenas visitan la Basílica de la Natividad y poco más. Son turistas que no pernoctan en Belén”.
El problema de los guías es uno de los más dramáticos, según la ministra. En Israel hay 7.100 guías israelíes a quienes los palestinos permiten entrar en los territorios ocupados, mientras que Israel únicamente acepta la entrada de 42 guías palestinos. “Hemos intentado que la Unión Europea medie en este conflicto, pero por ahora no ha dado ningún resultado”.
Buena parte de Belén está rodeada del muro de 9 metros de altura que Israel ha construido, un muro que está coronado en amplias zonas con alambradas que impiden a los palestinos saltarlo. En el muro hay pintadas de todo tipo, algunas de ellas del célebre Banksi, el misterioso y cotizado grafitero inglés que también ha dejado su impronta en la Franja de Gaza.
En el área de Belén, del otro lado del muro, hay 19 colonias judías con más de 110.000 colonos, que aprisionan el distrito. Las expropiaciones de tierra son continuas sin que la comunidad internacional mueva un dedo para evitarlo. En el barrio de Beit Yala, de mayoría cristiana, las obras del muro están en plena expansión.
Belén fue históricamente una ciudad de mayoría cristiana, pero la oleada de refugiados palestinos expulsados por Israel, en su inmensa mayoría musulmanes, ha hecho que la ciudad haya variado significativamente su fisonomía. A pesar de ello, la alcaldesa, Vera Baboun, es cristiana. La Autoridad Palestina siempre ha reservado esta alcaldía a los cristianos.
“En Palestina estamos en una situación crítica, muy alejados de la paz y de la justicia. Desde aquí enviamos al mundo un mensaje de paz, pero aunque la esperanza anida en nuestros corazones, los palestinos estamos pagando un alto precio por la ocupación”, ha dicho la alcaldesa durante la presentación de las fiestas.
Los sectores más destacados de la economía local son el comercio, el turismo, los servicios y la industria. En este último sector hay que destacar la extracción de piedras y mármoles que luego se venden en Israel para la construcción. Pero Belén solamente tiene un punto de salida comercial, el único que autoriza Israel, lo que dificulta la circulación de las mercancías, tanto de las que entran como de las que salen.
Además, desplazarse desde Belén es muy complicado, incluso dentro de los territorios palestinos. Viajar a Hebrón, que está a 30 kilómetros, puede requerir hasta cinco horas de viaje debido a los numerosos controles militares israelíes, y lo mismo puede ocurrir cuando alguien intenta desplazarse a Ramala.
Un folleto del ayuntamiento señala los principales “impedimentos” para el desarrollo de la vida económica de Belén. En primer lugar están las restricciones de movimiento debido a los controles militares y al muro; después, la confiscación de tierras palestinas; luego, las restricciones que Israel impone a la importación de materias primas aduciendo que los palestinos pueden utilizar los materiales con fines terroristas; y por último, la existencia de un único punto de entrada y salida de importación y exportación, el paso de Tarqumia.
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