Este artículo se publicó hace 16 años.
Milicias de papel vigilan el Beirut suní
Las empresas de seguridad y los milicianos suníes se desmoronaron ante el fulminante ataque de Hizbolá
Eugenio García Gascón
En la calle Hamra, en el agitado corazón del Beirut suní, está la sede de la televisión Mustaqbal (Futuro). Es un edificio moderno que opera como centro de información del movimiento del mismo nombre que lidera Saad Hariri, hijo del ex primer ministro asesinado Rafik Hariri.
Lo primero que hicieron los chiíes cuando estalló la crisis el 7 de mayo fue invadir el centro de Beirut, baluarte de los suníes. En pocos minutos humillaron a las huestes de Hariri y tomaron el control de la calle Hamra y sus aledaños, incluida la televisión.
Los suníes fueron los primeros sorprendidos. Tan sólo unas bolsas de milicianos aguantaron el empuje de Hizbolá y Amal, pero al poco rato había caído todo el sector suní de la capital.
"En realidad, no había milicias suníes. Los suníes no tenemos armas porque formamos parte del Gobierno legítimo y no tenemos ningún interés en dar un golpe de Estado", explica Samir, que vive cerca de Hamra.
Aunque prácticamente todos los suníes comparten ese punto de vista, cuentan con dos milicias. Una son los morabitun (centinelas), que fueron las antiguas milicias durante la guerra civil de 1975-90, y otra son las empresas de seguridad privadas que han proliferado por decenas en los últimos años.
Los morabitun forman un grupo que 18 años después de la guerra sigue organizado, aunque se presenta a sí mismo como una organización social. Cuenta con hombres armados y garantiza la vigilancia en barrios suníes de Beirut.
Además de los morabitun, hay empresas de seguridad cuyos empleados en teoría no pueden llevar armas, pero que en la práctica sí las llevan y realizan trabajos de vigilancia a cargo de personalidades, empresas, hombres de negocios e instituciones.
La más conocida de estas empresas es Secure Plus, que en tiempos recientes ha crecido de manera espectacular hasta contar con más de 3.000 empleados.
"Los empleados de Secure Plus son fáciles de identificar. A casi todos les delata el acento del norte. Provienen de Trípoli y de los pueblos suníes de la zona y cobran sólo 300 ó 350 dólares al mes", explica un miembro de la seguridad del Estado.
"Es gente pobre, generalmente jóvenes desempleados, que se aferran a cualquier trabajo y que no han encontrado nada mejor. Carecen de la motivación de los milicianos de Hizbolá y no es una sorpresa que el pasado miércoles se desmoronaran en pocos minutos", añade.
Empleados de Secure Plus han criticado a Hariri por no haberles provisto de armas mejores para afrontar una situación como la de la semana pasada. También le critican por no haberles enviado refuerzos a los lugares donde plantaron resistencia, lo que motivó su fulminante caída.
Los chiíes se limitaron a cortar las calles para interrumpir el contacto entre los guardas de seguridad suníes y sus jefes. Existía y existe una diferencia fundamental entre los dos grupos: los disciplinados chiíes están dispuestos a morir por una causa; los suníes no.
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