Este artículo se publicó hace 4 años.
Elecciones EEUULos líderes de Oriente Próximo aguantan la respiración ante la incertidumbre del resultado electoral en EEUU
Para Oriente Próximo hay mucho en juego. Una victoria de Joe Biden, como proyectaba el recuento parcial el miércoles por la noche, podría revertir algunas de las políticas más controvertidas de Donald Trump, que no han sido pocas. Tanto Israel como sus nuevos aliados árabes serían los más perjudicados si gana Biden, mientras que a Irán y los palestinos se les abriría la posibilidad de respirar con mayor desahogo.
Eugenio García Gascón
La fluctuación de los resultados en las elecciones de EEUU se sigue muy de cerca y con gran expectación en todo el mundo, pero especialmente en Oriente Próximo, después de que durante los últimos cuatro años el presidente Donald Trump haya impuesto en la región con descaro y sin escrúpulos todos y cada uno de los objetivos del primer ministro Benjamín Netanyahu.
En Israel existe el temor de que una victoria de Joe Biden obligue a desandar parte del camino recorrido, aunque también se es consciente de que en el seno del partido demócrata existe una importante corriente de defensores de la expansión del estado judío que cuenta con mayor peso que sus detractores, y que hasta el día de hoy ha permitido hablar de “consenso” entre los dos grandes partidos.
Los medios hebreos han recordado que Netanyahu, que ya en las pasadas elecciones impulsó a Trump, ha reducido a prácticamente cero sus interacciones con los demócratas durante el mandato que va a expirar. Sin embargo, los mismos medios reconocen que, conforme avanza el recuento, las posibilidades de Biden son más realistas y por lo tanto Netanyahu no descarta cambiar el paso, aunque no sus fines, si las urnas confirman una victoria demócrata.
El apoyo americano es decisivo para las políticas de Netanyahu, quien el miércoles arremetió de nuevo contra la Unión Europea diciendo que no es consciente de los cambios radicales que está experimentando la región. Y en este punto tiene razón dado que tanto Angela Merkel como Emmanuel Macron prefieren no entrometerse en esos cambios que van a resultar tan perjudiciales para los intereses europeos a corto, medio y largo plazo.
La hostilidad de Netanyahu hacia el partido demócrata
Recientemente han comenzado a abrirse grietas en el partido demócrata hasta el punto de que la figura de Netanyahu no tiene el consenso que tuvieron otros primeros ministros, en parte porque Netanyahu ha conducido una política de hostilidad contra los demócratas, defendiendo el neoliberalismo y una política exterior que en muchos puntos es ajena a los demócratas, además de interferir en la política interior americana ya desde la época de Barack Obama.
No solo el sector más izquierdista ve con preocupación la continua expansión colonial israelí, la brutal ocupación de los territorios palestinos, la anexión de partes de Cisjordania, la anexión del Golán, el rechazo de la solución de los dos estados, el silenciamiento por medio de dudosas leyes del movimiento de boicot contra la ocupación o la desaforada hostilidad contra Irán. De alguno de estos puntos el propio Biden se ha desmarcado discreta pero públicamente.
Algunos líderes demócratas han dado a entender de manera más o menos explícita que Netanyahu se ha convertido en una carga para el partido y desconfían de él. En gran parte es una cuestión personal que tiene que ver tanto con el carácter como con las políticas tan problemáticas que Netanyahu aplica, una circunstancia que también preocupa a los europeos, aunque Merkel y Macron no se atrevan a denunciarla.
Por otro lado, los medios hebreos señalan que Biden y Netanyahu se conocen bien y han mantenido una gran relación personal durante tres décadas. El católico Biden ha visitado Israel en numerosas ocasiones y presume de tener un hijo casado con una judía y de ser el mayor defensor de Israel, aunque esto no le ha impedido mantener durante su carrera una posición más equilibrada que Trump.
Las diferentes posiciones de Irán y Turquía
En Teherán sostienen que las elecciones americanas son un asunto que no les incumbe, aunque son conscientes de que una victoria de Biden aliviaría la fuerte presión y las sanciones impuestas por la actual administración. De hecho, durante la campaña, Biden ha calificado de “fracaso peligroso” las políticas de Trump contra Irán dirigidas desde Tel Aviv.
En cuanto a los países árabes que se han cobijado bajo el paraguas de Netanyahu, el miércoles seguían con el mayor interés el recuento de las papeletas. Ninguno de ese grupo, incluidos los Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Bahrain y Egipto, se ha expresado en un sentido u otro aunque es obvio que todos apoyan a Trump.
No está del todo claro qué influencia podría tener una victoria de Biden, pero es evidente que si llega a la Casa Blanca habrá más presión sobre Egipto para que respete los derechos humanos. Seguramente también tendrá una influencia sobre la investigación sobre el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, que Trump ha parado, o sobre la controvertida intervención emiratí en prácticamente todos los conflictos de la región al amparo de Israel.
Un caso más incierto es el que tiene que ver con Turquía, que bajo el presidente Recep Tayyip Erdogan, especialmente tras el fallido golpe de estado de 2016 probablemente dirigido desde los Emiratos, ha iniciado una intervención en distintos países de la región. Pues bien, hace solo unas semanas Biden tuvo unas palabras muy duras para con Erdogan y si llega a la Casa Blanca los augurios podrían ser nefastos para Ankara.
Este repaso indica que prácticamente todos los países de Oriente Próximo están aguantando con la respiración contenida los resultados de las elecciones. Para cada uno de ellos puede haber una gran diferencia entre Trump o Biden, y prácticamente todos, menos Irán, favorecen la reelección del presidente republicano.
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