Este artículo se publicó hace 6 años.
PalestinaEl largo viaje de Benjamin Ladraa: 5 000 kilómetros a pie contra la ocupación israelí
Un joven activista sueco ha recorrido 12 países para concienciar sobre la causa del pueblo palestino.
Andrea Olea
Beirut-
Suecia. Alemania, República Checa. Austria. Eslovaquia. Eslovenia. Croacia. Serbia. Bulgaria. Grecia. Turquía. Líbano. Benjamin Ladraa ya ha dejado 11 países y miles de kilómetros a sus espaldas. Hace 10 meses, este joven sueco lanzó el proyecto WalkToPalestine, una iniciativa personal en forma de marcha en solidaridad con el pueblo palestino.
Su intención es informar y despertar conciencias para desencadenar acciones contra la ocupación israelí, explica a Público desde Beirut, donde llegó la semana pasada. "Las noticias que recibimos desde Palestina, tal y como las transmiten los medios, no crean empatía; conocer las historias personales de la gente, sí. Mi idea era explicar lo que viven a diario los palestinos para involucrar a más gente, porque cuantos más sepan lo que allí ocurre, más presión ejercerán sobre sus gobiernos para acabar con los terribles crímenes cometidos por el Estado israelí", asegura este estudiante y músico de 25 años.
Ladraa admite que él mismo no tenía idea de la situación en los territorios ocupados hasta hace tres años. Cuando conoció a varios activistas propalestinos en su país, empezó a informarse obsesivamente, y a principios del año pasado decidió visitar Cisjordania, donde pasó varias semanas colaborando con la Cruz Roja y tocando música en los campos de refugiados de Nablús y Hebrón. "Ver ese apartheid instaurado en la vida cotidiana, la segregación en las calles, los soldados con sus armas de gran calibre campando a sus anchas, las expulsiones de palestinos de sus casas... Había leído mucho sobre lo que allí ocurría, pero cuando lo ves con tus propios ojos se hace real".
Ladraa: "Decidí que la gente debía saber del sufrimiento que provoca la ocupación"
Al regresar a Suecia, "decidí que la gente debía saber del sufrimiento que provoca la ocupación", explica. Para costearse el viaje, vendió todo lo que tenía, incluidos sus preciados instrumentos, y el 7 de agosto de 2017 se lanzó a la carretera. La idea de caminar en lugar de desplazarse por otros medios "era una excusa para despertar la curiosidad de la gente, que me parasen y me preguntasen por qué hago lo que hago", señala. No fue hasta su llegada a Turquía cuando empezó a despertar la atención de medios internacionales: ahora, gracias a esa difusión, cuenta con decenas de miles de seguidores en las redes sociales, donde su gran estatura, su amplia sonrisa, una kefia, y la gran bandera palestina que hace ondear allá donde llega se han convertido en sus señas de identidad.
En su macuto, afirma, lleva apenas una tienda de campaña y un saco, algo de ropa, un ordenador, una cámara para documentar la experiencia, un dron ("a la policía le encanta", bromea), los regalos que la gente ha ido entregándole por el camino y recuerdos que le han pedido lleve a Palestina.
Ladraa explica que recorrer a pie tantos países le ha permitido reflexionar sobre su "situación de privilegiado como ciudadano sueco y europeo". "Cuando cruzas el espacio Schengen, apenas te das cuenta del paso de un país a otro. Y ahí entiendes que las fronteras son ficticias, líneas imaginarias impuestas por gente con armas. Si no estuvieran allí, te preguntarías qué hace una valla cortando por la mitad un campo o un bosque".
Detenciones e interrogatorios
Su andadura no ha sido sencilla: aunque hay personas que le han abierto generosas las puertas de sus casas, en ocasiones también ha debido dormir al raso o en edificios abandonados. Ha sufrido las gélidas temperaturas del invierno en los Balcanes -hasta menos 25 grados bajo cero, recuerda con escalofríos- y ha tenido numerosos desencuentros con la policía de varios países. En Praga, el recorrido marcado por Google Maps le hizo pasar por casualidad pasó por delante de la embajada israelí y al verlo llegar con la bandera palestina y el carrito en que carga su mochila, creyeron que era un terrorista. "Me rodearon la policía, agentes israelíes e incluso un comando de desactivación de explosivos", explica. En Bulgaria fue detenido en la frontera, y en el aeropuerto de Beirut le dieron la bienvenida con seis horas de interrogatorio.
Ladraa cuenta que en Praga pasó por la embajada israelí y al verlo con la bandera palestina, creyeron que era un terrorista
Tampoco se ha librado del racismo: "Por mis rasgos, la gente a veces cree que soy un refugiado o un emigrante; otras, al ver mi barba piensan que soy musulmán, y al llamarme Benjamin algunos asumen que soy judío, así que en distintos momentos del viaje he sufrido xenofobia, islamobia y antisemitismo por parte de gente intolerante". Pero la tensión o los insultos, muchos llegados a través de las redes sociales, se ha visto superados por los gestos de agradecimiento, solidaridad y empatía recibida. "Palestinos de todas partes me han escrito cientos de mensajes diciendo que están felices de que haya alguien luchando para que que no sean olvidados. Se sienten silenciados y desposeídos, y gestos así les dan (algo) de esperanza", relata.
Durante su travesía, Ladraa ha sido recibido por las embajadas de los países que sí han reconocido el estado de Palestina, y ha multiplicado los encuentros, conferencias y debates con todo tipo de audiencias. "Está siendo un gran aprendizaje para mí gracias a la gente que he conocido en el camino", sostiene. Como el policía turco que en lugar de interrogarlo lo invitó a comer y le entregó una larga carta de apoyo a los palestinos. O la familia israelí que lo acogió en Alemania y le explicó que habían dejado Israel porque no querían ver a sus hijos crecer en un ambiente fascista. "Me contaron que en una ocasión, al cruzar Cisjordania en coche, la gente empezó a tirarles piedras y les rompieron las ventanas del coche. Cuando llegaron a un checkpoint del ejército israelí, uno de los soldados les ofreció una ametralladora y les dijo: '¿queréis volver allí?'. Son esa clase de historias las que el mundo necesita conocer".
Despertar conciencias
Ladraa confía en que la brutal represión de las fuerzas israelíes de las últimas semanas contra las manifestaciones en Gaza, con más de cien muertos y miles de heridos, esté sirviendo para despertar conciencias y aumentar la solidaridad, tanto hacia quienes viven en los territorios ocupados como hacia los refugiados.
Desde su llegada a Líbano, Ladraa ha visitado varios campos palestinos, abiertos en 1949 tras la creación del Estado de Israel.
Desde su llegada a Líbano, Ladraa ha visitado varios campos palestinos, abiertos en 1949 tras la creación del Estado de Israel. Dentro una diáspora estimada de millones de personas, el pequeño país mediterráneo es uno de los que concentran un mayor número de desplazados, 175.000, según el renovado censo oficial. "La situación que viven aquí es terrible", apunta el activista. "Ayer conocí a un bioquímico, a un doctor y a un abogado.. y ninguno puede trabajar, porque tienen vetadas 72 profesiones. Tampoco pueden votar, heredar o poseer vivienda. Setenta años sin derechos ni futuro, sólo discriminación y racismo. Sienten que viven en una prisión", denuncia.
Tras esta antepenúltima etapa, en unos días tomará un vuelo a Jordania, desde donde tratará de entrar, por fin, en Cisjordania. Y aunque sabe que "dada la trayectoria de Tel Aviv en materia de defensa de los derechos humanos", es muy probable que las autoridades israelíes le impidan entrar, al ser interrogado sobre cómo espera atravesar la frontera, responde que lo intentará "con una sonrisa". Llegado a las puertas de su destino, prefiere no perder el optimismo que le ha hecho caminar miles de kilómetros. "Ocurrió con el apartheid en Sudáfrica y puede pasar con Israel. Los cambios se producen cuando mucha agente se compromete a actuar. Este es mi granito de arena".
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