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La crisis sanitaria del coronavirus ya está afectando al Mediterráneo. Prueba de ello es el clima que se está viviendo en la isla siciliana de Lampedusa, termómetro de los flujos migratorios entre el Norte de África y el Sur de Europa. En un momento en el que los rescates coordinados por Italia son menores, la alerta por coronavirus está cambiando la forma en la que el país transalpino pretende modificar la gestión del fenómeno migratorio para los próximos meses.
La isla siciliana de Lampedusa está frenando el coronavirus mientras gestiona más llegadas migratorias. El fenómeno principal y menos controlable, aunque los números no sean imposibles, es el de los desembarques de los barcos pequeños, que suelen zarpar desde Túnez y que llegan directamente a Lampedusa. A lo largo de esta semana, por ejemplo, un total de 158 personas han alcanzado la costa de la isla siciliana en tres diferentes desembarques. El centro de acogida tiene una ocupación máxima de 98 personas, de modo que el problema no es sólo el del número total de migrantes presentes en la estructura; sino que además, en plena crisis sanitaria por la covid-19, hay que garantizar medidas de aislamiento. Por esta razón, las autoridades de la isla han procedido a trasladar muchos de los migrantes a otros territorios.
Los medios italianos han recogido con detalle la reacción del alcalde de Lampedusa, Salvatore Martello, a la hora de lamentar la actual situación en la isla siciliana. El jefe del consistorio propone: "Poner un barco de acogida frente al puerto de Lampedusa podría ser una solución para evitar que más migrantes permanezcan en la isla, donde ya no hay sitio para su permanencia". En resumen, el alcalde Martello apuesta por la idea de un barco que acoja a los transeúntes y haga también de "filtro" en el contexto sanitario del coronavirus.
El contexto se ha complicado a lo largo de esta semana, porque a partir de ahora los puertos italianos, debido al coronavirus, ya no van a ser "lugares seguros" para migrantes y refugiados. Esta semana, el Gobierno transalpino aprobó un decreto firmado por los ministros de Exteriores, del Interior, de la Salud y de Infraestructuras que, en la práctica, se traduce en que a partir de ahora Italia da un portazo a todo lo relativo a los rescates de migrantes y refugiados en el mar. Siempre y cuando los barcos que rescaten sean extranjeros y fuera de la zona de búsqueda y salvamento italiana.
Esta semana las nuevas medidas italianas se han concretado con el caso del Alan Kurdi, barco de la ONG alemana Sea Eye, con 150 migrantes abordo. Siguiendo las nuevas disposiciones, Italia se ha ofrecido a ayudar a la embarcación en cuestión, pero pidiendo al Gobierno alemán "asuma la responsabilidad" del mismo, haciendo hincapié en la dificultad hoy presente en plena crisis sanitaria por el coronavirus.
Si ya para las autoridades transalpinas está siendo complicado gestionar la crisis sanitaria por el coronavirus, algo propio del momento actual, el Gobierno itálico prefiere jugar con antelación e impedir que la cuestión migratoria y la alerta pandémica se mezclen lo menos posible. En el decreto firmado esta semana, de hecho, se habla de que "durante la emergencia sanitaria nacional derivada por la difusión de la covid-19", los puertos italianos "no garantizan los requisitos" para ser definidos "lugares seguros". El problema seguirá existiendo para los migrantes y refugiados rescatados por Italia y dentro de la zona de búsqueda y salvamento transalpina.
Igualmente, para las ONG desplegadas en el Mediterráneo Central para rescatar a migrantes y refugiados a la deriva en el Canal de Sicilia, se trata de una solución para "parar los rescates en el Mediterráneo", tal como asegura el diario italiano La Repubblica, a la hora de resumir el pensamiento de las organizaciones humanitarias ante la novedad legal: "Se trata de un decreto cuyo objetivo evidente es el de detener las actividades de salvamento en el Mediterráneo, sin ofrecer alternativas para salvar la vida de quien escapa desde Libia".
ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) invita al Gobierno italiano a que "garantice las peticiones de asilo" para los migrantes que proceden de zonas de conflicto. "Cualquier restricción tiene que asegurar a las personas que escapan de guerras que puedan tener la posibilidad de realizan su petición de asilo", explica Carlotta Sami, portavoz de ACNUR en el Sur de Europa.
Lampedusa, que tiene tan sólo 20 km cuadrados y 5.000 habitantes, es la tierra más lejana de la bota italiana y tiene una valiosísima importancia estratégica: para las migraciones, para las fuerzas armadas, para la política italiana y europea, para las ONG, para la Iglesia, para los medios de comunicación. Esta isla siciliana, posicionada exactamente entre Sicilia, Libia, Malta y Túnez, está en medio del Mediterráneo y es el punto de contacto entre África y el Viejo Continente. Ahora, en plena crisis por la covid-19, es testigo del cierre que Italia y Europa pretenden aplicar para que las migraciones y el coronavirus, no se fundan en un mismo fenómeno.
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