Este artículo se publicó hace 13 años.
Japón, dos meses después
Tras el terremoto y el tsunami, el país aún no ha recuperado la normalidad y afronta la dificultad de la reconstrucción, sus costes y la revisión de su política energética
Hoy se cumplen dos meses de terremoto de 9 grados de magnitud y posterior tsunami que devastó Japón. 14.949 muertos, 9.880 desaparecidos y 117.000 personas sin hogar después, el país se enfrenta a su reconstrucción marcada por ingentes planes presupuestarios, la posible subida de impuestos y la revisión de su política energética motivada por la crisis nuclear desatada tras la catástrofe.
A las 14.46 hora local, millones de ciudadanos japoneses han recordado con un minuto de silencio a los miles de desaparecidos y muertos, especialmente en las provincias más afectadas, donde las labores de descombro continúan. Los habitantes y voluntarios de Miyagi (8.041 fallecidos confirmados), Iwate (4.400) y Fukushima (1.544) han detenido su actividad diaria para homenajear a sus conciudanos.
El debate nuclear a abierto a nivel mundial tras el que ha sido considerado como el peor desastre nuclear desde Chernóbil no esconde otra realidad, y es que la tercera economía mundial vive desde el 11 de mayo la peor crisis de su historia desde el fin de la II Guerra Mundial.
Dos meses después la situación no está controlada y las labores de limpieza continúanEl control sobre la central de Fukushima Daiichi ha aumentado progresivamente con el paso de los días, pero la situación no se ha estabilizado. Los técnicos de la eléctrica Tokio Electric Power (Tepco) presentaron una "hoja de ruta" para manejar el desastre en la que admitieron que hasta finales de año no sería posible llevar los reactores de la planta a "parada fría", esto es, a la suspensión de la actividad de los reactores y fin de las emisiones radiactivas. Además, hasta hace pocos días los operarios de Tepco no han podido entrar en el reactor 1, en visitas de hasta 10 minutos, para instalar un dispositivo de purificación del aire que comience con la absorción de partículas radiactivas.
Tras el desastre, el emperador de Japón realizó una aparición histórica en los medios después de años de ausencia. Desde entonces, su implicación en la crisis y su presencia mediática se ha hecho más frecuente en actos como el de este miércoles, cuando Akihito y Michiko, su esposa, se desplazarán hasta dos ciudades de Fukushima tras haber pasado por Iwate y Miyagi.
La provincia afectada por la crisis nuclear también destaca hoy porque por primera vez algunos vecinos del pueblo de Kawauchi, dotados con medidas de seguridad, han podido romper el cerco de seguridad de 20 kilómetros alrededor de la central de Fukushima para accider a sus viviendas. En total, la zona de exclusión ha parado la vida diaria de 80.000 personas que se han convertido en desplazados que esperan en alojamientos temporales a saber si podrán o no regresar a sus hogares.
La fecha de este aniversario queda asimismo señalada por el anuncio del primer ministro nipón, Naoto Kan, que se ha comprometido a devolver su sueldo hasta que la crisis en Fukushima quede controlada.
Afrontar un problema energéticoLa energía nuclear se ha convertido en un tema polémico para los japoneses tras el escape radiactivo de Fukushima. En consecuencia, Kan también se ha comprometido a revisar la política energética de un país que apostó por la energía nuclear (la tercera parte de su electricidad se produce por la fisión atómica), dejando de lado la adopción de otras energías renovables que ahora tendrán que fomentar.
Sin embargo, la situación energética ya se ha visto comprometida y se complicará con el próximo cierre previsto de la planta nuclear de Hamaoka, al hallarse en una zona con elevado riesgo sísmico. Kan ha anunciado que no se construirán 14 nuevos reactores nucleares ya programados y sólo una veintena de los 54 reactores nucleares con que cuenta Japón están en funcionamiento. Para más agravio, Tepco ha solicitado este miércoles ayudas públicas para afrontar el ingente pago de indemnizaciones que se le avecina.
Como ya sucediera tras la catástrofe, los apagones también se han convertido en un elemento más que ha acompañado a la catástrofe. Ahora, la amenaza de apagones a un mes del inicio del sofocante verano en Japón, preocupa sobre todo a las empresas, que preparan planes excepcionales como ampliar las vacaciones o adelantar los turnos de sus empleados para utilizar menos el aire acondicionado. Las medidas de ahorro energético serán una realidad durante los próximos meses para los japoneses.
Una economía dolida por la catástrofeUna cifra asoma al hablar de reconstrucción: 25 billones de yenes (215.000 millones de euros), una cantidad astronómica para el país que suma la mayor deuda de las potencias industrializadas (casi el doble de su PIB).
Por el momento, en el mes de mayo se ha aprobado un presupuesto de 4 billones de yenes (34.398 millones de euros) para comenzar con la labor de reconstrucción y restauración de instalaciones o zonas afectadas. Incluso se plantea que algunas localidades sean trasladadas a nuevas localizaciones.
Más adelante se plantea el diseño de un plan presupuestario cercano a los 10 millones de yenes, del que parte serán destinados a paliar las consecuencias del accidente nuclear.
Entre otras medidas tomadas por el Gobierno, no ha descartado recurrir a una reforma fiscal que aumentaría los impuestos sobre el consumo, sociedades o la renta para evitar que aumente su deuda pública.
Pero no sólo el Gobierno se ha visto resentido. Los problemas energéticos, parones de producción e interrupción en la cadena de suministros por el tsunami han afectado a varias empresas y las multinacionales niponas siguen sin divulgar estimaciones de resultados para este ejercicio, ante la elevada incertidumbre.
En cuanto a la reconstrucción de la zona noroeste del país, se estima que la rehabilitación de 350.000 viviendas destruidas o dañadas por el desastre natural puede durar años y necesitará movilizar una cantidad de recursos que provendrán también de la iniciativa privada. Los expertos estiman que la demanda de la vivienda aumentará, desatando un "boom" en el sector de la construcción.
La crisis desencadenada por la catástrofe ha supuesto además un duro golpe para las relaciones entre la cúpula empresarial y las altas esferas de poder político en Japón, criticadas por favorecer los intereses de grandes compañías privadas como Tepco.
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