Este artículo se publicó hace 3 años.
Israel sume a EEUU en un mar de confusiones sobre Irán
Numerosos exaltos cargos israelíes coinciden en que la cancelación del acuerdo nuclear de 2015 fue un error y ha permitido a Irán incrementar el almacenamiento de uranio enriquecido hasta niveles sin precedentes. Estas opiniones chocan con las del Gobierno de Naftalí Bennett, que siembran inquietud en una administración que no acaba de saber a ciencia cierta qué es exactamente lo que busca su aliado Israel.
Eugenio García Gascón
No es extraño que un gran número de políticos y analistas estadounidenses no alcancen a comprender por qué Israel actúa de la manera que lo hace en relación con el programa nuclear iraní. Mientras algunos políticos y altos funcionarios de Tel Aviv critican el acuerdo que Barack Obama firmó con Teherán en 2015, otros condenan justamente lo contrario, la salida del acuerdo tres años después bajo la presidencia de Donald Trump.
Estas actitudes son contradictorias de una manera solo aparente, pues el fin de Israel consiste en mantener en vilo a EEUU y al resto del mundo. Para ello, crea un alto grado de confusión con varios objetivos: apartar la atención de la brutal ocupación militar de Palestina, mantener la incertidumbre y dependencia de los países aliados en el Golfo Pérsico, obtener más armamento de calidad de EEUU y evitar que Irán y sus aliados en la región levanten cabeza.
Estos intereses prioritarios explican el errático comportamiento de Israel durante los últimos años y aún más durante los últimos meses. Por un lado, el Gobierno de Naftalí Bennett no deja pasar un día sin dar un ultimátum a EEUU y sin amenazar con una intervención militar contra Irán, unas amonestaciones que redundan en su propio y exclusivo beneficio y que, deliberadamente, mantienen al mundo al borde de un precipicio.
¿Fue positivo que Trump se saliera del acuerdo nuclear? Esta es hoy una pregunta secundaria y en el mismo Israel hay división de opiniones a la hora de responderla. Es más, antiguos aliados de Benjamín Netanyahu, que presionó a Trump para salirse del acuerdo, discrepan al respecto y no faltan críticas a aquella decisión que del ex primer ministro presentó en su momento como una victoria sin precedentes.
La realidad es que desde 2015 Irán, que había cumplido escrupulosamente con su parte del acuerdo, ha acelerado el almacenamiento de uranio hasta el punto de que algunos dirigentes israelíes señalan que pasar del actual estadio al de la fabricación de la bomba apenas les costaría a los iraníes unos pocos meses si es que realmente tuvieran intención de fabricarla, algo que Teherán niega con vehemencia.
En los tres últimos años, es decir, desde la salida americana del acuerdo, Washington ha impuesto duras sanciones al régimen islámico como pretendía Netanyahu, pero los iraníes han respondido activando el almacenamiento de uranio, lo que muestra que el efecto de las sanciones ha sido contrario al deseado, tal y como advirtió Teherán.
En los últimos días varios responsables del ejército y la inteligencia israelíes han viajado a Washington para forzar a la administración de Joe Biden a no restablecer el acuerdo de 2015 que se negocia en Viena, con el apoyo de todas las potencias mundiales excepto Israel. En esos viajes, está explícita la amenaza de que Israel, con armas de EEUU, puede lanzar un ataque contra Irán en cualquier momento.
Entre los exaltos cargos que critican abiertamente la salida del acuerdo figura Tamir Pardo, ex director del Mosad hasta 2016. Pardo considera una "tragedia" y un "error estratégico imperdonable" que Netanyahu forzara a Trump a dar por finalizado el acuerdo. El general Amos Yadlin, exjefe de Aman (los servicios de Inteligencia militar), es de la misma opinión y considera que Netanyahu aplicó "una política muy equivocada" para los intereses de Israel.
El general Moshe Yaalon, ministro de Defensa hasta 2016, califica el comportamiento de Netanyahu como "el peor error de la pasada década", un error que "ha proporcionado a los iraníes la excusa para avanzar con el enriquecimiento de uranio". Por su parte, Gadi Eisenkot, exjefe del ejército hasta 2019, piensa exactamente en los mismos términos que Yaalon.
Otros exresponsables de la seguridad y la inteligencia de Israel comparten las opiniones anteriores y han calificado de "tragedia" que EEUU abandonara el acuerdo. Toda esta información es pública, y probablemente los americanos disponen de más información confidencial en la misma línea, de ahí que su confusión sea grande y les resulte difícil comprender qué está buscando realmente Israel.
Lo que Israel quiere es mantener en vilo a EEUU y a las demás potencias extendiendo indefinidamente el conflicto, puesto que de esa manera obtiene un gran número de réditos políticos en la región, empezando por tender un tupido velo sobre el drama palestino.
A día de hoy, el estado judío es la indiscutible potencia hegemónica en la zona y esta situación le permite conducir desde Tel Aviv todos los conflictos de Oriente Próximo en función de sus propios intereses, unas veces de manera directa y otras veces por medio de sus aliados, principalmente los Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
Transcurridos casi once meses desde su entrada en la Casa Blanca, Biden sigue sin cumplir la promesa que repitió durante la campaña y por la que se comprometió a restaurar el acuerdo de 2015. Sus dudas y titubeos han llevado a Irán a exigir garantías de que si se restablece el acuerdo, la próxima administración no lo volverá a cancelar. La justificada desconfianza de Teherán constituye otro obstáculo para que las negociaciones de Viena concluyan con éxito.
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