Este artículo se publicó hace 13 años.
La investigación del ‘E. coli’ se centra en un semillero alemán
Pistas sobre la epidemia. El responsable de Agricultura de Baja Sajonia recomienda no consumir 18 tipos de brotes vegetales
Un total de 18 clases de brotes vegetales cultivados en una explotación de la región de Uelzen (Baja Sajonia) son la "causa más convicente" de la infección por la nueva cepa de la bacteria E. coli, que hasta el momento ha provocado la muerte de 22 personas, 20 de ellas en Alemania. Así lo afirmó el ministro de Agricultura de esta región, Gert Lindemann.
"No se puede descartar que el producto contaminado con la bacteria ya haya sido totalmente procesado y vendido", agregó Lindemann, que instó a los alemanes a retirar de su dieta los brotes de brócoli, guisante, garbanzo, judía, ajo, lenteja y rábano.
Aunque las autoridades no descartan que el producto infectado haya sido totalmente procesado y distribuido, la plantación fue clausurada a la espera de los resultados de los controles sanitarios, que se conocerán hoy por la tarde. Las autoridades, añadió el ministro, también se han "incautado de toda la producción" que permanecía en la empresa.
Los centros sanitarios del norte del país están saturados
La bacteria habría contaminado distintas partidas de brotes de esta explotación destinadas a restaurantes y mayoristas de los principales focos de la infección: Hamburgo, Schleswig-Holstein, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Hesse y la Baja Sajonia. De hecho, una empleada de la empresa está diagnosticada con esta bacteria.
Esta nueva pista arroja un poco de luz a las investigaciones de los científicos, que hasta ahora trataban en vano de buscar el origen del brote. La epidemia de E. coli causada por la nueva cepa O104, que se ha extendido por 14 países e infectado a más de 2.500 personas en cuestión de días, ha sumido a Alemania en una situación desesperante: los hospitales no dan abasto y los políticos no saben qué decir.
La frustración se apodera de Reinhard Brunkhorst, jefe de Nefrología de la clínica Oststadt-Heidehaus en Hannover: "Tenemos mujeres, de entre 20 y 30 años, que estaban completamente sanas y ahora tienen sangre en orina y heces". El centro ha fijado turnos de 24 horas y tiene problemas de espacio para atender la oleada en los hospitales del norte, los más afectados.
No en vano, en menos de una semana se habían registrado hasta mil infecciones intestinales por Eschericia coli enterohemorrágica (EHEC), las mismas que normalmente se cuentan en un año. Así, los hospitales deben transferir a pacientes con síntomas graves (diarreas sanguinolentas, trastornos nerviosos y del habla e incluso insuficiencia renal por el síndrome urémico hemolítico, SUH) a otras regiones y mandar a casa a enfermos recién estabilizados.
Hamburgo incumplió el protocolo de alerta de la Unión Europea
La primera terapia que se aplicó fue la plasmaféresis, un método mediante el cual se sana el riñón y el hígado, al eliminar las toxinas contaminadas con el intercambio del plasma sanguíneo un mínimo de tres veces diarias durante cuatro o cinco días. Eso se traduce en diez litros de plasma por cada paciente con SUH, o lo que es lo mismo, el que se extrae de entre seis y diez donantes. Sin embargo, esta terapia ha resultado inútil, con lo que en Hamburgo los médicos iniciaron recientemente un nuevo tratamiento basado en infiltraciones de anticuerpos de Eculizumab, con el que científicos de Heidelberg, Montreal y París experimentaron hace unos años con éxito.
No obstante, los resultados aún tardarán en conocerse. El agente patógeno HUSEC041 (O104:H4) es una nueva variedad, hasta ahora desconocida, que se perfila como un "pariente lejano" de la cepa más común que causa la enfermedad por E. coli. Es la conclusión a la que llegaron la semana pasada científicos de Hamburgo y China, quienes consiguieron descifrar el código genético de la bacteria, hasta dos y tres veces más agresiva que la E. coli original, hallada en 2001.
Hasta hoy, se habían dado muchos palos de ciego, como las acusaciones contra los pepinos españoles y holandeses (que contenían EHEC, pero de otro tipo). El sábado, por fin, se concretó una línea de investigación en torno a un restaurante de Lübeck (cerca de Hamburgo), donde 17 de los infectados, de distintos grupos y lugares, comieron entre el 12 y el 14 de mayo.
Los agricultores alemanes han perdido 30 millones de euros
Así, las autoridades investigan ahora toda la cadena de distribución y transporte de los productos del local. La búsqueda se acota cada vez más a la región de Hamburgo y alrededores, y en especial a su gran mercado local. Los expertos siguen sin descartar que el germen pueda proceder de aguas fecales humanas, que el contagio se produzca de persona a persona o de animal a persona.
Mala gestión políticaEn los últimos días, numerosos organismos han lanzado alertas sanitarias a la población. Las autoridades alemanas mantienen la alerta en el norte del país sobre el consumo de verdura cruda, en especial pepinos, lechuga y tomates sin cocinar, como hicieron al inicio de la epidemia. La OMS advirtió a los viajeros dispuestos a visitar el país centroeuropeo de los riesgos de la epidemia. La UE hizo lo propio y recomendó cumplir "medidas de higiene". "Aquél que padezca diarrea sanguinolenta, fuertes dolores de estómago y haya viajado a Alemania recientemente debe recibir consejo médico de inmediato", señaló la ONU.
El modelo descentralizado
del país provoca
el caos informativo
Asimismo, la gestión de la crisis se complicó aún más por la falta de indicios y experiencia de las autoridades sanitarias de Hamburgo, que se precipitaron al lanzar sus dardos contra la huerta española, sin avisar al Gobierno de Berlín ni respetar el protocolo de alerta de seguridad alimentaria de la UE, que desde 1979 permite avisar a todos los países. Pero el Ejecutivo de Ángela Merkel, lejos de criticar la actuación de Hamburgo, la justificó.
La responsable de Sanidad hamburguesa, Cornelia Prüfer-Storkcs, apenas lleva un par de meses en el cargo y su experiencia en el ámbito sanitario se reduce al sector privado. Lo mismo sucede con el ministro de Sanidad, el liberal Daniel Bahr, quien entró en la oficina hace menos de un mes. La gestión de ambos desató una avalancha de críticas desde la oposición e incluso de gobiernos extranjeros como el español, el sueco o el checo.
Las instituciones, ante la presión, redirigen las preguntas a otras oficinas. "No le puedo contestar yo, sino el ministerio de Sanidad", señalan desde Agricultura. En Sanidad, "no pueden clarificar" dudas básicas, porque no saben nada. El caos define la política de información de las autoridades alemanas en esta crisis. El motivo pasa claramente por el tradicional modelo descentralizado de la República Federal, donde la gestión se realiza desde los distintos estados federados, un esquema que en casos como este, sólo genera desinformación.
La empresa cultiva brócoli, guisante, garbanzo, judía, ajo, lenteja y rábano
El experto sanitario de los socialdemócratas, Karl Lauterbach, exige al Gobierno que decrete el estado de emergencia en el Ministerio de Sanidad, "porque la responsabilidad sólo recae en las clínicas y oficinas locales, el Instituto Robert-Koch y las autoridades sanitarias". En la misma línea, la portavoz del consumidor de los Verdes, Nicole Maisch, señala que "incluso las medidas que adoptan las regiones no están coordinadas".
La otra crítica llega de parte de los agricultores alemanes, quienes tiran a la basura casi 20 toneladas de verdura diaria, debido a una caída en el consumo de hortalizas del 70%. Aunque en menor medida que en España, los hortelanos denuncian pérdidas por valor de dos millones de euros al día. Según afirmó el presidente de la asociación de agricultores, Gerd Sonnleitner, serían ya 30 millones.
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