Este artículo se publicó hace 3 años.
La guerra en Ucrania simboliza la diplomacia del 'macho alfa' y la invisibilización de las mujeres en la primera línea política
Los procesos de paz que cuentan con presencia femenina son más posibles y más duraderos. Sin embargo, en los últimos años ellas solo han mediado en el 2% de los conflictos internacionales.
María G. Zornoza
Bruselas-
El poder ejecutivo global y la diplomacia de alto nivel se escriben con acento masculino. Y la guerra en Ucrania vuelve a recordarlo. Joe Biden, Volodimir Zelenski, Vladimir Putin, Emmanuel Macron, Recep Tayyip Erdogan, Olaf Scholz, Josep Borrell, Xi Jinping o Jens Stoltenberg. La guerra en Europa deja constancia de la invisibilización de las mujeres en la diplomacia internacional. El conflicto en Ucrania tiene nombre masculino y su camino hacia la paz también.
Solo el 4% de los acuerdos de paz entre 1992 y 2011 tuvieron firma de mujer. Ellas representaron el 9% de los negociadores en estos procesos. Entre 1990 y 2017 solo mediaron en el 2% de los casos de paz. Sin embargo, numerosos estudios revelan que la participación de las mujeres en la alta diplomacia es fundamental para poner fin a conflictos que emergen en todos los conos del planeta, como ponen de relieve los ejemplos en Libera, Irlanda del Norte, los Balcanes o Filipinas.
"Una tercera guerra mundial sería nuclear, destructiva". "Vamos a enviar a Ucrania armas e incluso aviones. No estamos hablando solo de munición, sino de las armas más importantes para ir a la guerra". "Putin es un criminal de guerra". "Mujeres, estad orgullosas de los soldados rusos que están participando en la operación militar especial". Estas declaraciones de los últimos días pronunciadas por Lavrov, Borrell, Biden o Putin reflejan lo que algunos académicos catalogan como "la política exterior del macho alfa".
En paralelo, el contexto global deja una radiografía de líderes populistas desde Brasil hasta Polonia o Rusia que están revirtiendo décadas de progreso en igualdad. "La subordinación de las mujeres se ajusta a la visión de estos líderes en torno a que el orden político natural se basa en la dominación masculina y la segregación de género", recoge el estudio Liderazgo político y juegos multinivel de género en política exterior publicado por la revista International Affairs. Es una tendencia hacia la "remasculinización de la política internacional".
Invisibilizadas y victimizadas
Las mujeres son proyectadas en las guerras principalmente como víctimas. En muchos conflictos globales sus historias son las de personas que huyen o que son agredidas sexualmente. Desde que estalló la guerra en Ucrania, las fotografías que inundan las portadas de los medios de comunicación son las de madres huyendo con sus retoños cargadas de dolor y sufrimiento y escoltadas por los militares. Pero detrás de ello hay incontables mujeres fuertes, resilientes. En el frente y en la retaguardia.
La Comisión Europea ha alertado recientemente del riesgo de que las mujeres que escapan de las bombas rusas caigan en manos de traficantes. A menudo, durante los conflictos, las mujeres se encuentran atrapadas en una paradoja: son las víctimas civiles más expuestas y al mismo tiempo su margen para prevenir los enfrentamientos es muy limitado debido a su ausencia generalizada en las mesas de negociación y en los altos puestos de influencia. "La exclusión general de las mujeres en las posiciones de toma de decisión antes, durante y después de los conflictos armados refuerza su victimización", recoge una resolución de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.
Un papel fundamental para la perseverancia de la paz
La resolución 1325 de la ONU subraya la importancia del papel de las mujeres en la prevención de conflictos y en el mantenimiento de la seguridad. En base a la asimetría e infrarrepresentación femenina en las mesas de negociación, Naciones Unidas urge a los gobiernos a impulsar su presencia en todos los niveles de la esfera diplomática. Tras analizar 40 procesos de paz diferentes consumados desde la Guerra Fría, el organismo que lidera Antonio Guterres concluye que "en aquellos casos en los que las mujeres han tenido una fuerte influencia en la negociación han existido muchas más posibilidades de alcanzar un acuerdo que en aquellos en los que no estaban presentes".
Y no solo eso: la solidez de los acuerdos se dispara. Las posibilidades de que la paz se respete y perdure en el tiempo aumentan un 20% si hay mujeres partícipes. Los estudios revelan que los acuerdos de paz firmados por lideresas guardan correlación con el éxito de que estos se implementen y perduren. El análisis del Insituto de Ginebra sobre Broadening Participation Process lo deja patente: en aquellas negociaciones en las que ellas estaban presentes, un acuerdo de paz era casi siempre alcanzable.
Además, los expertos subrayan la necesidad de contar con ellas, con su conocimiento y experiencias para consumar unos planes hacia la reconciliación y la reconstrucción igualitarios. Según datos de Naciones Unidas, sólo el 27% de los acuerdos de paz firmados en 2017 contenían políticas con perspectivas de género.
Muchos se preguntan por qué. "La participación de las mujeres se relaciona con un dilema más amplio sobre los fines y los medios del establecimiento de la paz: si el objetivo de un proceso de paz es solo poner fin a la violencia, es poco probable que las mujeres, que rara vez son las beligerantes, sean consideradas participantes legítimas", explica Marie O'Reilly, experta de seguridad y género.
¿Del 'Hard power' al 'Smart power'?
Varias investigaciones recogen que la inteligencia emocional y el liderazgo femenino aportan un gran valor añadido en el diálogo sobre la resolución de conflictos. "Esta teoría podría verse como un corolario de la creciente importancia del soft power (poder blando) en la política exterior y de la promoción de la igualdad de género como una forma de smart power (poder inteligente), afirma la investigación de International Affairs. Al mismo tiempo, una pesquisa liderada por Michael A. Genovese concluye que las mujeres líderes tienden a actuar de forma más "masculina y agresiva" en temas de política exterior para liberarse de la histórica etiqueta de "debilidad femenina".
Desde el inicio de la ofensiva bélica desatada por Vladimir Putin contra su vecino, la UE ha pasado de la acción de la reacción. Y de la diplomacia a una creciente narrativa beligerante. El bloque comunitario ha dado un paso sin precedentes en su historia pacifista: enviar por primera vez armamento y material bélico a un país en guerra. Los europeos han pasado a la página del hard power. "Las fuerzas del mal, las fuerzas que pugnan por seguir utilizando la violencia como forma de resolver los conflictos, siguen vivas y debemos demostrar una capacidad de acción más poderosa, consistente y unida de lo hecho hasta ahora", señalaba recientemente Borrell ante el Parlamento Europeo. Ya años atrás, cuando asumió el cargo de jefe de la diplomacia europea, el español apelaba a la UE a utilizar el "lenguaje del poder". Y la guerra en Ucrania ha allanado el camino para ello.
La guerra declarada por Vladimir Putin deja muchas incógnitas. Y una de ellas es si la marcha de Angela Merkel, con quien mantenía una buena relación, pudo influir en sus planes. El legado de la canciller está siendo revisado estos días por la política apaciguadora hacia Moscú impulsada por Merkel durante muchos años. En momentos de incertidumbre y volatilidad como el actual es imposible vaticinar si la presencia de la alemana en la primera línea diplomática afectaría al curso de la guerra en Ucrania. Pero lo que sí es más certero, según multitud de investigaciones, es que la presencia de voces femeninas en la mesa de negociación será un revulsivo para la paz.
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