EEUU intenta imponer su estrategia sobre Ucrania en la reunión del G-20
Estados Unidos aprovecha la reunión del G20 en la India para tratar de dominar la apuesta bélica de Occidente en Ucrania, con Rusia y China como un nuevo eje del mal.
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La diplomacia ha fracasado en la reunión del G-20 y no ha amortiguado el terremoto geopolítico que ha causado la guerra de Ucrania en todo el planeta. Las brechas abiertas por el conflicto son muy profundas y no parece que el diálogo internacional vaya en breve a sustituir al fragor de los cañones. La guerra está mostrando las divisiones entre Occidente y Oriente, entre el norte y el sur, entre los países más ricos y los emergentes, con EEUU liderando la apuesta bélica occidental frente a la llamada a la paz de muchos de los países menos favorecidos.
En su primer cara a cara desde que comenzó la guerra hace un año, los máximos representantes diplomáticos ruso y estadounidense, Serguéi Lavrov y Antony Blinken, no han cedido un ápice en el duelo que sus respectivos países mantienen en torno a la guerra de Ucrania. En Nueva Delhi, ciudad que ha acogido esta reunión del G20, Lavrov y Blinken se han contemplado con el desdén y la animadversión de los ministros de Exteriores de sendos países en guerra.
En una sorpresiva reunión de apenas diez minutos, la primera desde enero del año pasado, el secretario de Estado estadounidense demandó a Lavrov la vuelta de Moscú al Nuevo Tratado de Control de Armas Estratégicas. Con ocasión del primer año de la guerra, el presidente ruso, Vladímir Putin, había anunciado la suspensión temporal de la participación rusa en ese tratado que regula las pruebas nucleares y la fabricación y despliegue de armas atómicas. Putin daba así vía libre a la posibilidad de un rearme nuclear.
El viceministro ruso de Exteriores, Serguéi Riabkov, quiso dejar claro que Rusia no llevará a cabo pruebas nucleares si Estados Unidos no hace antes lo propio, pero manifestó que Moscú no dudaría en hacerlo en caso de que Washington tome ese camino.
Blinken reiteró en Delhi su apoyo sin fisuras a Ucrania, valorado hasta el momento en más de 30.000 millones de dólares aportados en armamento y asistencia milita, y con otro tanto pendiente de ser asignado al país eslavo. Estados Unidos es el principal apoyo del Gobierno de Volodímir Zelenski, cuyas arrebatadas proclamas se echaron de menos en esta reunión del G20.
Sí se escucharon las palabras del régimen chino en boca de su ministro de Exteriores, Qin Gang, quien abogó a favor de la paz y recordó el plan de doce puntos planteados por Pekín para avanzar hacia el armisticio. "China promoverá activamente negociaciones a favor de la paz", dijo Qin en Nueva Delhi.
China insiste en el diálogo, pero abraza a Lukashenko
Pekín sigue ofreciendo un papel mediador en la guerra y al tiempo evita dejar aislado a Moscú, a quien considera un socio privilegiado en la arena internacional. Aunque defiende la soberanía y la integridad territorial de los estados, y por ende de Ucrania, China no ha condenado la invasión rusa de este país y, en uno de los puntos de su propuesta de paz, pide la retirada de las sanciones occidentales sobre el régimen ruso.
China tampoco ha tenido escrúpulos para acercarse al principal aliado de Rusia en Europa. Pekín recibió esta semana al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, quien se reunió con su homólogo chino, Xi Jinping. Lukashenko, quien ya ha reiterado el apoyo a Putin en la guerra, permitiendo el paso de unidades militares rusas por su territorio camino de Ucrania y autorizando el estacionamiento de unidades rusas en Bielorrusia, abogó en Pekín por una salida "política" a la guerra.
Lukashenko defendió la propuesta de paz china, a la que calificó como "un paso nuevo y original que puede tener un impacto de gran alcance" hacia un alto el fuego. "Ni un solo problema en el mundo se puede resolver sin China", sentenció Lukashenko.
China ha criticado las sanciones occidentales, especialmente de Estados Unidos, impuestas sobre Bielorrusia, país que Pekín contempla como otra posible cabeza de puente económica en el espacio ex soviético y un reto a Washington. Por eso, la visita de Lukashenko a Pekín ha sido considerada como una respuesta contundente a la gira que hizo el secretario de Estado Blinken esta semana por dos de esas antiguas repúblicas ex soviéticas en Asia Central: Uzbekistán y Kazajistán.
Asia Central y la guerra de Ucrania
La invasión de Ucrania golpeó de manera contundente la imagen de Rusia en Asia Central, donde Moscú tiene aún intensos lazos. La guerra ha traído graves consecuencias para las economías centroasiáticas, muy afectadas por las subidas de los precios de los hidrocarburos y los alimentos. Y si de cara a la galería, los líderes centroasiáticos han defendido la inviolabilidad de las fronteras, sin embargo, aún persisten unos profundos lazos con Moscú en el ámbito de la seguridad y es evidente su cooperación para trasegar el petróleo del Caspio ruso hacia Oriente, en concreto hacia China, evadiendo las sanciones occidentales.
Por eso, la visita de Antony Blinken a Asia Central, su primera gira en la zona, quedó repleta de buenas palabras y promesas de inversiones estadounidenses destinadas a rivalizar con la también creciente presencia china en la región. Sin embargo, hubo pocas condenas de sus anfitriones hacia Rusia, más allá del descontento por la agresión de la hermana grande ex soviética a Ucrania.
Blinken en Nueva Delhi y tras verse con Lavrov no hizo mención al plan de paz chino, pero sí se refirió a las diez demandas que Zelenski hace para sentarse a la mesa de las negociaciones y que reclaman que Rusia se declare derrotada y se retire de todos los territorios ocupados, Crimea incluida, algo que el Kremlin no tiene intención alguna de hacer.
EEUU insiste en que China quiere enviar armas a los rusos
También puso Blinken sobre la mesa las "sospechas" sobre unos supuestos planes de Pekín para suministrar armas letales a Moscú, en concreto drones kamikaze, uno de los armamentos estrella en la guerra de Ucrania.
"Esta es una preocupación compartida" por muchos otros socios de Estados Unidos, dijo Blinken, que había sido planteada en el foro de Delhi incluso ante los representantes chinos. Si tales informaciones (cuyo origen no ha especificado la Casa Blanca) son reales, agregó Blinken, "esto sería un problema grave para nosotros en nuestra relación con China", que demandaría "sanciones y otras consecuencias".
Tales denuncias sobre el potencial envío de armas chinas a Rusia, basadas en supuestos informes de inteligencia estadounidenses, obvian, curiosamente, las decenas de miles de millones de euros que Occidente está proporcionando a Ucrania en asistencia militar y armas.
India, otro posible mediador
Y en todo este panorama, la anfitriona de estas reuniones del G20, India, aparece como un actor de un extraordinario potencial mediador en la crisis de Ucrania. Aunque las autoridades indias no lograron reducir las profundas diferencias en torno a la guerra, sus llamamientos a la calma y sus múltiples intereses con Rusia y Europa instituyen a India como posible mediador en un proceso de paz.
Mientras los países occidentales acusaban a Moscú en esta reunión de Exteriores del G20 de desestabilizar el mundo y demandaban su retirada de Ucrania, Rusia calificaba de "farsa" la actuación occidental en el encuentro y se burlaba del fracaso de las principales sanciones destinadas a tumbar la economía rusa.
Y en medio, India, cuyo primer ministro, Narendra Modi, vino a poner de manifiesto que la guerra de Ucrania no es el único ni el principal problema que afecta a esa gran parte del planeta que no es ni Rusia ni Occidente. Modi se refirió a "las múltiples crisis que afronta el mundo, con las naciones menos ricas que están siendo golpeadas con especial dureza", y de cuyas cuitas los países más ricos suelen tener buena parte de la responsabilidad.
En ese sentido, aseveró, "la experiencia de los últimos años, con la crisis financiera, el cambio climático, la pandemia, el terrorismo y las guerras, muestra claramente que la gobernanza global ha fallado". Gobernanza global facturada por ese Occidente liderado por Estados Unidos que tiene también en Asia puesta su mirilla, como ha sucedido con Rusia y sus adláteres ex soviéticos, esto es, Ucrania.
Otras maneras de entender la crisis
Las reuniones de los veinte países más desarrollados del planeta en la India, primero con sus ministros de Defensa y después con los titulares de Exteriores han dejado claro que la manera de entender el conflicto de Ucrania es muy diferente en Occidente y Oriente, en el norte liderado por Europa y Estados Unidos, y el sur de países emergentes y en desarrollo que no ven en los llamados BRICS, esto es, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, una guisa de eje del mal.
Mientras, en Estados Unidos y Europa los políticos apuestan por continuar la guerra el tiempo que sea necesario para que Ucrania recupere todo su territorio ocupado por Rusia, algo que cualquier militar bregado consideraría poco menos que imposible, en cambio, en China, India y otras potencias emergentes la solución es otra: la guerra debe terminar ya, incluso si ello implica la cesión a Rusia de territorios ucranianos.
En estos países emergentes y en desarrollo no ha hecho gracia alguna que Estados Unidos aproveche encuentros globales como el del G20 en Nueva Delhi para sondear el apoyo de sus amigos europeos, canadienses y Japón (los miembros del más rico y elitista G7) a la posible imposición de sanciones a China por esa supuesta intención de mandar armas a Rusia.
Ya no es una confrontación del civilizado Occidente contra Rusia. En buena parte del mundo se cuestiona esa concepción geopolítica unipolar cuyos jueces, desde sus púlpitos en Washington y Bruselas, dictan sentencia sobre el resto de habitantes del planeta, desde Pekín a Río de Janeiro, desde Delhi a Pretoria, desde Buenos Aires a Kiev.
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