Este artículo se publicó hace 7 años.
Edgar Morin: "Hay que decir no a la dominación racista"
El filósofo francés de 95 años llama a la resistencia frente a los nuevos líderes nacionalistas y advierte de que Le Pen “tiene posibilidades” de llegar al Elíseo.
Madrid--Actualizado a
Lleva más de 30 años intentando desentrañar la complejidad del pensamiento humano, buscando los hilos invisibles que, según él, mantienen unido al mundo. Ahora, cada vez más cerca de convertirse en un hombre centenario, Edgar Morin sigue buscando la unidad, si cabe con más convicción, en medio de esta época de cambios y rupturas.
El filósofo francés acaba de visitar España para clausurar un encuentro sobre diversidad cultural organizado en Granada por la Cátedra de Estudios sobre Civilización Islámica. Quería hablar sobre cómo salvar la diversidad en la unidad humana, pero acabó hablando inevitablemente sobre Trump y Le Pen, sobre los autoritarismos y la incertidumbre.
“Estamos en un momento de regresión histórica terrible”, afirma rotundo este “hombre-faro”, como lo definió durante el congreso el ex director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza.
A Morin le tocó vivir la Guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial y el mayo francés del 68, por eso sabe bien que “la historia humana es una historia de altos y bajos, de episodios de creación y destrucción”. Ahora, reconoce, toca época baja.
Peligrosamente baja.“Se trata de una crisis del planeta y de las naciones, el problema es que aún no sabemos cómo salir de esto. Hace años había esperanza en el porvenir y en el progreso, pero hoy en día no hay nada. Vivimos en una época de incertidumbre y precariedad”.
Al fundador del pensamiento complejo no le gusta hablar de populismos, lo considera una palabra “vacía de sentido”. Prefiere usar términos como pos democracia o sistemas autoritarios.
“El riesgo no solo está en Estados Unidos, también está en Europa, en Rusia, en Turquía, en Francia. Hay posibilidades de que Le Pen ascienda al poder”, recuerda el pensador.
Le duele hablar de la situación actual de su país, se aprecia en el cansancio de sus palabras. “Francia es un país de inmigración, fue país de acogida de decenas de disidentes.
La cultura francesa se fortificó en el siglo pasado gracias a la inmigración”, repite varias veces. “La perversión de los estados nacionales en Europa es el intento de purificación religiosa, étnica y nacional.
Se está utilizando la imagen del enemigo para dar fuerza al sentimiento de comunidad”. Sin embargo, él insiste, “Francia es un estado plurinacional”. Así se lo hizo saber al ex presidente François Hollande a quien intentó convencer de que incluyera esta definición del estado francés dentro de su Constitución. Nunca logró su objetivo.
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