Este artículo se publicó hace 3 años.
Diez años del atentado de Utoya: testigos con heridas abiertas y homenajes en Noruega y España
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseguró que la UE tiene una determinación "inquebrantable" de luchar contra el terrorismo, mientras que el presidente de la Eurocámara, David Sassoli, apeló a seguir "vigilantes" a las manifestaciones de odio.
El 22 de julio de 2011, Behring Breivik, orquestó un doble atentado contra aquellas personas que según él estaban convirtiendo Noruega al Islam. Primero, Breivik colocó una furgoneta-bomba en el complejo gubernamental de Oslo que acabó con la vida de ocho personas; después, disfrazado de policía llegó hasta la isla de Utoya donde se celebraban los campamentos de las Juventudes Laboralistas. El terrorista de extrema derecha estuvo disparando indiscriminadamente en la isla durante más de una hora y mató a 69 personas más, en su mayoría jóvenes.
La primera ministra noruega, la conservadora Erna Solberg, y su antecesor en el cargo, el socialdemócrata Jens Stoltenberg, llamaron hoy a levantarse contra el odio. "El terror del 22 de julio fue un ataque contra la democracia", apunta la jefa del Gobierno, a la cual secunda Stoltenberg: "La respuesta debe ser el 'nunca más' al delirio del odio". También el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseguró hoy que la Unión Europea tiene una determinación "inquebrantable" de luchar contra el terrorismo, mientras que el presidente de la Eurocámara, David Sassoli, apeló a seguir "vigilantes" a las manifestaciones de odio.
Diez años después del peor crimen que ha presenciado Noruega en tiempos de paz, las heridas siguen abiertas para muchos de los jóvenes supervivientes que vivieron aquella masacre. Según un estudio del Centro Nacional para la Violencia y Estrés Postraumático, uno de cada tres supervivientes de Utøya tiene TEPT y cefaleas crónicas; la mitad, ansiedad, depresión y problemas para dormir. Y un tercio no ha recibido ayuda suficiente.
"Existía pero no vivía"
Lisa Marie Husby, de 29 años y superviviente de Utøya, narra a EFE como vivió el atentado. Su madre le avisó por teléfono de que podían ser el próximo objetivo; cómo empezó a escuchar ruidos que parecían fuegos artificiales y vio a gente corriendo. "Perdí el control. Corrimos al bosque y entramos en una cabaña. Sabía que estaban disparando, pero solo podía pensar en dónde había dejado el bolso. Quería ir a buscarlo. Me dijeron que si me iba, cerrarían con llave y tendría que buscar otro refugio. Justo llegó una chica contando que le habían disparado y cerramos", recuerda.
Permanecieron tres horas. Y escucharon pasar a Breivik, que hizo varios disparos antes de desistir. Fueron rescatados por la policía, que les pidió salir con las manos en alto, mirando al suelo para no ver ni heridos ni cadáveres. Días después vinieron los funerales de amistades, incluida su mejor amiga, tantos que había que elegir a cuál ir. La visita al psicólogo, el diagnóstico de estrés postraumático (TEPT). Las pesadillas, las imágenes retrospectivas que la asaltaban por el día, el cansancio: "Veía mi vida pasar sin sentirme involucrada. Existía pero no vivía. Nada me interesaba ni me importaba".
Homenajes en Noruega y España
Los homenajes del décimo aniversario de la matanza empezaron un día antes, cuando la líder de la AUF en Noruega, Astrid Hoem, el primer ministro de Suecia, Stefan Loefven, y el líder del Partido Laborista noruego, Jonas Gahr Store, depositaron flores en el monumento en Utoya.
En Noruega han comenzado los actos esta mañana en el Ayuntamiento, primero, y en la catedral de Oslo, después, seguirán por la tarde una concentración en recuerdo a las víctimas en la isla de Utøya y, ya por la noche, un mensaje institucional del rey Harald dirigido a sus compatriotas.
Además, en España también se ha celebrado un minuto de silencio en conmemoración de las víctimas en el pueblo Alfaz del Pi (Alicante), que alberga una de las mayores colonias de noruegos fuera de ese país. Según fuentes del ayuntamiento de Alfaz, en el parque por la Paz Johan Galtung se ha guardado un minuto de silencio y se han depositado rosas rojas bajo la escultura 'Utoya', del artista vasco Agustín Ibarrola, una obra de arte que simboliza el compromiso con la libertad y con la paz.
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