Este artículo se publicó hace 4 años.
LíbanoDesesperanza en un Beirut devastado por la explosión: "Juegan con nuestras vidas"
La tragedia evidencia las deficiencias estructurales del país. Hay más de 150 muertos y unos 250.000 afectados.
Fátima Subeh
Actualizado a
Beirut se despierta hoy todavía conmocionada. Desde allí llegan las
escalofriantes imágenes de edificios completamente destruidos, vehículos
chamuscados, y las de muchos de sus vecinos recogiendo entre los desechos y
los cascotes lo poco que queda de sus hogares o negocios.
La tremenda explosión que tuvo lugar el pasado martes en la capital libanesa ha
dejado 154 victimas mortales hasta el momento, miles de heridos y a entre a entre 200.000 y 250.000 personas con sus casas reducidas a escombros y ruinas. Las pérdidas materiales rondan entre 3.000 y 3.500 millones de dólares, según los últimos datos de la gobernación de la capital libanesa.
"Lo que paso el martes es un reflejo de años de mala gestión del Gobierno, refleja años de corrupción. Juegan con nuestras vidas, sólo a esta clase política que tenemos se la puede culpar de lo que ha sucedido", cuenta conmocionada en una conversación telefónica con Público Yara Asmar, una joven beirutí de 28 años.
El estallido se produjo en un almacén situado en la zona portuaria de Beirut que guardaba desde hace seis años 2.750 toneladas de nitrato de amonio, una sustancia altamente inflamable, sin ningún tipo de seguridad. El puerto,
principal vía de acceso de la importación del país, ha quedado completamente
devastado y la onda expansiva ha convertido en escombros gran parte de la urbe.
Sólo las fotografías de la sangrienta guerra civil que duró más de quince años, pueden asemejarse a lo que ha quedado de la ciudad después de la explosión
Gemmayce y Ashrafieh, dos de las zonas más afectadas, concentraban un sin fin
de bares, terrazas, restaurantes y discotecas donde la juventud libanesa disfrutaba de su ocio y su tiempo libre. Sólo las fotografías de la sangrienta guerra civil que duró más de quince años, pueden asemejarse a lo que ha quedado de la ciudad después de la tragedia de este martes. "Me había imaginado como era Beirut durante la guerra civil por las historias que contaban mis padres, nunca pensé que yo la vería así con mis propios ojos", lamenta Asmar.
El déficit de infraestructuras es un síntoma evidente de la incapacidad del Estado para proveer los servicios mínimos a sus ciudadanos. Los libaneses conviven con cortes de luz diarios de hasta más de tres horas. Sufren la mala gestión del sistema de recogida de basuras, que derivó incluso en revueltas multitudinarias en el año 2015.
No hay agua potable en las casas, las carreteras se encuentran en muy mal estado, entre otras muchas cosas que hacen que la vida cotidiana de la población sea difícil. "Llevamos 30 años sufriendo cortes de electricidad, la corrupción, la crisis de la basura... el Gobierno libanés no abastece de absolutamente nada. Deberíamos, llegados a este punto, entender que vivimos en un gobierno fallido. Esto ya es una cuestión de supervivencia", remarca Yara Asmar.
"La devaluación de la moneda, la crisis económica, la covid y ahora esto", denuncia Yara Asmar
A todo esto hay que añadir una dura crisis económica, en la que la libra
libanesa se ha devaluado a niveles estratosféricos en los últimos meses. Por poner un ejemplo, una botella de agua costaba en un supermercado o tienda 500 libras, y ahora el precio ronda las 3.000. "Todo está mal. No tenemos dinero, la devaluación de la moneda, la crisis económica, la covid y ahora esto", denuncia la joven.
Yara trabaja como mánager regional en la fundación Fiedrich Naumann
Foundation middle East and North Africa. Esta ONG tiene una de sus oficinas en
pleno centro de Beirut, muy cerca de donde ocurrieron las explosiones. "Estábamos reunidos en la oficina cuando vimos la primera explosión. Yo sólo la
vi, ni siquiera la escuché, supongo que entré en una especie de shock. Después
corrimos hacia la cocina y explotó la segunda", rememora.
Por suerte, ni la joven ni el resto de sus compañeros de trabajo resultaron
heridos, y tampoco sus padres con los que vive en un piso que ha "quedado
completamente destrozado". Los muebles, puertas y ventanas de las viviendas, situada en Bourj Hammoud, el barrio armenio de la ciudad y otra de las zonas más sacudidas por la explosión, están hechas añicos. Miles de personas han
resultado heridas dentro de sus hogares.
Pese al dolor, la joven habla con orgullo de todas las iniciativas ciudadanas que
están ayudando como pueden a sus convecinos. "Han llegado voluntarios de
todo el país, algunos están abriendo sus casas a los que se han quedado sin
hogar... somos un pueblo solidario".
Mientras, los equipos de rescate continúan levantando escombros para encontrar a los cientos de personas que se encuentran desaparecidas. Los hospitales estuvieron totalmente colapsados, y algunos de ellos sufrieron grandes daños por la explosión. Estos dos días se han visto incluso imágenes de hospitales atendiendo a los heridos sin electricidad.
Para Yuri Zoghbi, un doctor libanés que ha socorrido a los afectados en un
hospital situado en la localidad de Zalka, en la periferia de Beirut, lo vivido el día de las explosiones fue "apocalíptico" y uno de los peores momentos de su vida: "Nunca he pasado por algo así".
Según el profesional, la situación fue totalmente "abrumadora" porque empezaron a llegar cientos y cientos de heridos, personas con todo tipo lesiones, "mucha gente mayor que se había caído y roto los huesos", entre otros muchos pacientes.
"La escena era una locura, como en una película, gente corriendo, todo el mundo estaba cubierto en sangre", cuenta Yuri Zoghbi
El hospital no disponía ni del "material" ni estaba "preparado para un situación" de este calibre, asegura. "Tratamos de atender a los máximos posibles, empezando por los más críticos, y a los menos graves los enviábamos a otros hospitales lejos de Beirut. La escena era una locura, como en una película, gente corriendo, todo el mundo estaba cubierto en sangre, llegó un momento que no sabíamos dónde colocar los muertos," cuenta compungido.
Para el doctor lo más difícil de todo ese momento fue atender a personas jóvenes que llegaron al hospital en estado muy grave. "Tratamos a personas en sus 20 o sus 30 años, con tantos huesos rotos, con tantas heridas de gravedad". Pese a todos los esfuerzos, no pudieron salvar a todos.
Zoghbi se siente orgulloso de todo el equipo sanitario que enfrentó la tragedia de una forma "súper cooperativa" y que hizo "todo lo que pudo" para salvar el
máximo de vidas posible.
El joven libanés termina la conversación con Público hablando de lo duro que ha sido y continúa siendo el ver a su alrededor "toda esa destrucción", el sufrimiento de su gente, de "amigos que han perdido su casa, ese lugar dónde uno encuentra seguridad, a sus familias". Y se pregunta cómo hasta ahora "nadie ha dado explicaciones, ninguno de nuestros políticos, de por qué toda esta gente ha tenido que morir".
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