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Clearstream, la empresa impenetrable

El duelo Villepin-Sarkozy es uno más de los episodios turbios de la compañía

ANDRÉS PÉREZ

Qué tienen en común Nicolas Sarkozy y Dominique de Villepin con las familias de cientos de soldados norteamericanos muertos en el atentado de 1983 en Beirut? Que todos ellos se estiman damnificados por unas listas de la firma luxemburguesa Clearstream. Si a eso se le añade que Bernard Madoff no fue damnificado, sino que damnificó gracias a ese tipo de listados, con un cartel así toda persona razonable diría que esa firma, Clearstream, hay que ponerla bajo vigilancia.

Pues bien: es todo lo contrario lo que está ocurriendo. Clearstream y su hermana-enemiga, la belga Euroclear, gozan de una salud excelente y de total libertad.

Clearstream, hoy perteneciente al Grupo Deutsche Börse, es algo así como la piedra filosofal de la locura financiera global. Junto con Euroclear, marca más pequeña, controlan casi el 100% de un sector de la economía particularmente curioso y rabiosamente de actualidad: el llamado clearing o 'compensaciones' internacionales.

La firma manejó una cuenta secreta iraní en Estados Unidos y varias de Bernard Madoff

¿Qué es el clearing global? Se trata de un sistema de pago y entrega totalmente informatizado, que permite intercambiar títulos y dinero de un punto a otro del planeta, estén donde estén, y a la velocidad de la luz. Garantizando lo que le interesa a la gente que anda por esos mundos y a esas velocidades: estar seguros de que quien paga manda el dinero y que quien debe cobrar realmente lo recibe. Y que la acción, bono o título llega a quien la pagó y no al especulador, agente secreto o narcotraficante de al lado.

Todo ello, efectuado con una última condición, indispensable: todo debe ser perfectamente opaco para el resto de los seres humanos. Un auténtico agujero negro. Jueces, periodistas y políticos deben llegar siempre demasiado tarde. Y, si llegan, puede haber errores informáticos en los listados a posteriori que impiden la pesquisa. Con esos listings erróneos sólo sale perjudicado el político, periodista o juez demasiado curioso.

Inversores globales, fondos especulativos, bolsas. También servicios secretos, intermediarios de ventas de armas, narcotraficantes y pagadores de comisiones ocultas. El dinero no es blanco ni es tinto, sino que pierde su color en las cámaras oscuras del capitalismo.

El diario que más sabe de reyes del tipo Midas, The Wall Street Journal, explicaba el pasado 12 de diciembre el último asunto turbio nuevo en el que se ha metido Clearstream. El Tesoro norteamericano descubrió y congeló, en 2008, unos 2.000 millones de dólares procedentes de Irán que se paseaban y operaban tranquilamente a partir de un Citibank de Manhattan, cuando deberían estar bloqueados por decisión de Washington.

Los fondos figuraban en una de las llamadas 'cuentas no publicadas' de Clearstream. Es decir que la empresa, amparada por el secreto bancario luxemburgués, posee los fondos originales iraníes, y luego abre a nombre propio, por cuenta de los iraníes, una 'cuenta Clearstream' en el Citibank neoyorquino.

Ahora, los abogados de las familias de los marines muertos en el atentado de Beirut de 1983, atribuido a Teherán por la Justicia norteamericana, quieren que se incauten esos 2.000 millones para pagar las indemnizaciones. Pero para incautar, habría que poder exigir a Clearstream que diga quiénes son los propietarios reales. Y no lo dice.

Antes de ese caso, en plena tormenta financiera de 2008-2009, se descubrió que unos listados de Clearstream autentificados, que contienen los nombres de las cuentas 'de contrapartida' (esto es, las abiertas en otras instituciones, Euroclear por ejemplo, para compensar lo que salga del propio Clearstream) contenían un nombre extraño en dos cuentas. Se trataba del Bank Madoff y la de Bernard L. Madoff Invest.Secur.LLC.

Si las firmas de clearing publicaran todas sus informaciones y sin errores informáticos podría seguirse la pista de ese dinero. Pero no se la sigue y Clearstream o Euroclear no ayudan a ello. El caso que enfrenta a Villepin y Sarkozy no es el primero de listings trucados o víctimas de errores informáticos. El periodista de investigación Denis Robert, y sus diferentes insiders dentro del sistema pudieron probar que la táctica del error informático provocado había existido a lo largo de los años noventa en Clearstream para borrar el paso de dinero por ciertas manos, o la llegada de cierto tipo de dinero a otras.

La lista de casos podría ser alargada, y toca escándalos lejanos como Elf-Ertoil, con implicaciones a alto nivel en España y en Francia. Pero ninguno de ellos pudo ser aclarado. Gracias a Clearstream y al clearing.

Ningún juez inquieta ya a Clearstream. En las cumbres del G20 sobre la moralización del capitalismo no se la cita. Peor aún. La Comisión Europea, decidida a estudiar con gallardía una nueva directiva para 'sistemas de Gobiernos más robustos en los mercados financieros' en sus reuniones del 22 de enero pasado, ha aceptado una honorable contribución a la reflexión hacia ese noble objetivo. Viene firmada: Clearstream.

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