China apuesta por la paz en Europa, pero se prepara para la guerra en Asia
El incremento del gasto militar en China desafía la carrera armamentística en plena guerra de Ucrania y amplía el choque con Estados Unidos por Taiwán.
China ha dado el espaldarazo en la reunión anual de su Asamblea Nacional Popular (ANP) a un aumento en su gasto armamentístico que entra aparentemente en disonancia con su postura pacifista en la crisis de Ucrania, pero que responde a la carrera de armamentos auspiciada por la guerra y avivada en Asia por su principal rival geopolítico, Estados Unidos.
Aunque China apuesta por un alto el fuego en Ucrania que ponga fin a la gravísima crisis económica internacional derivada de la contienda, el gigante asiático teme que la presión de Estados Unidos sobre Rusia, su gran rival en Europa, sobrepase los límites de esa guerra y llegue a la región de Asia Pacífico, donde el contrincante de Washington es Pekín y la manzana de la discordia es la isla de Taiwán.
Según los planes anunciados en esta reunión de la ANP, China incrementará su presupuesto de Defensa anual hasta los 210.000 millones de euros. El aumento del gasto militar chino supera al esperado crecimiento del PIB del gigante asiático en 2023, también apuntado en la ANP. Este crecimiento económico será del cinco por ciento para este año y dejará atrás el tres por ciento de 2022.
2027, una fecha inquietante para el crecimiento militar chino
Muy importante, e inquietante, ha sido la fecha que ha dado el primer ministro chino, Li Keqiang, como horizonte de esta escalada en el gasto militar. "Con el foco puesto en los objetivos del centenario en 2027 del Ejército Popular de Liberación, nuestras fuerzas armadas deberán trabajar para llevar a cabo operaciones militares, impulsar la preparación para el combate y mejorar su capacidad militar", explicó Li en su discurso sobre el estado de la nación pronunciado ante los legisladores reunidos en esta sesión anual de la ANP inaugurada el domingo.
Ese año 2027 es la fecha que diversos analistas y militares de Estados Unidos han señalado para el comienzo de una operación bélica a gran escala lanzada por China para conseguir la "liberación" de Taiwán, es decir, la reincorporación al territorio nacional chino de esta isla rebelde, independiente de facto desde 1949, cuando la bandera roja comunista empezó a ondear en Pekín.
Taiwán no es reconocida por la mayor parte de los países miembros de la comunidad internacional. Ni siquiera por Estados Unidos, que, sin embargo, se ha erigido en su defensor y ha comprometido su apoyo militar en caso de que China intente recuperar la isla a la fuerza.
China ve la huella de EEUU en la crisis de Ucrania
Con esta apuesta por el reforzamiento militar chino, el presidente Xi Jinping tiene en mente lo que en estos momentos ocurre en Ucrania. En este país no solo se dirime la invasión rusa, en lo que podría haber sido un conflicto post soviético más, o una cruzada de los países europeos por el derecho a la soberanía y la democracia de un estado sobre el que la atención antes era mínima, pues siempre se lo consideró a la sombra de Moscú. En Ucrania está en juego el empoderamiento de Estados Unidos como potencia hegemónica y sus repercusiones en el resto del planeta.
La ofensiva diplomática de los servicios de inteligencia y de los lobbies económicos estadounidenses en Ucrania se aceleró a principios de 2014, tras la revolución prooccidental del Maidán que derrocó al presidente Victor Yanukóvich, demasiado cercano a Rusia. En marzo de 2013, Xi Jinping había asumido la Presidencia china con un talante más combativo hacia Estados Unidos que sus antecesores inmediatos. Era hora de que Washington empezara a mover ficha para su nueva concepción del sistema de seguridad internacional sin Rusia y China como contrincantes.
Y si ya desde 2014, Washington se mostró insistentemente a favor de la entrada de Ucrania en la OTAN y de reforzar todos los vínculos posibles con esa república exsoviética, la Casa Blanca también aceleró en la última década su apoyo abierto a Taiwán. La visita el agosto pasado a Taipéi de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Nancy Pelosi, fue la gota que colmó el vaso de la paciencia china.
Xi Jinping saca la carta ucraniana y pone nervioso a EEUU
En esta crisis de Ucrania, la cúpula del poder chino ha podido comprobar hasta dónde puede llegar la involucración de Estados Unidos y sus aliados europeos en un conflicto armado que puede cambiar la estabilidad estratégica internacional. Y Taiwán aparece como ese foco de tensión abierto entre China y Estados Unidos que podría replicar en Asia la guerra de Ucrania.
La propuesta china de 12 puntos para alcanzar un alto el fuego en Ucrania no aparece así reñida con la estrategia militarista china en Asia. Ese plan de paz quiere eliminar un foco de tensión que está maltratando de manera irreversible la economía mundial (también la china) y, sobre todo, centrar la visión en la región que realmente importa más a los chinos, pero también a los estadounidenses, Asia y la cuenca del Pacífico.
La primera reacción de Estados Unidos al plan no fue directa. Simplemente aprovechó la Casa Blanca para acusar a China de preparar el envío de armamento letal a Rusia. Pekín negó ese suministro y Washington, aunque sigue sin revelar la fuente de esa información, insiste en no quitar el ojo de China.
Incluso los europeos han advertido a China, también sin pruebas aparentes, sobre sus "maliciosas" intenciones de ayudar a Rusia con armas. Han llegado a prevenir a Pekín de cruzar esa "línea roja" y a plantearse seguir a Washington en la imposición de sanciones a China. Todo ello mientras el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, no tiene problemas para instar a los miembros de la Unión Europea a que destinen otros 1.000 millones de euros este mes para la compra conjunta de armas destinadas a Ucrania. Quizá a través del llamado Fondo Europeo de Apoyo a la Paz.
Por eso no es extraño que, en esta partida con muchas barajas y con las cartas marcadas, China apueste en Europa por un plan de paz mientras en Asia se prepara para una eventual guerra por Taiwán, que podría tener lugar en 2027, 2025 o incluso este mismo año, según los más agoreros.
Taiwán denuncia incursiones chinas por mar y aire
Este lunes el ministro taiwanés de Defensa, Chiu Kuo-cheng, anunció que la isla estaba en alerta ante la "repentina entrada" de unidades militares chinas en zonas aledañas a su territorio e incluidas en su zona de identificación y defensa aérea. Todo ello, en medio de una escalada de tensión en el estrecho de Taiwán, que se ha visto avivada por las numerosas maniobras navales y aéreas chinas en el área.
Según Chiu, el Ejército Popular de Liberación envía una decena de aviones o barcos cada día a zonas cercanas a Taiwán. Agregó que algunas de estas unidades cruzan la línea media que divide el estrecho de Taiwán en sendas zonas de influencia china y taiwanesa. Esta línea que no reconoce tratado alguno es, sin embargo, la frontera extraoficial entre los dos países.
El ministro de Defensa de Taiwán lanzó otra advertencia: el ejército de su país se ha estado preparando para ser "el primero en disparar" en caso de que unidades o dispositivos militares chinos (incluidos drones y globos de reconocimiento) violen el que Taipéi considera su espacio territorial.
Es de comprender la preocupación de Estados Unidos por el creciente presupuesto de Defensa chino, una subida apuntalada por el anuncio de la ANP. Se teme que ese monto sea incluso menor del que realmente está destinado a mantener al millón de hombres operativos de su ejército junto con su ingente maquinaria militar, y a comprar nuevas armas, especialmente misiles.
Los estadounidenses insisten, por ejemplo, en que las 350 o 400 ojivas nucleares que tiene ahora China podrían convertirse en 1.500 hacia 2035, es decir el mismo stock que tienen ahora Moscú o Washington.
El presupuesto de Defensa de EEUU cuadruplica el chino
No se menciona tanto que el presupuesto de Defensa de Estados Unidos para el año fiscal 2023 será de 858.000 millones de dólares (unos 803.000 millones de euros). En ese monto están incluidas las partidas correspondientes para el apoyo a Ucrania y Taiwán.
En los últimos años y bajo la dirección con mano férrea de Xi Jinping, China ha intentado reducir esa brecha que existe con Estados Unidos, especialmente en el ámbito naval. Y aunque hay diferencias notables en cuanto al tipo de armamento –ahí están los 11 portaaviones estadounidenses frente a los tres chinos- las consecuciones chinas en la Defensa marítima son impresionantes, asustando mucho a los vecinos.
La guerra de Ucrania ha impulsado precisamente a este desarrollo naval chino, mucho más que el anuncio de Japón en diciembre pasado de que dedicará en los próximos cinco años cerca de 300.000 millones de euros para mejorar sus "fuerzas de autodefensa" o la decisión de Corea del Sur de quedarse buena parte de los arsenales de armas que fabrica.
China insiste en que son los otros quienes participan en la carrera de armas que afecta a medio mundo en estos momentos, desde la Alemania que ha prometido alcanzar los 100.000 millones de euros en gastos de Defensa hasta las empresas fabricantes de armamento de Estados Unidos, que trabajan día y noche para procurar a los países europeos las armas con las que proveer los arsenales vaciados en la contienda "proxy" contra Rusia.
Y como trasfondo siempre, esta guerra de Ucrania. Fue Fumio Kishida, el primer ministro japonés, quien en Singapur, el verano pasado, advirtió de que tenía el funesto presentimiento de que "lo que hoy sucede en Ucrania, podría suceder en el este de Asia mañana".
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