Este artículo se publicó hace 14 años.
Los cascos azules trajeron el cólera a Haití
Un informe médico solicitado por el Gobierno haitiano confirma que la epidemia nació en un campamento de la ONU
Confirmado: la epidemia de cólera que ha azotado Haití se originó en el campamento de los cascos azules nepalíes en Mirebalais, cercano al río Artibonite. ¿Cómo? A través de la introducción de materia fecal contaminada en el río. El informe del prestigioso epidemiólogo francés Renaud Piarroux, filtrado ayer en Puerto Príncipe a varias agencias, no deja lugar a la duda: una cepa importada generó el brote.
Desde el primer caso el 19 de octubre en Saint-Marc, cerca a Mirebelais, la cifra de muertos se ha disparado hasta 2.110. Todas las medidas tomadas hasta el momento no han logrado frenar la epidemia, que ha infectado a más de 93.000 personas y que se ha extendido por todos los departamentos llegando incluso a la República Dominicana.
El informe de Piarroux, enviado por las autoridades francesas a petición del Gobierno haitiano, asegura que "no hay otra explicación posible sobre el desarrollo de la epidemia en un contexto en el que no había cólera en el país y teniendo en cuenta la intensidad, la velocidad de propagación y la concentración de la bacteria vibrión en el delta del Artibonite", destaca AFP. Y es precisamente en el Departamento de Artibonite donde más muertes se han producido: 793.
Desde el primer momento, la prensa haitiana acusó a los nepalíes, mostrando fotos del drenaje de las aguas fecales del campamento de la Minustah, la misión de la ONU en Haití, en el río Artibonite. Estas acusaciones se transformaron en sospechas generalizadas y atizaron las protestas en Cabo Haitiano hace tres semanas, que provocaron varios muertos en enfrentamientos entre rebeldes y cascos azules chilenos. Puerto Príncipe también registró disturbios contra las fuerzas brasileñas.
La Minustah ha negado con reiteración que alguno de sus soldados haya provocado la epidemia. La ONU incluso realizó análisis entre las fuerzas nepalíes, sin resultado positivo. Los haitianos han mirado siempre con desconfianza, incluso con desprecio, a las fuerzas de paz asiáticas. Cien soldados de Sri Lanka fueron expulsados por tener relaciones sexuales con menores locales, a las que pagaban un dólar. Los locales se burlan de las fuerzas pakistaníes, saludándoles con el balido de las ovejas. "Son gente pobre que viene a un país pobre para ganar el dinero que jamás obtendrán en su país", es la opinión generalizada de los haitianos.
Médicos Sin Fronteras (MSF), que ha atendido a gran parte de los enfermos, insistió ayer en la necesidad de disponer de más agua clorada en la capital y otras provincias. "Los esfuerzos deben tocar las zonas más remotas si se quiere evitar la propagación de la epidemia", recomendó Stefano Zannini, jefe de la misión de MSF. Las estadísticas de afectados aportadas por las distintas organizaciones supera la cifra del Ministerio de la Salud Pública de Haití. Incluso Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, pronosticó que "las cifras reales pueden ser el doble, dadas las dificultades para acceder a distintas zonas del país".
A la falta de agua potable y a las miserables condiciones higiénicas se ha sumado un nuevo factor: el vudú. "Registramos un alto número de muertes en las comunidades donde la gente asocia la enfermedad con la brujería", desveló Angello Duvelsón, responsable de Salud en el suroeste, zona en la que se han disparado los fallecimientos (140) en los últimos días. Este recrudecimiento coincide con más de una decena de linchamientos en la misma zona. Las víctimas fueron siempre brujos, acusados de propagar la bacteria con una sustancia mágica.
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