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El atentado desata una cascada de donaciones a Trump, pero la renuncia de Biden equilibra el cheque de Harris

La crispación 'trumpista' ha dado paso a mensajes de reconciliación tras el atentado en Pensilvania que le han reportado pingües donaciones, sobre todo, de milmillonarios.

El expresidente estadounidense y candidato presidencial republicano para 2024, Donald Trump, a 16 de julio de 2024
El expresidente estadounidense y candidato presidencial republicano para 2024, Donald Trump, a 16 de julio de 2024. Europa Press

La precampaña electoral estadounidense ha entrado en una espiral de acontecimientos que se podrían calificar de impredecibles. Sobre todo, tras el intento de asesinato contra Donald Trump en Pensilvania y el inmediato aprovechamiento de su imagen como irreductible líder del MAGA (Make America Great Again) que le llevó a la Casa Blanca en 2016 y que ahora ha perfeccionado para volver a ser el futuro inquilino del Despacho Oval.

Casi sin solución de continuidad, la renuncia de Joe Biden a la carrera presidencial y la fulgurante nominación de Kamala Harris, su vicepresidenta, han traído aires financieros renovados hacia la causa demócrata. En gran medida, por sus rápidos mensajes de entusiasmo frente a la crispación made in Trump para captar votos indispensables como los de las comunidades negra e hispana o el sufragio femenino.
Pero, sobre todo, porque parece haber puesto el dedo en la llaga al asegurar con rotundidad que conoce perfectamente la naturaleza de su adversario y por lanzar el eslogan del debate: "La fiscal contra el criminal convicto". Una lucha entre las fuerzas del bien –la legalidad que encarna del pasado la aspirante demócrata– contra el mal, personificado en un Trump al que el Supremo ha ido reduciendo las peticiones de penas de una sucesión de causas judiciales; cada cual, más grave.

Sin embargo, en medio de este frenético caos, algo sigue sin cambiar. Las donaciones siguen creciendo y parecen por momentos subastas al mejor postor.

En esta desenfrenada carrera por recaudar fondos, el Partido Republicano, que ha proclamado a Trump aspirante oficial tras su paseo triunfal por las primarias y solo cuatro días después de salir casi ileso del atentado que casi le cuesta la vida, ha tomado una clara ventaja en la lista de contribuyentes.

Musk-Schwarzman-Zuckerberg: el tridente de Trump

Elon Musk es la controvertida mayor fortuna del planeta en 2023, y reconocido donante del Grand Old Party (GOP), dueño de Tesla o SpaceX, entre otros muchos emporios, como X, la antigua Twitter, comprada a golpe de talonario en 2022 para reconvertir el "estercolero" que, según Trump, le impedía propagar a los cuatro vientos las 30.573 mentiras que vertió durante su mandato, según The Washington Post. Ha prometido aportar nada menos que 45 millones de dólares mensuales a las arcas republicanas. El propio Musk lo negó días después, amparado en el secreto de las aportaciones privadas. Aunque pocos dudan de que, efectivamente, ha decidido contribuir a la causa trumpista. Igual que Mark Zuckerberg, dueño y señor de Meta.

Elon Musk ha prometido aportar 45 millones de dólares mensuales a las arcas republicanas

El de Musk, en cualquier caso, es todo un dispendio financiero. Si bien, resulta una minucia para un patrimonio personal valorado en 195.000 millones de dólares y solo superado por la familia de Bernard Arnault (233.000 millones), aunque a escasa distancia de Jeff Bezos (194.000) y Mark Zuckerberg (177.000) a tenor de la Lista 2024 de Ricos de Forbes.

La aportación de Musk es majestuosa si se tiene en cuenta que Joe Biden logró aumentar en 38 millones las donaciones su candidatura desde su desastroso debate de finales de junio contra Trump en la CNN. En medio ya de insistentes mensajes de notables personalidades políticas y empresariales para que abandonara por razones de salud. George Soros fue uno de los pocos que formalizó su respaldo al líder demócrata con una donación personal de cinco millones. Al igual que el ex CEO de Google Eric Schmidt y el magnate del sector inmobiliario Herbert Simon.

Sin embargo, otros posibles donantes decidieron esperar al desenlace del colegio cardenalicio demócrata. Con buen criterio. Porque en apenas dos días desde la renuncia de Biden, su número dos en el ticket presidencial asumió las riendas y preparó con sigilo, pero sin ningún disimulo, su candidatura, que varias jornadas antes de la convención de su partido ya era ganadora y logró su nominación. En ese escaso tránsito temporal, Harris acumuló 200 millones de nuevos fondos para su candidatura, señal casi inequívoca de que el traspaso de poderes demócrata reconfortó a sus simpatizantes y a un elenco notable de empresarios.

Uno de ellos sería Reed Hastings, jerarca de Netflix, quien supeditó su aportación dineraria al Partido Demócrata si había un cambio de candidato; es decir, si Biden renunciaba a ser cabeza de cartel electoral.

Reed Hastings condicionó su donación al Partido Demócrata a un cambio de candidato

La alternativa de Harris ha gustado a los simpatizantes de su formación. E, incluso, ha irritado a Trump, que la ha denunciado por, supuestamente utilizar de forma indebida casi 100 millones de las donaciones enviadas a Biden. Le reclama la devolución del dinero, toda una muestra de debilidad si se tiene en cuenta que ha arremetido contra ella cargado de ataques personales de corte racista y misógino e, incluso, arrojando comentarios sobre su vida sexual.

Biden, reveló la Comisión Federal Electoral (CFE), recaudó en el segundo trimestre 263 millones de dólares a través de Future Forward PAC, el fondo de grandes donantes demócratas. Pero Trump ya lideró las finanzas de campaña en junio, mes en el que recopiló 128,1 millones frente a los 91 de su todavía oponente Biden, que, sin embargo, le aventajaba en aportaciones de franquicias o contribuciones anónimas; eso sí, por escaso margen: 63,2 millones frente a 51,6. Y ya en mayo, el líder republicano se hizo con 331 millones de dólares. Con acólitos como Stephen Schwarzman, CEO de Blakstone, o John Childs y Chamath Palihapitiya, veteranos inversores de Social + Capital, como sus grandes impulsores durante la pasada primavera.

Otros, como Paul Singer, fundador de Elliott Investment Management, y antiguo donante de su principal rival en las primarias, Nikki Haley, también trasladaron su apoyo a Trump. En general, el ideólogo del MAGA ha logrado captar el trasvase de antiguos financiadores de Haley y de Ron de Santis, el gobernador de Florida que también le disputó unas semanas el cetro republicano.

Galper: "Cuando ellos lideran las encuestas, se produce una fuga masiva de fondos hacia sus arcas"

"Cuando ellos lideran las encuestas, se produce una fuga masiva de fondos hacia sus arcas", dice Josh Galper, estratega demócrata, a Bloomberg. Aderezada, convienen en reconocer desde los cuarteles generales de la formación de Harris, por una sucesión continuada de críticas vertidas por millonarios como Schwarzman, Harold Hamm (Continental Resource) o el fundador de Home Depot, Bernie Marcus, ante la supuesta falta de crítica republicana hacia la Administración Biden desde las elecciones de mitad de mandato en 2022. En especial, por su defensa de la transición energética, la condonación de las deudas estudiantiles y la política de subsidios a industrias y de ayudas a hogares y empresas.

Unos milmillonarios con fragilidad de memoria

Robert Burgess, editor ejecutivo de Bloomberg Opinion, pone el dedo en la llaga al resaltar que "los milmillonarios que apoyan a Trump tienen una memoria muy selectiva". A su juicio, el plan económico de la Casa Blanca, el Bidenomics, no solo ha aportado dosis de resiliencia inequívocas a los impulsos recesivos que ha manifestado el PIB en el mandato del dirigente demócrata, sino que ha arrojado varios jarros de agua fría sobre el doctrinario trumpista de potenciar la riqueza de las clases pudientes y de reducir los requerimientos regulatorios de no pocos sectores.

Muy en especial –y, de nuevo– del financiero, pese a la crisis de bancarrotas de bancos medianos que logró contener el Tesoro americano de Janet Yellen en 2022 y que los analistas juzgaron como un botón de muestra de que la desaparición de las exigencias de la Dodd Frank Act que aprobó Barack Obama en 2008 para frenar la sangría crediticia y de activos tóxicos bancarios y que dejó sin efecto en gran medida la Administración Trump fue a todas luces una equivocación.

La Tax Cuts and Jobs Act de 2017 de Trump fue "un ejercicio desproporcionado de beneficios a las grandes fortunas", en comparación con la Inflation Reduction Act (IRA) de Biden y sus balones de oxígeno al dinamismo, familias, empresas e industrias, con especial atención a las energías renovables y las tecnologías verdes, explica Brugess.

Con Biden, EEUU ha navegado en pleno empleo y ha marcado subidas retributivas medias del 5,8% el último año

Esta diferencia se aprecia, por ejemplo, en los datos de empleo. El nivel más bajo desde los sesenta se produjo con Trump, en 2019, con una tasa de paro del 3,5% y un incremento salarial del 3,6% en una economía agotada en su ciclo vital. Con Biden, EEUU ha navegado en pleno empleo y ha marcado subidas retributivas medias del 5,8% en los últimos 12 meses hasta junio, según la Reserva Federal de Atlanta, y con el PIB creciendo a comienzos de año al mayor ritmo de las potencias industrializadas, con permiso de la española.

Sin embargo, las expectativas de las donaciones, públicas y transparentes y privadas u opacas, se dispararán en los tres meses que faltan para la contienda electoral. La CFE certificó que en las elecciones de 2016 Trump y Hillary Clinton se gastaron 1.600 millones de dólares mientras que, en la contienda de 2024, Trump y Biden elevaron la factura hasta los 4.100 millones. Los cálculos de The Conversation buceando en datos evolutivos de la CFE elevan los desembolsos de ambas campañas hasta los 14.000 millones.

Haim Saban, fundador de BVS Entertainment, es el mayor donante demócrata, pese a criticar la política de Biden en Oriente Próximo. Y una de las voces junto a la de Hastings, el actor George Clooney o Gideon Stein, del fondo Moriah, dedicado a la promoción de los derechos humanos y la justicia social, que más forzaron la renuncia del presidente demócrata. Además de Abigail Disney, nieta del fundador del emporio de animación, o la física y filántropa Karla Jurvetson.

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