Sednaya, la cárcel siria que encierra el horror del régimen de Al Asad
Los equipos de rescate han encontrado los cuerpos de quince civiles asesinados "bajo brutales torturas" en sus instalaciones. Amnistía Internacional califica la prisión como "un matadero humano".
La cárcel de Sednaya, ubicada a unos 30 kilómetros al norte de Damasco, se ha desvelado en los últimos días como la sala de máquinas de la represión ejercida por el régimen de Bashar Al Asad. Los equipos de rescate han encontrado los cuerpos de quince civiles asesinados "bajo brutales torturas" en sus instalaciones, según ha informado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Amnistía Internacional, de hecho, ha llegado a calificar Sednaya como "un matadero humano" donde, estima, al menos 30.000 presos fueron ejecutados o muertos por torturas, hambre o falta de atención médica entre 2011, cuando se inició la guerra civil en el país, y 2018. En ese misma línea se expresa la Asociación de Presos y Desaparecidos de la Prisión de Sednaya (ADMSP), que no duda en tildar el centro de "campo de exterminio".
Por el momento, los rescatistas continúan las labores de búsqueda de supervivientes en esta prisión. La Defensa Civil siria, conocida como los cascos blancos, llegó el lunes a esta prisión, que era gestionada por la Policía Militar siria y conocida por el uso de la tortura contra miles de presos, para rescatar a detenidos en posibles celdas subterráneas ocultas.
En un comunicado enviado esta madrugada, el grupo ha indicado que había llevado a cabo una "búsqueda exhaustiva en todas las secciones, instalaciones, sótanos, patios y áreas circundantes de la prisión" con la ayuda de "personas familiarizadas" con el recinto.
Durante la operación, en la que han participado cinco equipos de rescatistas, se han inspeccionado "todas las entradas, salidas, conductos de ventilación, sistemas de alcantarillado, tuberías de agua, cableado eléctrico y cables de cámara de vigilancia" de la cárcel, pero "no se encontraron pruebas de celdas secretas o sótanos no descubiertos".
El domingo, los insurgentes declararon "libre" Damasco y el presidente sirio, Bashar al Asad, huyó a Moscú junto a su familia en el marco de una ofensiva insurgente que comenzó el pasado 27 de noviembre y fue liderada por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe), heredera de la exfilial siria de Al Qaeda.
Con el control de cada ciudad, el grupo fue abriendo las puertas de las cárceles, donde se encontraban numerosos prisioneros políticos, como han ido denunciando durante años organizaciones de derechos humanos, entre ellas la de Sednaya.
En esta prisión, que habría albergado entre 10.000 y 20.000 detenidos, según estimaciones de Amnistía Internacional, el uso de tortura y fuerza excesiva salió a la luz tras un motín de presos en 2008.
Desde el comienzo de la crisis en Siria en 2011, la prisión se había convertido en el destino final tanto de opositores pacíficos a las autoridades como de militares sospechosos de oponerse al régimen.
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