jerusalén
Las ocho condenas a muerte y a prisión dictadas esta semana por un tribunal saudí no bastarán para archivar el caso del asesinato de Jamal Khashoggi. Es muy probable que las denuncias internacionales, principalmente de distintas organizaciones humanitarias y de algunos gobiernos, choquen con la protección que Mohammad bin Salman recibe de Estados Unidos, pero esto no significará que se consumen sus intentos de cerrar el caso.
Los críticos sostienen que el juicio a puerta cerrada ha sido una farsa, y exigen la celebración de una investigación independiente de ámbito internacional, algo que la administración de Washington no apoya. Si Bin Salman no está implicado, argumentan los críticos, debería permitir una investigación de esa naturaleza, así como la entrada en el país de investigadores que interroguen a los sospechosos.
El fiscal Shalaan al Shalaan confirmó que el tribunal dictó cinco condenas a muerte de personas que “directamente participaron en el asesinato” en el consulado de Estambul el 2 de octubre de 2018, aunque no aportó los nombres de los condenados, que fueron juzgados a puerta cerrada.
Lo más destacado es que el jefe de los servicios de inteligencia, Saud al Qahtani, fue investigado por la fiscalía pero se le declaró inocente “por falta de pruebas”, y lo mismo ocurrió con su número dos, Ahmed al Assiri, quien según The Washington Post, el diario con el que habitualmente colaboraba Khashoggi, dirigió la operación.
Diplomáticos y miembros de la familia de Khashoggi presenciaron el juicio
De los once investigados por la fiscalía, cuyos nombres se desconocen, otros tres fueron condenados a 24 años de cárcel y el resto fueron absueltos. Aunque el juicio se celebró rodeado de un gran secretismo, las autoridades permitieron la asistencia de varios diplomáticos extranjeros y de algunos miembros de la familia Khashoggi.
La sentencia determina que “no hubo intención de asesinar” y que la muerte del periodista se produjo “de manera instantánea” y no premeditada. El tribunal también establece que Riad envió a Estambul a un “equipo de negociación” que buscaba “devolver” al periodista a Arabia Saudí, pero la situación se escapó de las manos y acabó con el crimen.
El cónsul general saudí en Estambul, Mohammad al Otaibi, que figuraba en la lista de los investigados fue declarado inocente. Según la sentencia, Al Otaibi estaba de permiso ese día. Precisamente esta semana Estados Unidos le ha prohibido la entrada en el país, lo que sugiere que pudo estar implicado en el asesinato.
Después de varias semanas de negar el asesinato, las autoridades de Riad reconocieron que sus funcionarios le habían dado muerte. El cadáver de Khashoggi nunca apareció y se sospecha que fue descuartizado y disuelto con ácido. Los servicios de inteligencia turcos afirman que fue asesinado en el interior del consulado y la CIA determinó que muy probablemente la orden partió de Bin Salman.
El director del periódico turco Sabah, Mehmet Celik, declaró que el juicio deja en suspenso varias preguntas clave y pone en tela de juicio la credibilidad del tribunal. “El hecho de varias personas responsables no hayan sido condenadas suscita preguntas sobre la credibilidad del juicio y sobre si los condenados han sido elegidos como chivos expiatorios”.
El Congreso estadounidense ha dado una semana a la CIA para que aclare si Bin Salman es responsable
El Congreso estadounidense ha dado una semana a la CIA para que aclare si Bin Salman es responsable, algo que el poderoso príncipe ha negado en varias ocasiones. Según sus propias explicaciones, Bin Salman es responsable en la medida de que los servicios de inteligencia dependen de él, si bien él nunca supo lo que ocurrió dentro del consulado.
Este mes de diciembre Arabia Saudí ha asumido la presidencia del G20 y algunos analistas señalan que posiblemente el juicio está relacionado con esta circunstancia. Riad querría conjurar con la sentencia su mala imagen internacional de cara a la cumbre del G20 que tendrá lugar en Riad en noviembre de 2020, aunque es dudoso que lo consiga. La política exterior saudí ha ido de mal en peor desde que Bin Salman se convirtió en el hombre fuerte.
Existen, sin embargo, indicios de que el príncipe quiere rectificar en algunos aspectos, aunque se trata de indicios tímidos que no garantizan el necesario cambio de rumbo que exige la situación. En este sentido, en las últimas semanas ha restablecido las comunicaciones con Teherán y con los huthíes de Yemen, y ha apoyado una incipiente mediación de Kuwait en la disputa con Qatar.
Distintos analistas extranjeros sostienen que el juicio, sin ninguna sesión abierta al público, no puede verse como justo. Máxime si se tiene en cuenta que el resultado es increíble: no parece probable que algunos elementos del “equipo de negociación” actuaran siguiendo decisiones personales sin que sus superiores en los servicios de inteligencia supieran lo que iba a suceder.
Bin Salman afirmó a un confidente que dispararía una bala a Khashoggi si insistía en no regresar al país
Según The New York Times, existen pruebas que apuntan directamente a Bin Salman y que están en poder de la CIA. En una ocasión el príncipe dijo a un confidente que dispararía una bala contra Khashoggi si insistía en no regresar al país y en seguir publicando artículos contrarios a las políticas del príncipe, lo que según el periódico sugiere que Bin Salman está implicado.
Pero Bin Salman cuenta con un apoyo considerable en el seno de la administración de Donald Trump, especialmente de su yerno, Jared Kushner, quien mantiene unas estrechas relaciones con el príncipe saudí. Eso explica que la administración haya tratado en todo momento de tapar cualquier sospecha en la implicación de Bin Salman.
La naturaleza de los vínculos de Bin Salman con la administración Trump es también sospechosa, pero su intensidad viene de antes del crimen de Estambul. En abril de 2018, por ejemplo, el príncipe realizó una visita a Estados Unidos que se cuenta entre las más prolongadas de un mandatario a ese país, ya que duró tres semanas.
Desde el asesinato de Khashoggi, Bin Salman parece estar atrapado por el espectro del periodista. Desde entonces no ha realizado ninguna visita de estado, ni siquiera a Estados Unidos o Europa, y se ha limitado a comparecer en algunos cónclaves internacionales donde ha tenido que hacer frente a las críticas.
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