Este artículo se publicó hace 12 años.
Año cero en Palestina
La plaza Yaser Arafat de Ramala se llenó de júbilo tras el reconocimiento como Estado observador en la ONU. Pese a todo, Netanyahu no va a parar las construcciones ilegales en los territorios ocupados
Eugenio García Gascón
La plaza Yaser Arafat está casi abarrotada de gente contenta, perfectamente consciente de que ha salido a la calle a celebrar una jornada histórica. Cordones adornados con banderas palestinas sobrevuelan la plaza de un lado a otro mientras en el centro se ha levantado una ruidosa plataforma desde la que distintos grupos y bandas lanzan sus notas musicales hacia la multitud enfervorizada. La mayoría son jóvenes de ambos sexos, muchos estudiantes, venidos hasta esta simbólica ubicación desde toda el área de Ramala, pero simultáneamente tienen lugar actos similares en las principales ciudades de la Cisjordania ocupada. Sobre la plataforma, desviada ligeramente hacia la izquierda, se ha colocado una pantalla gigante que permite a los congregados seguir en directo los discursos y demás ceremonias que han tenido lugar en Nueva York.
Desde los ventanales del Café Ramala, situado en la primera planta de un edificio de la plaza, varios curiosos fuman sus narguiles acompañados de café o té. Algunos han traído cámaras y sacan fotografías de lo que en cada momento ocurre en la plataforma o en el resto del campo visual. Las cristaleras de la cafetería muestran grandes fotografías de Arafat y de Mahmud Abás.
Los comercios de la zona, como los del resto de los territorios palestinos, estuvieron abiertos durante todo el día y, en ese sentido, la de ayer fue una jornada normal. Sólo después de los horarios de oficina se acaba de llenar la plaza. La gente sonríe abrigada, puesto que aunque se trata de un día templado, veintidós grados a la sombra, circulan de tanto en tanto rachas de aire que pueden resultar molestas.
Inmediatamente después de la votación en la Asamblea General, alrededor de la medianoche, los asistentes explotaron de alegría, saltaron, bailaron, cantaron y se abrazaron en medio de un gran entusiasmo. La plaza Yaser Arafat contaba con una fuerte presencia policial que no pudo evitar que algunos de los participantes dispararan ráfagas al aire.
"No vamos a la ONU con espíritu de revancha sino de paz, pero somos conscientes de que a partir de ahora tendremos ciertos derechos que podremos utilizar, y entre ellos está el Tribunal Penal Internacional. Deseamos que Israel no nos obligue a ir, pero si es necesario iremos", dice con resolución Xavier Abu Eid, que forma parte del grupo de apoyo del equipo negociador palestino.
Y esto podría ocurrir perfectamente en un futuro muy próximo puesto que nadie duda de que el primer ministro Binyamin Netanyahu en cualquier momento aprobará más construcciones en las colonias de los territorios ocupados. En una situación así, los palestinos tendrán en sus manos las herramientas del Tribunal Penal Internacional y la Cuarta Convención de Ginebra. "Ha sido un día de enorme felicidad sobre todo por la esperanza que se abre en dirección al futuro. Nuestro deseo es poner fin a 65 años de impunidad. El voto de Nueva York es contra la colonización, no contra Israel, y el resultado deberá trasladarse al terreno de alguna manera", señala Abu Eid.
Israel y los territorios ocupadosLa reacción de Israel ha sido finalmente moderada. Después de varios meses de amenazas y presiones, principalmente de la mano de Estados Unidos, el Gobierno hebreo ha optado por mantener un perfil bajo y asegurar que la votación de Nueva York no tendrá ninguna consecuencia. "No hay ninguna fuerza en el mundo capaz de hacerme ignorar la seguridad de Israel", manifestó por la tarde un desafiante Netanyahu.
Lo que se hace hoy en Nueva York es tratar de restablecer la legalidad internacional" Antes de partir para Estados Unidos, el presidente Abás dijo que si Israel no se aviene a mostrar flexibilidad en las negociaciones, él mismo invitará a Netanyahu a Ramala, le entregará "las llaves de Cisjordania" y se marchará a su casa. Si esto llega a ocurrir se crearía una situación caótica en los territorios ocupados, ya que Israel se debería hacer cargo de su administración, es decir volver a la situación que existió entre la guerra de 1967 y el estallido de la primera intifada en 1987.
"En este momento los palestinos nos encontramos contra la pared. Hemos intentado por todos los medios llegar hasta los israelíes, primero mediante la lucha armada durante 22 años, y después negociando durante 20 años, y nada ha dado resultado. Hubo una primera intifada, y luego la segunda, y seguimos perdiendo terreno día a día con confiscaciones de tierra, deportaciones de población en Jerusalén, la judeización de Jerusalén y de otras partes de Cisjordania, y con el muro. Lo que se hace hoy en Nueva York es tratar de restablecer la legalidad internacional", explica el doctor Mohammed Odeh, responsable de Fatah para España e Iberoamérica.
La votación de Nueva York ha coincidido con la jornada anual de solidaridad con Palestina, que se celebra justo en el aniversario de la partición de Palestina hace 65 años. Entonces los judíos lo celebraron por todo lo alto, y ahora les toca el turno a los palestinos, aunque todavía no está claro si la votación ayudará a avanzar su causa.
El profesor israelí Abraham Sela, experto en cuestiones palestinas de la Universidad Hebrea de Jerusalén, cree que el futuro del conflicto es incierto, pero no da a Netanyahu ni el beneficio de la duda. "En 1996, cuando se celebraron las primeras elecciones que ganó Netanyahu, un diario de Estados Unidos me preguntó qué pensaba del proceso de paz. Les dije que con Netanyahu llegaría el final de la negociación. Han pasado 16 años y sigo pensando lo mismo. No creo que la votación de Nueva York cambie las cosas. Además, Barack Obama carece de la fuerza necesaria para modificar el rumbo y el problema va a continuar igual", dice con pesimismo.
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