Marruecos lleva décadas expulsando a periodistas y activistas españoles del Sáhara Occidental
El pasado fin de semana un periodista de 'Público' fue expulsado de la ciudad saharaui de Dajla por el simple hecho de reunirse en una casa con activistas saharauis.
El punto álgido en estas prácticas de Marruecos ocurrió en 2010 cuando un numeroso grupo de periodistas españoles no pudo informar de una protesta saharaui en el campamento de Gdeim Izik.

Madrid--Actualizado a
El pasado domingo, un periodista de Público y dos activistas españoles fueron expulsados por Marruecos de la ciudad de Dajla, en los territorios ocupados del Sáhara Occidental. Llegaron el sábado en una nueva línea directa impulsada por la compañía Ryanair. Fueron vigilados de forma estrecha por la policía marroquí y obligados a salir de la ciudad tras reunirse en la casa de un activista saharaui.
Su caso no es ni mucho menos el primero. Este modus operandi de Marruecos se ha repetido durante décadas. Así lo han denunciado regularmente organizaciones internacionales. A algunos de ellos no les dejaron ni siquiera bajar del avión a su llegada a la capital del Sáhara Occidental, El Aaiún, situada a más de 500 kilómetros. Un destino al que hasta la fecha era un poco "más fácil" de llegar por tener conexiones aéreas desde otros puntos de Marruecos y también desde Las Palmas.
En el año 2019, desde Reporteros Sin Fronteras (RSF) se elaboró un extenso informe titulado "Sáhara Occidental: un desierto para el periodismo". Marruecos está situado ahora en el puesto 129 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de RSF. "Maneja con mano de hierro la información dentro del territorio, castigando de forma implacable el ejercicio del periodismo local y bloqueando el acceso de los medios extranjeros", destacaba ese informe.
El mismo informe añade lo siguiente: "Marruecos trata de garantizar que la información no salga, ni tampoco entre en la zona. La severidad con que el régimen marroquí trata a la prensa extranjera instalada en el país o que acude a él para informar puntualmente ha ido endureciéndose en los últimos años, según acreditan los propios reporteros presentes en la zona".
El punto álgido de las expulsiones durante los últimos años se produjo sin duda en el año 2010. A finales de octubre comenzó una protesta masiva en la que los saharauis conformaron un campamento en las afueras de El Aaiún que denominaron Gdeim Izik. La situación llamó la atención para los principales medios de comunicación españoles, que decidieron ir a informar sobre el terreno.
Prácticamente todos fueron expulsados: Ángels Barceló o Nicolás Castellano (Cadena SER) entre ellos. Pasaron toda una noche retenidos en una comisaría de El Aaiún. "Nuestra obligación es estar allí donde no se nos quiere, donde somos incómodos", dijo entonces la reputada presentadora radiofónica. "Las autoridades marroquíes no solo nos han engañado a nosotros, sino que han engañado al Gobierno español porque no han hecho nada de lo que le decían al Gobierno español que iban a hacer", añadió sobre las gestiones, improductivas, del entonces Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, que contaba con Trinidad Jiménez como ministra de Exteriores.
Además, durante esas fechas también se expulsó a dos periodistas de TVE uno de Onda Cero, dos de Antena3, una de la agencia francesa AFP, una de este mismo medio, Público (Trinidad Deiros), y dos periodistas de la agencia EFE. A ninguno de ellos se les dejó bajar del avión.
El informe recuerda también que por las mismas fechas, un grupo de periodistas españoles que asistía al juicio de activistas saharauis, en este caso en la ciudad marroquí de Casablanca, sufrió los insultos y escupitajos de parte del público presente, que la emprendió a patadas y puñetazos con el periodista de TVE Antonio Parreño y el de la Cadena Ser, Eduardo Martín.
Desde aquel año y en vista de lo sucedido, los intentos por visitar los territorios ocupados son menores. En 2015, con motivo del 40 aniversario de la Marcha Verde, Marruecos expulsó de nuevo al periodista Nicolás Castellano cuando intentada informar desde El Aaiún. "Seguimos sin saber qué está pasando en el Sáhara Occidental", dijo entonces.
No solo han sido periodistas españoles los expulsados en los últimos años. Entre 2016 y 2017 Marruecos echó a los periodistas polacos Dominik Sipinski y Anna Suzanna Olczak, al fotoperiodista alemán Axel Javier Sulzbacher, a la periodista francesa freelance Camille Lavoix o al periodista y corresponsal en Egipto de The Economist Roger McShane, entre otros.
Más recientemente fueron expulsados los fotoperiodistas Judth Prat o Bernat Millet, así como la reportera Ana Cortés, de Valencia Plaza. En 2022, tras intentar visitar a la activista saharaui Sultana Jaya, el activista Oriol Puig y el fotoperiodista David Melero también fueron expulsados.
Periodistas saharauis perseguidos y encarcelados
Algunos de estos últimos profesionales contactaron con periodistas saharauis que tratan de romper el silencio informativo en su territorio desde hace años. Bajo el nombre de Equipe Media se han organizado para informar sobre lo que sucede y han conseguido difundir algunos productos únicos como el documental 3 Stolen Cameras, realizado en 2017.
RSF contó con Equipe Media para realizar el mencionado informe. En 2019 se les concedió el prestigioso premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado. Sus integrantes han sufrido detenciones y agresiones de manera constante, según han denunciado incesantemente. Hace escasos meses, Mohamed Mayara, uno de sus integrantes, denunció una agresión en El Aaiún que pone de manifiesto "la vulnerabilidad de los defensores de los derechos humanos y la impunidad con la que operan los agresores".
Aparte de los periodistas, numerosos abogados o activistas españoles también han sido expulsados de manera arbitraria de los territorios ocupados del Sáhara Occidental o incluso del propio Marruecos. No se quedan atrás, como relató recientemente este medio, las expulsiones de delegaciones políticas españolas o procedentes del Parlamento Europeo que han seguido el mismo camino. La mayoría no consiguen ni siquiera bajarse del avión.
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