La satisfacción de los andaluces con la sanidad de Moreno Bonilla se desploma

Más de la mitad de los andaluces considera, seis años después de la llegada de Juan Manuel Moreno Bonilla (PP) al Gobierno andaluz, que la sanidad pública no funciona como debería y que son necesarias reformas y cambios estructurales relevantes, según se extrae del análisis realizado por Público del último barómetro sanitario del CIS, referido al año 2024, publicado a finales de febrero.

En Andalucía, un 22,70% de los encuestados por el CIS el año pasado asegura que el sistema "funciona mal y necesita cambios profundos" y un 33,89% considera que "necesita cambios fundamentales, aunque algunas cosas funcionan", lo que suma un 56,59%. Solo el 6,83% dice que "en general, funciona bastante bien". Para el 36,12% la sanidad "funciona bien, aunque son necesarios algunos cambios".

El descontento en Andalucía con el estado de la sanidad es el mayor de todo el Estado y no ha hecho más que aumentar en los últimos tiempos.

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En efecto, los datos son diferentes de los del resto del país. La media nacional es de un 43,49% de entrevistados que cree que el sistema sanitario necesita una reforma a fondo: 13 puntos menos que en Andalucía. En el conjunto de España, un 15,18% responde que "funciona mal y necesita cambios profundos" y un 28,31% dice que "necesita cambios fundamentales, aunque algunas cosas funcionan".

Aún así, las cifras son altas y revelan que la sanidad pública, si no lo es ya, se acerca mucho a ser un problema de Estado. Eso sí, en el Estado aún son mayoría quienes creen que el sistema público funciona bien. Así, para el 43,47% la sanidad "funciona bien, aunque son necesarios algunos cambios" y para el 12,40% "en general, funciona bastante bien".

En el año 2018, cuando el PP llegó a la Junta de Andalucía tras 37 años consecutivos de gobiernos del PSOE, la situación ya era preocupante. De hecho, el maltrecho estado de la sanidad fue una de las razones fundamentales —junto a otras, corrupción, desgaste, luchas intestinas…— que explican que los socialistas fueran desalojados de la Junta por una alianza de PP, Ciudadanos y Vox tras los comicios de diciembre de 2018. Ese malestar se expresó con contundencia en las calles en masivas manifestaciones.

Ahora, después de unos años de tregua tras el cambio de Gobierno, la preocupación es aún mayor que en 2018. Ese año, según el CIS, una mayoría aún pensaba que el sistema funcionaba razonablemente. El 14,50% consideraba que lo hacía "bastante bien" y el 44,20% que "bien, pero con necesidad de algunos cambios". Por otro lado, mientras que el 33,10% consideraba que eran necesarios "cambios fundamentales, aunque algunas cosas funcionan", el 7,10% directamente consideraba que el sistema había que "rehacerlo". Es decir, un 40,20%, una cifra bien abultada, pensaba entonces que ya la sanidad había llegado al límite.

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Esa era la situación entonces. En estos seis años de Gobierno del PP en Andalucía, el porcentaje de personas que considera que el sistema, por escribirlo en términos llanos, está cerca del colapso ha aumentado en 16 puntos. De ese 40,20% al 56,59% de hoy.

Medio punto menos

El CIS también pide a los encuestados que definan su grado de satisfacción con el sistema sanitario público. Los entrevistados tienen que dar una respuesta numérica entre el 1 y el 10. El 1 representa que están "muy insatisfechos" y el 10, "muy satisfechos". En 2024, la nota media que han puesto los andaluces ha sido de 5,75. Más de medio punto menos que el conjunto de los españoles, que han valorado al sistema con un 6,30, y la peor nota de todas las autonomías —a excepción de Ceuta y Melilla—.

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Esta pregunta, además, también muestra cómo ha aumentado el descontento de los andaluces. Hace diez años valoraban su sistema sanitario con un 6,28. La tendencia en Andalucía es, además, contraria a la del resto del país. Mientras la media del Estado ha repuntado en los últimos años tras la pandemia, en Andalucía la curva va hacia abajo.

Hay otra pregunta de los barómetros que también refleja la profundidad de los problemas en el Estado, en general, y en Andalucía, en particular. En el año 2024, un tercio de la población andaluza, el 33,81%, según el CIS, "alguna vez ha necesitado consultar" con un "médico/a de familia" y "no lo ha conseguido". Es la mayor cifra, cuatro puntos por encima de la siguiente comunidad, Castilla La Mancha, y nueve puntos por encima de la media del país.

No solo el CIS refleja esta realidad: también las encuestas que viene haciendo el Centro de Estudios Andaluces, institución que depende del Gobierno de Moreno Bonilla, dan cuenta de la creciente preocupación que existe al respecto de la sanidad en Andalucía. Así, en el último sondeo, a la pregunta de "¿cuál es, a su juicio, el problema que a usted personalmente le afecta más?", el 14,5% responde que el paro, la falta de trabajo, un mal endémico en Andalucía. Y justo a continuación, el 13% cita la sanidad. 

En este tiempo de gobierno del PP, la sociedad civil y los propios trabajadores del sistema público se han movilizado y las manifestaciones —incluida una huelga en el Sistema Andaluz de Salud— se han sucedido. No han sido tan multitudinarias como las de 2018, pero sí han sido periódicas. El próximo 5 de abril, hay otra convocada por cuatro sindicatos (CCOO, UGT, CSIF y USTEA) y las mareas en Sevilla. El malestar es máximo y es creciente.

Presupuestos, inflación y 19.000 millones

El Gobierno andaluz es muy consciente de los problemas y del malestar que poco a poco cala en la calle. Moreno Bonilla y sus portavoces hablan una y otra vez de presupuestos millonarios e in crescendo, lo cual lleva inevitablemente a preguntarse: ¿Cómo con unos presupuestos cada vez más altos prosigue el deterioro de la sanidad andaluza?

Quien mejor ha respondido a esa pregunta y quien mejor ha explicado lo sucedido en Andalucía con el sistema sanitario son las mareas blancas por la Sanidad, que antes con el PSOE, y ahora con el PP, vienen luchando por un sistema que funcione de un modo razonable y que sea 100% público, sin externalizaciones ni privatizaciones de servicios. 

En una frase lo resumen todo: "El sistema necesita más fondos". Así lo exponen en un documento de trabajo titulado Razones que aconsejan la tramitación y aprobación por el Parlamento de Andalucía de la proposición de ley que presenta la coordinadora andaluza de mareas blancas. Las mareas promueven estas semanas una Iniciativa Legislativa Popular. 

Por un lado, el sistema arrastra una infrafinanciación que proviene de la década entre 2010 y 2020, tras la crisis económica por la caída de Lehman Brothers, lo que llevó a recortes de los que aún no se ha recuperado. Las mareas cifran la infrafinanciación en una "cantidad acumulada de 19.000 millones de euros por los recortes efectuados en los sucesivos presupuestos".

¿Cómo llegan a esta cifra de 19.000 millones? En la ecuación meten la inflación. Así lo explican: "En el periodo 2010-2020, los recortes realizados en el Sistema Sanitario Público Andaluz alcanzaron la cantidad de 19.000 millones, estimada como la suma de las diferencias anuales entre el presupuesto de 2009 ajustado por el IPC —la inflación— correspondiente a cada año y el presupuesto real de ese año. Teniendo en cuenta que el presupuesto en 2009 fue de 10.275 millones, los recortes de la década siguiente representan la pérdida de casi dos anualidades".

"Los efectos de estos recortes fueron enormes: pérdida de plantilla (9.000 profesionales), con precarización y temporalidad creciente de la misma (un proceso que no ha cesado), disminución de recursos instrumentales y de actividades asistenciales; estos hechos tienen su consiguiente repercusión sobre la ciudadanía, que ve como desciende la calidad de la asistencia recibida. Estos recortes nunca se han restaurado", añaden.

Además de esa infrafinanción, el segundo factor externo de relevancia que ha afectado a la situación actual de la sanidad andaluza ha sido la pandemia por la covid-19. "La solución de esta grave situación —exponen en el estudio— recayó exclusivamente sobre las espaldas de un sistema sanitario público andaluz saturado y exhausto por los recortes".

"La pandemia evidenció el deterioro alcanzado por el sistema andaluz, situándolo en varios momentos al borde del colapso", analizan." Esto provocó —añade el trabajo—que las listas de espera para las patologías no-covid empeorasen aún más, dando lugar a la instauración de métodos asistenciales de dudosa validez clínica, como la generalización de las consultas clínicas telefónicas o las llamadas consultas de acogida".

"Una vez acabada la pandemia, estas medidas se siguen manteniendo e incluso se han extendido y empeorado con el aumento actual de la privatización, lo que ha consolidado el deterioro crónico y progresivo del sistema", se lee en el documento.

Las mareas señalan que también hay factores ideológicos en la ecuación que, a su juicio, agravan los problemas: "Aunque algunos de los problemas esenciales que afectan a la sanidad pública andaluza actualmente provienen, como se ha señalado ya, de gobiernos anteriores, la situación ha empeorado sustancialmente desde 2019, fecha en la que el Gobierno andaluz ha pasado a manos de partidos de derecha, claros defensores de la ideología neoliberal".

Así que finalmente, responden de esta manera a la pregunta planteada unos párrafos más atras: ¿Cómo con unos presupuestos cada vez más altos prosigue el deterioro de la sanidad andaluza? Las mareas aplican su criterio de cálculo y consideran que los presupuestos de 2023 y 2024, elaborados por los gabinetes del PP, son insuficientes para mejorar el sistema: "No es verdad que haya aumentado el presupuesto. Los presupuestos de 2023, 13.823 millones, y de 2024, 14.294 millones, están en el rango del de 2009 más los ajustes debidos a la variación del IPC". Para las mareas, estas cuentas, por tanto "no incluyen devolución alguna de los recortes de la década anterior".

Listas de espera

En el Gobierno andaluz son muy conscientes de esta problemática. Moreno Bonilla, amante de la estabilidad institucional, no por casualidad, ha tenido ya tres consejeros de Salud en seis años, y las críticas —junto a otras, como el abandono de la Cultura— y el malestar le llevaron incluso a remodelar el verano pasado su Ejecutivo.

También ha llegado a anunciar medidas a la desesperada, para frenar las listas de espera y los problemas que causa la incapacidad del sistema para atender la demanda, que han sido muy criticadas por los sindicatos.

Las listas de espera han llegado a alcanzar en este tiempo dimensiones enormes. Este mismo miércoles, el Gobierno andaluz ha hecho públicos los últimos datos. Aunque en un mar de cifras siempre se pueden encontrar elementos positivos para la gestión, como naturalmente ha hecho el Gobierno andaluz, hay una realidad que también emerge y es que las cifras globales del cierre de 2024 son solo ligeramente inferiores a las de diciembre de 2023. 

Así a finales del año pasado había en los hospitales andaluces 866.248 personas esperando una consulta. Doce meses antes eran 873.266, lo que supone un descenso de 7.018. En junio de 2019, a los seis meses de la llegada de Moreno Bonilla al Gobierno, eran 695.367. 

Además, el número de pacientes inscritos en una lista de espera quirúrgica en diciembre de 2023 ascendían a 216.769. Un año después son 212.426, apenas 4.343 menos. En junio de 2019, eran 151.837.

El CIS también preguntaba por los tiempos de espera. Este barómetro sanitario revela que el 63,95% de las citas de atención primaria en Andalucía se dieron pasado un día "porque no había cita antes". Este dato es de nuevo el mayor del país y supera en algo más de diez puntos la media del Estado, del 53,09%. Hay datos incluso más abrumadores: el 50,10% de esas personas que tuvieron que esperar para la cita no fueron atendidas por su médico hasta que había pasado más de una semana. De nuevo, un dato por encima de la media nacional, donde es del 32,91%, y, de nuevo, el porcentaje más alto entre todas las comunidades autónomas.