La llegada de François Hollande al Elíseo no sólo supuso la primera victoria de un candidato socialista en 17 años en unas elecciones presidenciales en Francia. Sarkozy perdió. Se retiró de la política. Y explotó una bomba. La derecha francesa se desangra incapaz de ponerse de acuerdo para encontrar un sustituto al que fuera presidente galo durante cinco años. La Unión por un Movimiento Popular (UMP) se ha convertido en todo un polvorín por la disputa entre el exprimer ministro François Fillon y el ultra y favorito de Sarkozy Jean-François Copé, y que ha fragmentado a la formación.
'Rajoy ha pulverizado su confianza y credibilidad. Las encuestas son demoledoras'
No es el único partido conservador en Europa que va a la deriva tras perder a su viejo líder. En Italia, el Pueblo de la Libertad (PdL) también habita en el caos tras la caída en desgracia del maltrecho Silvio Berlusconi. Son los dos ejemplos más significativos de la crisis de identidad que sufren estas formaciones. No son los únicos. Otros dirigentes conservadores tampoco lo están pasando precisamente bien. David Cameron en Reino Unido se enfrenta a varios frentes abiertos. Y sin ir más lejos, en España, la popularidad de Mariano Rajoy, con dos huelgas generales a su espalda en menos de un año, se hunde de forma imparable.
En la situación actual es inevitable hablar de la crisis económica como uno de los principales factores de la posible pérdida de hegemonía de estos partidos y sus Gobiernos. Es lo que le ha pasado a los socialdemócratas, los mayores perjudicados, hasta ahora, por las políticas de austeridad. Elecciones tras elecciones, el mapa europeo fue cambiando de tono. De Rojo a azul.
Esta tónica parecía que podría cortarse con la derrota de Sarkozy, aunque ya antes en Irlanda, en octubre de 2011, el veterano dirigente laborista Michael Higgins se impuso con inesperada solvencia al conservador Seán Gallagher. El exmandatario francés, retirado de la política, se ha visto obligado a intervenir en la guerra entre Fillon y Copé por el liderazgo de la UMP. Y, aunque, como recuerda el comunicólogo y profesor asociado en la Universidad de Besançon, Toni Ramoneda, sea habitual que la formación conservadora se divida en este tipo de disputas, tras las últimas primarias se ha partido, literalmente, en dos.
El Pueblo de la Libertad italiano está a punto de romperse en dos o tres grupos
'Entre la derecha francesa se echa de menos la situación anterior en la se mostraba unida, con un proyecto detrás', comenta a Público Ramoneda. Y debe ser cierto porque tras los comicios y las acusaciones entre uno y otro la mala imagen de la UMP se ha disparado hasta un 62%, lo que supone una subida de siete puntos. La ruptura entre ambos bandos, la clásica gaullista y el ala más ultra de Copé, el virtual ganador de las primarias, es tal que Fillon ha anunciado la creación de un grupo alternativo. Esta lucha de clanes, que el diario conservador francés Le Figaro no ha dudado en calificar de 'suicidio', se ha llevado por delante la credibilidad de los candidatos. 'Ni el uno ni el otro están en condiciones de crear un partido nuevo. No parecen tener ni el carisma, la fuerza y legitimidad hasta para imponerse dentro de su propio sector', explica el comunicólogo.
Antes de las elecciones internas, las encuestas hablaban de una victoria plácida de Fillon. Sin embargo, su rival optó por una estrategia que al propio Sarkozy ya le sirvió para evitar un descalabro mayor en las presidenciales de mayo. 'Copé no dudó en flirtear abiertamente con posiciones defendidas por la extrema derecha del Frente Nacional', aclara a este diario el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí. Ese escoramiento ideológico ha llevado a la UMP hasta la encrucijada en la que se encuentra. Ramoneda argumenta que ha sido Copé quien 'ha hecho el trabajo sucio y se ha ganado la legitimidad política, aunque ahora se encuentre con que no puede posicionarse y atraer el extremismo hacia sí mismo. Al contrario que Fillon, con menos personalidad, pero que al menos cuenta con una legitimidad moral con su apuesta más moderada y liberal'.
Entretanto, la guerra sigue abierta y promete con hacer perder a la UMP más poder del que se dejó ante los socialistas de Hollande. El caso francés, subraya Félix Ortega, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, 'es significativo acerca de lo que puede sucederles a los conservadores europeos en el poder'. La siguiente prueba, recuerda el profesor, es Italia, donde el PdL se encuentra ante un escenario aún más preocupante que el de la UMP: en menos de un año se enfrentarán a unas elecciones generales.
La extrema derecha se beneficia de la crisis de los partidos conservadores
Al igual que los franceses, los conservadores italianos siguen descabezados, algo que para gran parte de los miembros del PdL es casi una bendición. Berlusconi ha llegado a jugar con la idea de un posible regreso a la política a pesar de los escándalos que le llevaron a retirarse el año pasado. 'Va hacia atrás, luego hacia adelante, y luego otra vez hacia atrás', declaró la semana pasada el exministro de Exteriores Franco Frattini, miembro del ala moderada de la formación. 'Esta indecisión es un problema para el partido', lamentó.
Los recientes gestos de Il Cavaliere repercuten negativamente en los esfuerzos de su teórico sucesor, Angelino Alfano, para reconstruir una formación que está a punto de romperse en dos o tres grupos. En el proceso de primarias, que se iniciarán el 16 de diciembre, existe la posibilidad de que entren en juego personajes de otros partidos como los democristianos de la Unión de Centro (UdC) o los exponentes de la antigua formación posfascista Alianza Nacional. El grueso tradicional de centroderecha del partido parece incapaz de mantener la cohesión entre sus filas mientras el respaldo de la población no deja de caer: actualmente se sitúa en menos de la mitad del 37% que llevó al PdL a arrasar en los comicios de 2008.
Por otro lado, el espectacular avance en las encuestas del centroizquierda no es nada comparado con el de formaciones alejadas de la corriente política tradicional de Italia, como el Movimiento Cinco Estrellas del cómico Beppe Grillo que ahora ostenta el segundo lugar en intención de voto. La situación en el país es tan ambigua que cada día cobra más fuerza la idea de que quien consiga convencer al tecnócrata Mario Monti de que abandone su condición de senador vitalicio, por la que la ley le impide presentarse a unas elecciones, y forme parte de una lista electoral, ésta se llevará el gato al agua.
Activistas con máscaras de Rajoy, Hollande, Merkel y Cameron, durante una protesta en Bruselas. - REUTERS
Sin duda, la mayor beneficiada de esta crisis de los partidos conservadores ha sido la extrema derecha, 'que ha sabido colarse en el espectro político', apunta Gutiérrez-Rubí. Los ultras han adaptado su discurso populista y con su disfraz de antiglobalización han captado a un electorado harto de las políticas de recortes que se han llevado a cabo tanto a izquierdas como a derechas. Es el caso de Reino Unido, donde 'el partido xenófobo y euroescéptico de Nigel Farage, el UKIP, se ha ganado un puesto en la política británica, hasta el punto de que su línea ideológica parezca aceptable', continúa el asesor.
'Una ola de protestas sistemáticas puede tener efectos más decisivos que una huelga general'
No es el único asunto, ni mucho menos, que lleva de cabeza al primer ministro británico. Cameron sufrió un duro revés en las municipales de mayo, en las que los laboristas arrasaron. Desde entonces, su alianza gubernamental con los liberaldemócratas de Nick Clegg se ha debilitado tanto que se ha llegado a hablar de una posible dimisión. No ayuda el enfrentamiento entre el ala más dura de los tories, que han comenzado a espolear la bandera anti Unión Europea para censurar las medidas que impone Bruselas para controlar el flujo financiero en la City.
La oleada de protestas contra los drásticos recortes del Gobierno británico se ha llevado por delante la popularidad de Cameron. El caso de Rajoy en España es calcado. El jefe del Ejecutivo español no se ha cansado de incumplir sus promesas electorales. La última, con las pensiones. 'Rajoy ha pulverizado su confianza y credibilidad. Las encuestas son demoledoras', sentencia Gutiérrez-Rubí. Asimismo, el profesor Ortega avisa de que aunque 'las huelgas generales en España no han debilitado demasiado a los Gobiernos, una ola de protestas sectoriales, sistemáticas y continuas puede tener efectos mucho más decisivos' además de que, aunque no existe una alternativa sólida y convincente, 'las crisis prolongadas puedan dar sorpresas'.
Una de los pocos dirigentes conservadores europeos que se salva de la quema es la canciller alemana. Angela Merkel, a pesar de los castigos que su Unión Demócrata Cristiana (CDU) ha sufrido en diversas elecciones regionales, conserva un alto porcentaje de popularidad, y con ella todas las opciones para no salir derrotada en los comicios federales de octubre de 2013. 'Su política satisface los intereses alemanes y convierte al país en líder en solitario de la UE: el Banco Central Europeo es una sucursal del Bundesbank y Bruselas un apéndice de Berlín. La crisis, por el momento, le va bien a Alemania', argumenta el profesor y sociólogo Félix Ortega.
'Los conservadores han sabido desactivar la existencia de una alternativa'
Una de las salidas de los conservadores que sí acusan la crisis para no caer en desgracia ha sido la de virar hacia la derecha de la derecha para conseguir así no perder el apoyo tras, como resume Ramoneda, 'ceder la soberanía de sus ciudadanos a Bruselas'. La principal preocupación de estos partidos, explica Gutiérrez-Rubí, 'es maximizar los votos en función de la temperatura social. La derecha juega con ventaja, pues tiene un relato muy bien aprendido. Los conservadores han sabido desactivar aquello que forma la esencia de la política misma: la existencia de alternativa. Y el hecho de que no haya en Europa un bloque de oposición tampoco ayuda'.
Ortega añade que para no perder terreno en el mapa europeo, la nueva derecha se ha encargado de posicionarse como el defensor absoluto de 'los intereses de los lobbies y las grandes corporaciones financieras, que son los que actualmente controlan las principales instituciones europeas'. Ramoneda advierte de que las políticas de austeridad, impuestas 'desde no se sabe donde' a un electorado que ni siquiera ha tenido la oportunidad de votar a favor o en contra de ellas, supone 'un peligro para la salud democrática y el germen de un verdadero desapego hacia la política'. Sólo los próximos procesos electorales en Europa dirán si se cumple la máxima de que bailar al mismo son, al de la partitura de recortes impuesta por ese ente llamado Bruselas y su profeta Angela Merkel, conduce a un resultado común para cualquier partido: catástrofe.
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