Este artículo se publicó hace 6 años.
Las mujeres toman las calles... poco a poco
Por El Quinze
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Emília Llorca no aparece en vetustas enciclopedias ni en libros de historia. Pero en el barrio de la Barceloneta su memoria palpita en multitud de conversaciones de bar, reuniones de vecinos y festejos populares. Activista vecinal tardía, Emiliona –como gustan llamarla quienes la conocieron– tomó las riendas de la lucha contra los primeros síntomas de la gentrificación de un barrio asaltado por el turismo masivo y, en particular, contra la reforma urbanística del plan de ascensores que pretendía cambiar la fisonomía de la zona poniendo elevadores verticales y reduciendo viviendas.
Llorca falleció en un accidente de tráfico en 2009. Y hoy, después de años de empeño de la Associació de Veïns de L’Òstia –el nombre popular del barrio, que los habitantes de toda la vida reivindican–, tendrá finalmente un recuerdo público en forma de calle. El distrito de Ciutat Vella aprobó en el plenario de marzo que Emiliona sustituyera en el callejero al almirante Aixada, ignoto teniente general de la marina del siglo XVI. Un cambio de nomenclatura que se aprobó sin consenso, con los votos a favor de Barcelona en Comú y la CUP, las abstenciones de PDeCAT y ERC, y los votos en contra de PSC, Cs y PP. Aún está pendiente su aprobación definitiva por parte de la comisión municipal de Nomenclátor, posiblemente ya en la próxima legislatura.
Pepa Picas, amiga de la activista y comprometida también con el movimiento vecinal, recuerda estos diez años de lucha: "Empezamos a recoger firmas poco después de que muriera". Los vecinos pedían para Llorca la calle de los Pescadors, donde vivió y tuvo su sede la asociación de L’Òstia, entidad que ella contribuyó a fundar. "Pero nos dijeron que era un nombre de oficio, muy arraigado al barrio", explica Picas. La petición se saldó en 2014 con el descubrimiento de una placa conmemorativa donde Llorca tuvo su casa.
Hace un año, también en la Barceloneta, el desaparecido actor Pepe Rubianes ya le arrebató la calle a otro militar olvidado, el almirante Cevera. "Si Rubianes tiene calle, para Emiliona el paseo", reclamaba la campaña que pusieron en marcha los vecinos. En pocos meses recogieron más de 600 firmas para reclamar la cuota de visibilidad pública para la activista vecinal. El paseo no era otro que la avenida que separa el barrio del puerto y que desde 1992 lleva el nombre de Joan de Borbó, abuelo del actual rey de España y cuyo vínculo con Barcelona se limita a su honorífico título condal. Nomenclátor rechazó la petición. "Nos dijeron que ya existía el compromiso político de recuperar su nombre histórico, el de Passeig Nacional", como muchos vecinos lo siguen llamando, explica Picas. La alternativa fue la calle del Almirall Aixada. "No es lo que habíamos soñado, pero sabíamos que el paseo era muy difícil, y para nosotros era importante tener un compromiso aprobado antes de que acabara el mandato", concluye.
Este caso forma parte también del aún incipiente empeño por parte de algunos municipios del área metropolitana de Barcelona de paliar el apabullante desequilibrio de género existente en los callejeros en favor de los hombres. En Barcelona, la presencia de mujeres apenas alcanza el 7% del callejero. Hace 20 años no llegaba al 5%, según los datos internos que maneja la comisión de Nomenclátor, organismo municipal encargado de valorar las modificaciones en el callejero. Según estos datos, las mujeres apenas ocupan unas 300 calles, plazas, jardines y otros tipos de emplazamientos urbanos, de un total superior a los 4.000. Y de esas 300, casi dos terceras partes están adscritas a la realeza o al santoral católico. Los hombres, por su parte, copan el 47% de los nombres, mientras que el resto del callejero invoca hechos históricos u otros conceptos genéricos.
El caso de la capital catalana no se aleja de la media de la mayoría de ciudades catalanas. En 2014, el Institut Català de les Dones, dependiente de la Generalitat, puso en marcha una herramienta digital colaborativa que sirvió para inventariar todas las vías urbanas con protagonismo femenino detectadas en municipios catalanes. Actualmente, en este sitio web, Carrersdones.cat, se recogen 2.541 referencias. Según esta herramienta, solo en algunos casos muy puntuales, como Olot o Vilafranca del Penedès, el porcentaje de feminización supera el 10%.
El mismo desequilibrio que se da en la cantidad se reproduce si se evalúa la calidad. En Barcelona, por ejemplo, no hay rastro de mujeres en grandes plazas ni en las avenidas más concurridas, que siguen copadas por próceres masculinos o hechos relevantes. En general, las calles con nombre de mujer son "estrechas, cortas, sin salida, espacios en definitiva marginales". Así lo describe la historiadora Isabel Segura, que desde hace años investiga la relación entre mujeres y espacio público.
En una ciudad como Barcelona, saturada urbanísticamente y sin posibilidades de ensanche, la única alternativa para invertir el dominio masculino en el callejero pasa por la substitución, opción no siempre bien vista por vecinos y comerciantes, en general reacios a las molestias propias de un cambio de nombre. Normalmente se ha pensado en las mujeres cuando ha tocado denominar nuevos terrenos ganados para el espacio público gracias al esponjamiento urbanístico. Ahí está el ejemplo de la plaza de las Dones del 36, inaugurada en 2006 en Gràcia, que ensalza el papel de las mujeres en la revolución anarcosindicalista que tumbó el golpe militar de aquel año en la ciudad. También la plaza del 8 de Març, en Ciutat Vella, vigente desde el año 2012. Otro emplazamiento recurrente para los nombres de mujer han sido los interiores de manzana del Eixample, zonas más o menos verdes donde han hallado cobijo algunos referentes femeninos de la cultura contemporánea, como la locutora María Matilde Almendros, la realizadora Mercè Vilaret o la escritora Montserrat Roig. Dolors Piera, primera concejala mujer en la Barcelona republicana, tiene también desde 2017 su jardín interior –aún en obras– en el 22@.
En el caso de Emília Llorca, si finalmente se aprueba, habrá sustitución de hombre por mujer, aunque no se trate de la calle ansiada por el vecindario. Quien sí puede lograrla es Carme Claramunt, primera mujer fusilada en el Camp de la Bota tras el triunfo franquista en la Guerra Civil, en 1939. Tendrá una plaza –así lo aprobó el plenario de las Corts en junio pasado–, pero se la quitará a otra mujer, la reina María Cristina, en la línea marcada por el último Consistorio de descargar de peso borbónico la cartografía urbana. Se trata de la rotonda cortada por la Diagonal y la Gran Via de Carles III, donde en su día se erigió una cárcel para mujeres en la que Claramunt vivió sus últimos días.
En Barcelona, solo dos calles preexistentes han tomado nombre femenino: la del cura franquista Pérez del Pulgar, en Sant Andreu, que se llamará Trinidad Sánchez Pacheco, en recuerdo a las presas políticas que, como esta activista, estuvieron encarceladas en la prisión de mujeres de la Trinitat Vella; y la de la Maternitat, que se rebautizó en 2018 como Elisabeth Eidenbenz, en homenaje a la enfermera suiza que asistió a decenas de partos de exiliadas republicanas en Elna (Rosellón), en 1939.
Otros ayuntamientos han optado por la proactividad para cambiar el desequilibrio entre hombres y mujeres en el nomenclátor. El plenario de Sabadell, por ejemplo, aprobó en febrero una moción presentada por el colectivo ciudadano Sabadell per la República para cambiar los nombres de 12 calles dedicadas a personajes relacionados con las dictaduras de Franco y Primo de Rivera, o con el comercio de esclavos, como el alcalde Marcet, Antoni Llonch, el marqués de Comillas y Antoni Cusidó. Según la moción, los nombres que tomarían el relevo deberán ser prioritariamente de mujeres, personas laicas o que dejaron poso en la cultura y la sociedad sabadellense.
Josep Maria Marcet i Coll, industrial textil, falangista y longevo alcalde entre 1940 y 1960, mantiene aún una céntrica plaza en la ciudad, en la que lució un monolito en su memoria hasta que el Consistorio actual lo retiró hace un par de años. El titular actual, Maties Secarrant (Crida per Sabadell), ha asegurado que el nombre de la calle se cambiará por decreto antes de que expire el actual mandato por el de Dones del Tèxtil, en homenaje colectivo a los miles de protagonistas anónimas de un sector industrial clave en crecimiento de la ciudad. Las asalariadas tomarán el puesto del patrón, en un gesto cargado de simbolismo que ha de reparar muchas décadas de explotación en una industria que empleaba a mujeres "porque se les pagaba menos y no se quejaban", recuerda Isabel Segura. La historiadora también señala en esta línea el contraste entre el esfuerzo realizado por las Administraciones para rehabilitar antiguos espacios fabriles y el hecho de que, hasta ahora, se hayan eliminado las referencias al sujeto de estos espacios, "que en el 80% de los casos fue femenino".
Otro exalcalde vallesano, Antoni Llonch, será reemplazado por una mujer ilustre, Clara Campoamor, impulsora del voto femenino en España. Su plaza estuvo a punto de ser bautizada hace un año en recuerdo del referéndum del 1 d’Octubre, pero las disputas entre grupos municipales lo evitaron, favoreciendo esta opción de consenso que hará que una calle relevante de Sabadell lleve nombre de mujer.
LOS PAPELES SE INVIERTEN
Según fuentes de la comisión de Nomenclátor del Ayuntamiento de Barcelona, durante el mandato que ahora expira se han tratado 60 expedientes, de los que 41 corresponden a nuevas asignaciones y solo 19 a cambios de un nombre por otro. De los nuevos nombres, 28 son de mujeres y solo 14 de hombres, una proporción que, en sí misma, constituye un cambio de tendencia.