Cándido Méndez (Badajoz, 1952) lleva 18 años al frente de la Unión General de Trabajadores. Asegura que en toda su trayectoria política, primero como diputado por el PSOE y después como líder sindical, ha atravesado situaciones 'muy duras', pero que el actual es un tiempo de 'especial trascendencia'. Y hace una advertencia: 'Estamos pasando de un Estado de derecho social a un Estado de beneficios sociales'. Frente a esta deriva apuesta por dos recetas, protestar en la calle e intentar arrancar compromisos a los políticos.
¿Cuál sería su reacción ante una petición de rescate?
Lo primero, tiene que verificarse si se produce. De hacerlo, los calendarios y las condiciones serán más rígidos. Si estamos en desacuerdo con los actuales, indudablemente el rescate lo que hace es reforzar nuestra posición. El rescate sería remachar sobre el mismo clavo. Ya estamos anticipando una respuesta que no solo está vinculada al rescate, sino a todas las políticas de recortes.
¿Qué ocurrirá si el Gobierno finalmente se decide a tocar las pensiones?
Rajoy ya ha demostrado que no hay nada intocable en lo que afecta al Estado del bienestar. El ajuste de las cuentas públicas se traduce en que estamos pasando de un Estado de derecho social a un Estado de beneficios sociales.
¿Estamos a tiempo de mantener lo que queda de ese Estado Social?
Uno de los elementos que hay que dejar muy claro es que estas decisiones tienen un carácter casi irreversible, no son un mal trago que hay que pasar. Por eso hay que mantener un nivel de respuesta sostenida. Si no podemos arrancar compromisos por parte del Gobierno, tenemos que intentar que otros partidos sí se comprometan ante un escenario de elecciones generales.
O sea, que esto no se gana en la calle, sino en las urnas.
Esto se puede frenar en la calle, pero también hay que crear las condiciones para que cuando llegue el momento de acudir a las urnas, la situación se pueda revertir.
¿Qué han hecho mal los sindicatos para acumular tanto desencanto?
Lo que sería raro es que, dentro del desencanto general, las organizaciones sindicales hubiéramos quedado al margen. Afortunadamente en España hay mucha gente que piensa que tenemos peso y capacidad de decidir. El ámbito de reconocimiento democrático que tenemos es el de las empresas y los trabajadores nos siguen dando la confianza. En ese aspecto tenemos el flanco cubierto.
'Nunca hemos operado en función del sesgo ideológico del Gobierno, sino de sus decisiones políticas' Otra cosa es el debate en términos de opinión pública. Lo que me preocupa es que hay una deriva en la que pretenden echarnos a pelearnos los unos contra los otros. Ahí deberíamos trabajar con mucha inteligencia. Esa situación de culpabilización transversal entre los que hemos sido las víctimas o representamos a las víctimas es algo que hay que evitar. Mi organización intenta ser cuidadosa y tender puentes. El hecho de que decidiéramos impulsar la Cumbre Social donde se nos reconoce como un sujeto más es ejemplo de ello. Yo soy de los que pienso que es mejor hacer algo contando con todos los que participan de tu visión. Aquel que quiere arreglarlo todo sin contar con nadie acaba haciendo nada.
¿Cree que esa desafección tiene relación con cómo actuaron ustedes en la etapa en la que José Luis Rodríguez Zapatero era presidente del Gobierno? ¿Ahora actuaría igual?
Cuando afloró la crisis intentamos luchar contra ella. Y cuando Zapatero dio el golpe de timón en mayo de 2010 comenzamos a rechazar sus políticas. Hay que tener en cuenta que Zapatero en su primera etapa, aunque no tuviera éxito, llevó a cabo una política encaminada a intentar desarrollar la economía, aunque tampoco estábamos de acuerdo con todo lo que hizo. Seguro pudimos hacer las cosas mejor, pero creo que hicimos lo que debíamos en cada momento. Nunca hemos operado en función del sesgo ideológico del partido del Gobierno, sino de sus decisiones políticas.
Las organizaciones sindicales están siendo también una coartada para recortar. Aguirre anunció el martes que retirará los fondos que actualmente van dirigidos a sindicatos y patronal para cursos de formación.
Eso son elementos que hay que clarificar. ¿Por qué los sindicatos tienen acceso a determinados programas de las Administraciones Públicas? Porque somos representativas y democráticas. ¿Por qué en España se plantea subvencionar a los sindicatos? Porque, a diferencia de otros países, firmamos convenios con eficacia general, es decir, para todos los trabajadores.
También hay una intentona de quienes piensan que somos el último valladar. Dentro de nuestra modestia, los sindicatos españoles son los que tienen acreditado mayor capacidad y efectividad en las movilizaciones y negociaciones. Hay un núcleo ideológicamente muy potente en el PP que nos hace corresponsables a los sindicatos de que perdieran el Gobierno en 2004 y piensan que tienen que aprender de aquella situación.
'No descartamos el paro general, pero incorporamos otras movilizaciones'
¿Se sienten más amenazados con la derecha en el Gobierno?
En este momento hay una posición de ataque a las organizaciones que está a la vista y que se hace utilizando argumentos muy arteros. Los sindicatos somos los que señalamos los problemas, una especie de duro escollo en la cadena de deterioro del Estado del bienestar. Por otro lado, las grandes empresas saben que la representación democrática es necesaria para que la organización del trabajo funcione bien.
Por tanto, ¿los liberados sindicales favorecen a las empresas en la organización del trabajo?
No, no. He dicho que los empresarios saben, por propio raciocinio, que tener un interlocutor potente y eficaz perturba menos la organización del trabajo. Saben que eso puede ser un mal, pero es un mal necesario.
¿Cree que las políticas que PP y PSOE sostienen en materia laboral son similares?
No son lo mismo. ¿Eso quiere decir que uno es un dechado de aciertos y otro un dechado de errores? En absoluto. El PSOE ha cometido errores gordos, gravísimos, pero esa es una confusión que interesa a la derecha. Cualquier planteamiento de indiferenciación de los dos grandes partidos va en detrimento de la política y no beneficia a la izquierda. El primero que ha criticado al Gobierno del PSOE he sido yo, pero creo que esas confusiones no se pueden ni se deben plantear. Si ahora podemos defender la enseñanza o la sanidad públicas o el sistema de pensiones, es porque existen gracias al empuje sindical y a la existencia de determinados partidos de izquierda, siempre en el marco de la Constitución.
¿Y los líderes de derechas son iguales? Después de haber visto a Merkel, ¿cree que se parece mucho a Rajoy?
Hay dos diferencias sustanciales entre ellos. La primera es el respeto evidente que Merkel tiene por las organizaciones sindicales. La segunda es la cercanía con su pueblo. Aunque es cierto que le falta más pedagogía para explicar a los alemanes, por ejemplo, la corresponsabilidad que tiene su sistema financiero en los que está ocurriendo o cómo el BCE, con la bajada de tipos de interés, contribuyó a inflar la burbuja inmobiliaria española.
¿En la izquierda también hay división sobre si debe o no haber referéndum si finalmente Rajoy pide el rescate total?
Nosotros promovemos un referéndum sobre la flagrante contradicción entre lo que el Gobierno dijo que iba a hacer y lo que hace, no lo hemos planteado estrictamente sobre el rescate, aunque sería otro elemento a incorporar. Es muy importante que dentro del itinerario de respuesta al Gobierno lleguemos al último rincón de nuestro país para explicar por qué rechazamos estas políticas, cuáles van a ser sus consecuencias permanentes y cuáles son nuestras alternativas. No solo no descartamos, sino que incorporamos otras movilizaciones, incluida la huelga general. Si al final el Gobierno convoca un referéndum y el pueblo español se expresa, eso puede ser un punto de inflexión radical. Si no lo convoca, tendremos que ver qué otras alternativas hay. Pero eso es un debate que se hablará en la Cumbre Social.
¿La convocatoria de una huelga general dependerá entonces de que el Gobierno convoque o no un referéndum?
A mí no me corresponde desarrollar ese itinerario. Lo tenemos que hablar en la Cumbre Social.
¿La estrategia ha cambiado?
No. Ya hicimos una huelga general en marzo de 2012. Queremos que la idea de que un referéndum es necesario penetre hasta el tuétano de la sociedad española. Este es un problema en el que hay que incluir a toda la gente y no solo a los trabajadores que tienen un empleo. Esta estrategia va a convivir con las movilizaciones de carácter sectorial.
La actual es una situación de especial trascendencia. Atravesamos una situación muy dura a finales de los setenta, cuando salimos del franquismo, pero entonces había un horizonte, que era Europa. Ahora el problema es que cuando mira a Europa, la gente lo que siente es desesperanza. Hemos pasado de ser muy europeístas a sentir mucha desconfianza en un tiempo récord.
¿Hay hoy que conseguir una movilización mayor que la del pasado martes en Barcelona para que sea un éxito?
No. Son dos escenarios distintos. Creo que hemos conectado con la población. Esta protesta ha calado. Yo no hablo de cifras, pero digo que a ver si una vez que se analice la afluencia, con la misma ocupación, nosotros movilizamos a menos gente. Que por lo menos no traicionen las leyes de la física.
¿Con qué aliados políticos pueden contar?
Deseando todos los apoyos, queremos darle a esto una dimensión social. Si no, no habríamos hecho una Cumbre Social en la que tomamos la determinación de que no participaran los partidos.
'En una manifestación no hay distinción entre un currela de Vallecas y un dirigente político'¿Se ve marchando junto a Rubalcaba?
Nunca voy a negar a nadie el espacio. Quien esté convencido de que lo que planteamos es justo, bienvenido.
A la manifestación de julio el PSOE envió una delegación de perfil bajo...
A mí lo que me importaba era la manifestación. Eso le corresponde responderlo al PSOE. No hay distinción entre un currela que viene de Vallecas y un dirigente de un partido político.
¿Hay contestación al Secretario General dentro de la organización?
La UGT es de las pocas organizaciones que a mitad de mandato damos gestión y nos vota la gente, también hay un informe tras cada comité. En las reuniones del sindicato no hay menos de 20 intervenciones y cada cual dice lo que quiere y aporta su visión.
¿Se ve candidato en el próximo Congreso?
Ese es un tema que, como es lógico, lo tengo que dirimir yo junto a la organización y que, ahora mismo, con la que está cayendo, no es lo que más me interesa. No tengo nada que decir ni en un sentido ni en otro.
Cándido Méndez señala que la izquierda, si quiere recuperar apoyos, tiene que 'evitar cualquier atisbo de adhesión implícita al neoliberalismo'. Sabe que la relación con el 15-M no es precisamente fácil, pero muestra a los indignados su más profundo 'respeto' y la voluntad de su organización de 'tender puentes'.
¿Qué opina del 15-M? Los indignados han criticado sus estructuras por considerarlas rígidas, poco democráticas o ancladas en el pasado.
Sabemos que nos han criticado. Ante eso respondemos con respeto y con voluntad de tender puentes. De hecho creo que hay grupos del 15-M que están en la Cumbre Social. Debería haber un interés recíproco entre todos aquellos que pensamos que juntos podemos hacer algo y superar aquello que de cada uno puede operar por su lado.
¿Cómo está la izquierda?
La izquierda ahora tiene que evitar cualquier atisbo de adhesión implícita al neoliberalismo. Tiene que definir un planteamiento global y, sin tapujos, reconocer dos valores que le son propios: el papel de redistribuidor del Estado a través de la política fiscal y de inversión y la protección de los derechos de los trabajadores. En la oposición hay elaborar propuestas incisivas y que respondan a las demandas de la gente. Luego hay que defenderlas y aplicarlas si se llega al Gobierno.
¿El francés puede ser el modelo a seguir? Hollande anunció la pasada semana la creación de una tasa que gravará con el 75% las rentas anuales que superen en millón de euros. ¿En España se está siendo demasiado indulgente con los ricos?
Me sorprendió que Rajoy dijera que Hollande con este plan de recorte del déficit, está haciendo lo mismo que él. Lo que ha hecho hasta la fecha es distinto, también la manera de incorporar la fiscalidad a la lucha contra el déficit. La clase trabajadora, que en España es la clase media, es la gran pagana de la política fiscal. El tipo nominal del impuesto de sociedades en España es de los más altos de Europa, aunque el juego de las deducciones fiscales provoca que las pequeñas empresas paguen hasta tres veces más.
No ha contestado. ¿Los ricos deberían pagar el 75%?
Lo de los ricos tiene un gran efecto simbólico y es una medida ejemplificadora, pero hay que hacer una reforma fiscal integral progresiva y justa y tener en cuenta la mejora de la recaudación.
¿La que propone Rubalcaba?
No la conozco en detalle. Conozco la que proponemos nosotros.
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