Madrid
Pasó de ser una militar reconocida a sancionada sólo por querer atender a su hija de dos años. Ha recurrido la sanción que le impuso su sargento por no acudir al desfile de la Inmaculada el pasado 8 de diciembre —no tenía con quién dejar a la pequeña— y se ha tenido que enfrentar a situaciones de acoso, que denuncia desde el anonimato por temor a que haya más represalias.
Ha llegado incluso a pedir ayuda directamente a la ministra de Defensa. Mientras tanto, su marido, que ha dejado el Ejército tras 12 años de servicio, habla libremente para sostener que "la premisa del Ejército es mantener su propia imagen".
El testimonio de la dama legionaria es contundente y muy duro: “Me insultaban en formaciones, un sargento primero llegó a decir que era una hija de la gran puta, llamó a mi marido maricón de mierda, el auxiliar de la compañía me culpaba ante los compañeros porque no podían venderles cerveza o porque salían más tarde". "A la gente le quitas tiempo y cerveza y ya soy la mala”, añade en un correo electrónico enviado a Público.
Y todo ello para que su caso quede archivado. "Después de todo esto y del machaque diario, los insultos, la persecución, el acoso del sargento… el capitán jurídico ha archivado el caso, a pesar de que todo lo que expongo va apoyado con testigos”, escribe esta madre legionaria.
Es más, según ella, "en mitad de una denuncia de acoso, el capitán, que también ha sido denunciado por lo mismo, propone al sargento para una medalla al mérito militar", un premio publicado en el BOE del pasado 19 de junio. "¿Cuál es el mérito? ¿Abusar de su autoridad? ¿Machacar a la legionaria por ser madre?", se cuestiona.
Toda la documentación recogida —partes de acoso, sanción, recurso, medalla, recurso de IPEC (informe personal de calificación, que cayó drásticamente por la maternidad)— ha sido enviada por correo certificado a la ministra Margarita Robles, "pidiéndole que haga justicia". Ha sido su marido, José, quien envió esta documentación al Ministerio dado que “en la unidad se negaban a tramitarlo, porque todo iba en sobre cerrado”.
Ella, que va a cumplir 10 años como militar en la Legión, no se plantea abandonar, al contrario que su marido, quien de hecho ya está fuera del Ejército.
"Todo por la imagen"
José se licenció el pasado 17 de abril como cabo tras pasar 12 años en el Tercio Juan de Austria 3º de la Legión en la base Álvarez de Sotomayor en Viator (Almería). Él, ya como civil, puede hablar sin temor a represalias. "El Ejército siempre cuida de su imagen, luego ya se verá si se resuelven los problemas o se conoce la verdad de un asunto", comenta a Público en conversación telefónica.
"Yo siempre abogaré por los militares, pero precisamente por eso no se merecen que existan tantos mandos que se aprovechan de ellos", lamenta. "Es imposible que desde dentro puedan cambiar nada, si denuncias desde dentro al final te acusan de ser un mal militar", agrega.
"Siempre abogaré por los militares, pero por eso no se merecen que existan tantos mandos que se aprovechan"
José apunta, por ejemplo, a que si se toman medidas contra el sargento que llamó hija de puta a su esposa ella nunca lo va a conocer. "Si ha recibido una amonestación verbal por ese comentario, es algo que ella nunca va a saber", afirma. "El problema, en este caso, es que nunca sabe uno si va a tener con secuencias o no una denuncia como esta, porque no tienes derecho a saber la consecuencia".
¿Está discriminada la mujer en su bandera? José tiene muy clara la respuesta: de la quincena de mujeres que hay en el Tercio —de un total de 400 miembros ("Las dos banderas que lo integran tienen la misma política", aclara—, "o están en la cocina, dándonos de comer en las maniobras, o en la oficina". Es decir, ellas están o bien en la compañía de abastecimiento o bien en la de apoyo. No hay ninguna mujer combatiente, asegura. Ni una.
"A un par de sargentos y un par de cabos las tienen en chapa y pintura, pero ninguna combatiendo en compañía de fusiles", afirma José, al poner un claro ejemplo de discriminación en la bandera en la que ha servido una docenaaños. "Por eso me hace gracia cuando hablan de igualdad", apunta.
Mientras, su mujer sigue luchando por terminar con el acoso que, según denuncia, sufre desde que fue madre: "Me han tratado como a un despojo", asegura, "me levantaba por las mañanas pensando qué me diría el sargento [condecorado hace un mes], se me aceleraba el corazón cuando lo veía esperándome cada día para decirme lo mala militar que soy sólo por ser madre, por atender a mi hija".
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