Madrid
Actualizado:Ha sido retratado como el maestro de la espera y los tiempos largos, pero Mariano Rajoy también ha demostrado que cinco días bastan para que un Gobierno se derrumbe y dé paso a otro; para que el partido político con más poder de España encalle en la oposición y quede huérfano de liderazgo por primera vez en 14 años. Cinco días, con despedidas y largas sobremesas en dos locales de Madrid como cierre de jornada: jueves 31 de mayo y martes 5 de junio.
El jueves, en un restaurante cercano al Congreso de los Diputados, donde se discutía la moción de censura que horas después le expulsaría de La Moncloa, Rajoy comunicó a los suyos su estrategia: pasaba por no dimitir, por aferrarse a la Presidencia para acabar perdiéndola al día siguiente.
Reconocen que hubo cierto cuestionamiento al líder, por su no-gestión de la sentencia de la Gürtel
En este punto, y aunque algunos miembros de la cúpula del PP consideraron "correcto" su planteamiento, otros integrantes de la dirección reconocen a Público que tomaron por equivocada esta decisión. "Entonces no lo comprendí", afirma un destacado miembro del partido, que hoy defiende que su "jefe" tomó el mejor camino de que disponía, acorralado por la moción.
Este camino le habría permitido marcar un nuevo rumbo para el partido, anticipar su hoja de ruta inmediata —oposición dura y congreso extraordinario—, mientras los conservadores cerraban filas tras recibir el colosal golpe de la censura. Antes de que culminase esta estrategia, hay quienes reconocen que existió cierto "cuestionamiento" al líder, en particular por su no-gestión de la sentencia condenatoria al PP por Gürtel, pero esta inyección de 'marianismo' ha puesto el foco en lo que realmente importa, aseguran. No saca al PP de la gravísima crisis que experimenta, pero sí esperan que contribuya a pacificar y facilitar la sucesión, que Génova espera atajar con un "candidato de consenso".
El "libro Rajoy" y la desarticulación de Ciudadanos
En el Partido Popular hay quienes describen a Rajoy como un libro, "que hay que leer hasta la última página", y afirman que, el jueves, aún quedaban miles de palabras por leer. De hecho, incluso sostienen que, aún hoy, tras su renuncia, puede salir a relucir un nuevo capítulo.
"Que permaneciese un poco más en el Gobierno benefició al PP. Santamaría no habría salido [investida como presidenta, de haber dimitido Rajoy]. Tampoco Sánchez habría salido, y le iría mejor a Ciudadanos", relatan, recordando que el partido de Albert Rivera deseaba unas elecciones que el PP no le concedió, preocupado por su proyección en las encuestas. Tras la dimisión, una vez fallida una primera investidura, Rajoy habría tenido que convocar elecciones como presidente en funciones en apenas un par de meses, un escenario que sí habría gustado al partido naranja.
"Ha acabado con el relato de Ciudadanos, hoy ningún partido mira con simpatía a Rivera"
"Ha acabado con el relato de Ciudadanos, hoy ningún partido mira con simpatía a Rivera"; "el bipartidismo" ha recuperado su antigua fortaleza, presumen. Además, neutralizado Ciudadanos por la izquierda, vistos los primeros movimientos del Ejecutivo de Pedro Sánchez, lanzado a la conquista del centro, en el PP consideran que el PSOE tiene serias opciones de aislar también a Podemos, "si lo hace bien".
Y todo ha ocurrido en apenas cinco días, en los que el líder del PP apenas ha espaciado unas horas las explicaciones públicas —y al partido— con su visita a estos locales. El jueves no compareció, —sólo participó en el debate parlamentario—, y fue la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, quien argumentó como pudo la decisión de Rajoy de aferrarse al cargo. Sus explicaciones no convencieron ni a la oposición ni a las fuentes consultadas: "Sería un ejercicio estéril y no beneficiaría en nada al interés general de España y del PP, que van de la mano en este caso", dijo entonces Cospedal.
Segundo bar, a 200 metros de Aznar
El martes, Rajoy sorprendió incluso a buena parte de los dirigentes del PP con su renuncia a la Presidencia del partido. A la entrada en el Comité Ejecutivo Nacional, todos mostraron su férreo respaldo a su líder, y hubo quien descartó rotundamente su dimisión, o quien reaccionó como un resorte contra la obligada pregunta sobre este escenario, que se materializó en apenas dos horas.
Después de una reunión particularmente emotiva, cargada de discursos de reconocimiento al expresidente del Gobierno, este puso rumbo al segundo local en cuestión, en este caso en la calle Almagro 32. Paradójicamente, a menos de 200 metros se encontraba el que probablemente fuese el último hombre al que Rajoy hubiera querido ver en un día así: el expresidente del Ejecutivo y del PP José María Aznar, el mismo que elevó a Rajoy al más alto cargo de la formación conservadora hace 14 años.
El jueves y el viernes del debate, así como el martes de la semana siguiente, fueron días dificilísimos
El todavía presidente del PP usaba la sobremesa para cerrar un día particularmente duro, mientras quien fuera su mentor le recriminaba a escasos metros su "victimismo", su carencia de "liderazgo", y se ofrecía para reconstruir el "centro derecha nacional". Estas palabras, el desprecio de Aznar —que también se lavó las manos sobre Gürtel—, cayeron como una granada sobre el PP: "Hace mucho tiempo que no le entendemos cuando habla", respondió el número tres de Génova, Fernando Martínez-Maillo.
El jueves y el viernes del debate, así como el martes de la semana siguiente, fueron días dificilísimos para el PP, que se acostó en el Gobierno y despertó en la oposición, y sin líder. Hoy, desde la dirección se intentan aferrar a que esta necesaria renovación les reforzará, subrayan que tienen la piel curtida, y aseguran que la estrategia de Rajoy era la "correcta". En el camino, dos paradas en locales distanciados apenas tres kilómetros en coche, el escenario para que Rajoy explicase a los suyos que lo que estaba viviendo el PP esos días, tras el golpe de gracia de Sánchez, no fue combustión espontánea, sino voladura controlada.
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