Público
Público

Pepe Viyuela: "Sería terrorífico que te pidieran un carné ideológico para ser artista"

Pepe Viyuela en 'Tartufo'
Pepe Viyuela en 'Tartufo'. Teatro Reina Victoria

La mentira parece campar a sus anchas desde que el mundo es mundo. Molière lo sabía. Quizá por ello uno de sus personajes más universales, el avieso Tartufo, se ha convertido en arquetipo. Un falso devoto que busca quedarse con la fortuna del pánfilo Orgón y que, siglos mediante, sigue mutando con otros ropajes. Porque Tartufos hay muchos, están por todas partes, es una cuestión de escrúpulos. El actor Pepe Viyuela lo sabe bien, por eso lo trae al presente en su nueva función en el Teatro Reina Victoria bajo la batuta de Ernesto Caballero. Un Tartufo remozado en tiempos de posverdad.

Parece que no pasa el tiempo por 'Tartufo'...

Tartufo es atemporal, está en nuestra actualidad emocional y moral, seguimos debatiendo las mismas cosas que se debatían en tiempos de Molière, seguimos teniendo las misas dudas internas, las mismas pulsiones, las mismas mezquindades. Una función que habla sobre la mentira y sobre la hipocresía casi huelga decir si tiene algo de actual.

Lo cierto es que vivimos insertos en el engaño.

Vamos disfrazados las 24 horas del día, el problema es cuando el engaño y la mentira se instrumentalizan para guiar la voluntad de los otros hacia un sitio que a mí me interesa. Esto es algo que se hace mucho, el Brexit podría ser un ejemplo de ello.

¿Dónde pone usted el límite?

Cuando mientes en una campaña electoral o en un debate televisivo, cuando mientes a una persona para venderle un producto bancario que linda con la usura. Hay mentiras muy evidentes que sobrepasan lo permisible y entran en el terreno de lo delictivo. Todos sabemos cuándo estamos siendo unos Tartufos peligrosos.

¿Qué 'Tartufo' es Viyuela?

He querido entender al personaje, comprender por qué hace lo que hace. Nos hemos decantado por un pícaro venido a más, un tipo peligroso que por supervivencia ha tenido que vivir del engaño. Esto me parece interesante, porque creo que la mayor parte de los corruptos y de los timadores no piensan que estén haciendo algo mal.

Subirse a un escenario no deja de ser un engaño, ¿es la ficción una mentira saludable?

El teatro es una mentira consensuada, cuando venimos a un patio de butacas todos aceptamos que venimos a que nos cuenten una historia que la mayor parte de las veces es mentira. Esa ficción a veces ilumina mucho más que la realidad, porque el teatro es una reflexión sobre cómo somos, sobre cómo nos desenvolvemos en la vida. Diría que el arte, en general, es una mentira a través de la cual se iluminan ciertas zonas bastante oscuras de nuestra realidad y nos ayuda a conocernos mejor.

Algunos tribunos y líderes políticos parecen promover la mentira para avivar el debate público. ¿Cree que se ha llegado demasiado lejos? 

Creo se ha instrumentalizado la mentira para conseguir determinados objetivos, entras en un punto de irascibilidad en el que la calma, tan necesaria siempre, no está presente. Me gustaría que se rebajara la polarización, intento en lo que tiene que ver conmigo que así sea, aunque no siempre consigo rebajar ese estado de enfrentamiento y dogmatismo.

Ciertos medios tampoco ayudan a atemperar el debate...

Diría que hay medios que, directamente, son incendiarios porque tienen vocación de serlo, porque parece que cuanto peor mejor para ellos, cuanto más enfadada esté la gente y más sensacionalistas sean mis titulares, más me va a leer la gente. Me preocupa esta situación de crispación permanente, hay mucho prejuicio y mucha mala leche y cuesta convivir con ello.

Su columna 'Teoría y práctica del odio' , en la que acusaba a Vox de fomentar el odio, le generó un aluvión de críticas, algunas muy duras. He leído en una entrevista posterior que se arrepentía, ¿de qué en concreto?

No sé si arrepentimiento es la palabra. Lo que siento es prevención a la hora de expresar según qué cosas porque lo que tengo claro es que no quiero contribuir a la polarización social. Simplemente quiero expresar mi opinión respecto al peligro que supone decir lo que en ocasiones se dice desde una tribuna parlamentaria, desde un escaño o desde un debate televisado. Al mismo tiempo no quiero contribuir al enfrentamiento, ni a que haya más golpes a un lado y al otro, pero tampoco me apetece convertirme en un chivo expiatorio. No quiero vivir con miedo, si tengo la posibilidad de decir lo que pienso creo que es algo a lo que no debo renunciar por higiene democrática.

¿Teme que sus opiniones tengan contrapartidas en su trabajo?

A veces es incómodo pero es que yo no me puedo callar, no es que esté haciendo un acto heroico. Considero que hay una cierta obligación de compartir lo que piensas cuando uno percibe cierto miedo a la hora de expresar opiniones. Hay quien prefiere callarse, pero para mí esa comodidad es más incómoda, tener esa sensación de que me estoy callando porque no soy capaz de decir lo que pienso por temor a que me vaya a pasar factura no me hace sentir bien. 

Es un tipo conocido, ¿cree que puede influir en cierta gente?, ¿influir de algún modo en la opinión pública?

Yo soy un cómico, un payaso, no quiero ser pedagogo ni líder de nada.

Dice Escrivá que en España falta un "cambio cultural" para trabajar más entre los 55 y los 75 años. Usted ronda los 60, ¿se ve currando con 70?

Me veo trabajando toda la vida, aunque esto puede ser controvertido tal y como está el debate ahora. Si hay algo que me gustaría ser toda la vida es payaso, para mí ha sido un gran hallazgo vital porque, más allá de lo profesional, me ha enseñado muchas cosas, me ha permitido experimentar sensaciones muy bonitas y, aunque quede un poco cursi, me ha permitido cosechar carcajadas. Ser payaso es lo mejor que me ha podido pasar y lo que me gustaría no abandonar nunca, es mi patio de recreo, donde rejuvenezco.

En una reciente entrevista, Nacho Cano decía que hasta que ha llegado él, los artistas solo podían ser de izquierdas en este país. ¿Está de acuerdo con esta aseveración?

Yo creo que sí se puede. Es más, se debe. No creo que el arte tenga que ver con una ideología determinada. Es obvio que se puede y él lo sabe porque es ambas cosas; es de derechas y es artista, de la misma manera que yo soy artista y de izquierdas. Sería terrorífico que te pidieran un carné ideológico para ser artista.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?