Entrevista a Manele Labidi"En Túnez no se fue a peor porque las mujeres pusieron freno"
Madrid-
Manele Labidi debuta con Un diván en Túnez, una comedia con la que retrata la realidad del país después de la Primavera Árabe y los traumas que todavía le atenazan, además de subrayar el peso real de las mujeres en los cambios que se están produciendo.
La revolución tunecina de 2011, una campaña de resistencia civil clave de la Historia reciente, inicio de la Primavera Árabe, aceleró el derrocamiento del gobierno autoritario del dictador Zine El Abidine Ben Ali. Muy poco después Túnez se convertía en la primera democracia laica de un país del mundo árabe. La directora francesa Manele Labidi empezó a pensar entonces que era el momento de volver a la tierra de sus padres, que era también la suya. Y lo ha hecho ahora y desde el cine, con su ópera prima Un diván en Túnez.
Ambientada justo después de la Primavera Árabe, la película recoge la nueva vitalidad del país, la determinación de los ciudadanos a defender la libertad conseguida y la inesperada locuacidad de la sociedad. "Después de la revolución, el país se volvió locuaz de repente, tras décadas de dictadura". Labadi refleja esta transformación –y todo lo que aún está pendiente por hacer– en su película, narrada en tono de comedia y con la que hace una clarísima declaración de intenciones: es el momento de regresar a Túnez para trabajar por la democracia.
Su protagonista es Selma –interpretada por la actriz iraní Golshifteh Farahani–, una joven que acaba de licenciarse en Francia y decide abrir su consulta de Psicoanálisis en un popular suburbio de Túnez. Mientras va esquivando decenas de problemas burocráticos, comienza a tratar a algunos pacientes, "hombres y mujeres con preocupaciones banales y cotidianas". Es a través de esos personajes como la cineasta retrata el país "y eso es hacer política, también en el cine".
¿Cuál ha sido el cambio más profundo en Túnez después de la Primavera Árabe?
Sin duda, la liberta de expresión. Por primera vez la gente habla sin autocensurarse, libremente.
¿Cuáles son los traumas de Túnez hoy?
Lo que hay ahora en Túnez es una falta de certeza y una inestabilidad política, porque no hay líderes creíbles y legítimos que puedan representar al país y que aporten respuestas.
Acaba de renovarse el gobierno...
...sí, pero Kaïes Said, el presidente elegido, tiene enormes dificultades para reunir una mayoría coherente.
Además de la política, ¿qué otros inconvenientes vive hoy el país?
La crisis económica, por supuesto. Con los atentados terroristas, cayó el turismo, que es una de las fuentes principales de ingresos del país. Se paró el turismo. Hay graves problemas, pero el dato positivo es que hay un dinamismo y unas ganas de hacer cosas muy grandes. Desde la revolución de la Primavera Árabe, hay un movimiento empresarial y artístico que no se había visto nunca antes. Aunque si no se soluciona el problema económico, esto no perdurará.
La protagonista de su película vive en Francia, pero apuesta por abrir su consulta en Túnez. ¿Es una declaración de intenciones? ¿una manera de decir que hay que parar la huida a otros países?
Sí, eso es, justamente, lo que quise mostrar en la película y muy conscientemente. En Túnez hay mucho paro, pero existe una migración de doble sentido, los que salen del país buscando otro en el que sea más fácil la vida y los que han decidido volver con la idea de hacer algo, porque ahora tienen estudios, un diploma universitario... Hay que parar esos movimientos de huida consecuencia del paro y hay que buscar qué se puede hacer dentro de cada país.
La psicóloga de la película habla de muchas cosas con sus pacientes, ¿de qué no se habla todavía en Túnez?
En Túnez, que es un país muy diferente a otros países árabes musulmanes, nunca y ahora menos, ha habido censura pública, se habla de todo, incluso en la televisión en las horas punta. Se habla de adulterio, de drogas, de religión... y se crea un debate en torno a todo ello. Es un país abierto a temas que son inimaginables en otros países árabes.
Selma es una mujer, ¿es porque piensa que las mujeres tienes un papel importante en la reconstrucción del país?
Sí. El papel de la mujer en Túnez es también atípico si miramos otros países árabes musulmanes. Desde la independencia en 1956, la mujer tiene el mismo estatus que el hombre. Excepto en el tema de las herencias, tiene los mismos derechos. Se ha abolido la poligamia, la costumbre de pedir tres veces el divorcio... el aborto es legal desde los setenta... Las mujeres siempre han tenido un peso importante en el país. Incluso cuando los islamistas tuvieron mayoría, la cosa no empeoró por el freno que impusieron las mujeres. Por eso en la película ella es una mujer y por eso hay otras muchas mujeres en la historia.
Por cierto, que esos otros personajes van directamente a cargarse los estereotipos. Policías que no son corruptos, mujeres apegadas a las viejas tradiciones...
Intenté huir de los arquetipos, de la mujer víctima, de la religión uniforme y opresora... de todo lo que se habla siempre cuando se habla de países árabes. Quería una mirada más compleja porque la sociedad es más compleja. En Túnez hay hombres feministas que sufren por la condición de las mujeres y hombres religiosos pacifistas... No todo es terrorismo, religión... quería huir de eso.
¿Son, entonces, las personas normales las que tienen en su mano rehacer el país?
Sí. Son las personas con preocupaciones banales, cotidianas. Por ellas es por donde se debe llegar a la política. Además, a través de esos personajes se retrata el país y eso es hacer política, también en el cine.
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