"El privilegio es anteponer tus intereses por encima de la vida de millones de animales no humanos"
Madrid-
Rocío, Pablo, Antía y Navia son una familia vegana. Acaban de dejar atrás el centro de Madrid para vivir en una zona rural de Castilla y León. Hace años que visibilizan en redes sociales su estilo de vida y su posicionamiento político: el antiespecismo. No hay muchos proyectos que, como el suyo, aporten claves para una crianza vegana. Ellas, que han decidido nombrarse siempre en femenino, no tuvieron espejos en los que mirarse cuando nacieron sus criaturas. Si preguntas por sus referentes, nombran en primer lugar a Melany Joy, la autora de Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas, un libro que cuestiona el antropocentrismo, la perspectiva que considera al ser humano como medida de todas las cosas.
¿En qué se diferencia el veganismo del antiespecismo? ¿Es el antiespecismo un planteamiento más político?
Pablo: Para nosotras, el veganismo ya es político, pero hay mucha desinformación. Muchas personas se acercan por distintas razones: porque quieren cambiar su alimentación para encontrarse mejor, porque quieran tratar un problema de salud o un TCA (Trastornos de Conducta Alimentaria), porque están concienciadas con el medio ambiente y descubren que el veganismo ayuda a reducir los gases del efecto invernadero o porque quieren defender los derechos de los animales. Para las personas antiespecistas, el principal motivo para comer vegano es defender los derechos de los animales. Eso es lo que le da la connotación política al tema. El antiespecismo nos ayuda a entender que el especismo es un sistema de opresión que determina que los animales de especies no humanas son inferiores y están aquí para nuestro uso y disfrute: comida, entretenimiento, vestimenta, experimentación. Si entiendes que eso es un sistema de opresión y quieres luchar con él, adquieres la dimensión más política.
En vuestra cuenta apostáis por una perspectiva interseccionalidad. Hay muchas alusiones al feminismo o a la lucha del pueblo Palestino, por ejemplo.
Rocío: Entendemos que todas las luchas sociales deberían ser interseccionales porque los ejes de opresión están interconectados y no puedes luchar contra uno si no luchas contra todos. El capitalismo, el sistema socioeconómico y político en el que vivimos, busca que las luchas sean independientes para que tengan menos fuerza. Los mecanismos de opresión están interconectados y no puedes luchar contra uno si no luchas contra otros. Hay que ir desmontando todos a la vez.
Tienen mucho éxito en redes sociales. Antes no mostraban la imagen de vuestras hijas, pero ahora sí. ¿Cómo se gestiona la exposición pública?
Rocío: La exposición que tenemos ha sido muy metida, hablada y analizada por las dos. Nosotras estamos en la lucha por la liberación animal y queremos mostrar que se puede tener una vida totalmente normalizada, aquí, sin necesidad de explotar o maltratar a ningún animal no humano para ello. Para eso, con limitaciones, decidimos mostrar nuestro día a día. Durante los primeros años decidimos tapar la cara de nuestras hijas, pero fueron ellas, sobre todo Antía, la mayor, que tiene nueve años, la que nos empezó a decir que no quería. Lo hablamos y pensamos que no tenemos nada que ocultar, que están sanas, criadas en un ambiente de empatía y amor, ¿por qué no mostrarlas? Queríamos también darles voz y permitirles decidir. La decisión, totalmente avalada por Pablo y por mí, de alguna manera fue de ellas. De momento no nos hemos arrepentido.
Una de las críticas más habituales al veganismo es que es un privilegio.
Rocío: El privilegio es poder comer cada día.
Pablo: Hay matices. Hay personas que dicen que es un privilegio desde la perspectiva anticolonialista y, en cierto sentido, les podemos dar la razón. Hay ciertas zonas del planeta en las que el acceso a un supermercado, sin ir más lejos, es poco menos que una utopía. Si el único acceso a algo comestible para poder sobrevivir es a través de matar a un animal, se puede alegar que el veganismo es un privilegio. Pero el veganismo dice que no hay que hacer uso, explotación y muerte de los animales, en ninguna de sus formas, en tanto en cuanto sea factible. Si necesitamos matar a animales para sobrevivir estaría justificado hacerlo, pero éticamente no está justificado si no es necesario para sobrevivir. Dicen también que es caro, pero no es cierto. La base de la dieta vegana son las legumbres, que es lo más barato de la cesta de la compra. La verdura o la fruta no es, ni de lejos, tan cara como la carne. Los productos procesados o ultraprocesados son más caros, sí, pero porque no se producen de la misma manera para que se puedan democratizar precios.
Rocío: No puedes decir que el veganismo es un privilegio desde cualquier ciudad o pueblo del norte global, con acceso a cualquier supermercado, donde puedes elegir una leche de origen animal o vegetal, un trozo de animal o un trozo de tofu, garbanzos o lentejas... Si eliges y eliges animales, ese es el privilegio, que antepones tus intereses personales por encima de la vida de millones de animales no humanos.
Hay cierta tensión también con el mundo rural, entre las personas veganas y las personas que practican una ganadería extensiva o el pastoreo, por ejemplo.
Rocío: Entendemos que la ganadería extensiva es muchísimo menos dañina para el medio ambiente, pero no podemos compartir que se use ningún animal para el beneficio de las personas. Es más sostenible, pero desde un punto de vista antiespecista sigue sin ser lo éticamente correcto porque siguen usando animales en su propio beneficio.
Pablo: Entendemos que los animales no están aquí para nuestro beneficio sino que están con nosotras y tenemos que convivir sin uso ni explotación. La ganadería extensiva es más sostenible, pero a pequeña escala. Siempre es más sostenible tener 20 vacas en tres mil hectáreas que tres mil vacas en una hectárea. Pero si tenemos que alimentar a más de 7 millones de personas con carne de animales criados de forma extensiva, necesitamos 3,5 planetas para hacerlo posible. Si la población mundial redujera el consumo en el 98 por ciento sería sostenible, pero el consumo de carne aumenta cada año.
Aumenta el consumo de carne, pero también la presencia del veganismo. Burger King ha sacado una hamburguesa vegetal.
Rocío: Que haya opciones 100 por cien vegetales al alcance de cualquier persona nos parece bien, pero nosotras, por nuestro posicionamiento ético y político, no consumimos ese tipo de productos.
Pablo: Esos productos, además, están principalmente dirigidos a personas no veganas: omnívoros o flexitarianas (personas que consumen algún tipo de producto de origen animal de manera más o menos puntual). Llevamos muchos años luchando contra empresas así por sus políticas atroces a muchos niveles. No vamos a pisar un sitio así.
Todas las familias deciden la alimentación de sus criaturas. En vuestro caso, una alimentación vegana. ¿Han encontrado trabas?
Rocío: Sí, por desgracia. A nadie nos dan a elegir nuestra alimentación. Tú siempre crías a tus peques en tus valores, en tus principios éticos y morales. Las madres y los padres siempre hacemos lo que creemos que es mejor. ¿Por qué se tiene que cuestionar nuestra alimentación, que está intrínsecamente ligada a nuestro posicionamiento ético, político y moral?
Pablo: Los sistemas que están considerados ‘lo normal’ invisibilizan otras alternativas. El carnismo no se nombra como un sistema porque es lo normal, pero no deja de ser un sistema político y ético, de la misma forma que lo es el veganismo. Al considerarse normal, natural y necesario se invisibilizan las estructuras que lo sostienen.
¿Qué experiencia han tenido, por ejemplo, con la pediatra de sus hijas?
Rocío: Nosotras entendemos que la desinformación de los profesionales de la salud no es nuestro problema. Hace ya 30 años que desde la mayor asociación de nutricionistas de Estados Unidos y de Canadá, después de muchísimos estudios, dijeron que las dietas veganas y vegetarianas bien planificadas son aptas para cualquier etapa de la vida. Muchos organismos la defienden y la avalan. La desinformación no nos da la seguridad que tendría que darnos un profesional sanitario, pero nuestra pediatra es veggie friendly. Ha apoyado siempre nuestra alimentación porque sabe que nuestras hijas están sanas.
¿Y en los colegios?
Pablo: Ha sido fácil también. Por suerte o por desgracia, nuestras circunstancias han ido cambiando y las niñas han pasado por varios colegios. En tres de ellos conseguimos que se ofreciera un menú vegano y, en otro, nos dieron la opción de que llevasen su comida. Nunca han comido comida que no fuera vegana en ningún colegio.
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