Entrevista a Samir"El papel de la mujer sigue siendo precario hoy, incluso en los círculos progresistas de Irak"
Madrid--Actualizado a
El cineasta iraquí refleja en el thriller My Beautiful Baghdad la realidad de los exiliados árabes en Europa hoy. Es una mirada moderna al exilio en la que se denuncia la violencia, el racismo, la xenofobia, el machismo, la homofobia… que desgraciadamente comparten Oriente y Occidente hoy.
Europeos racistas y xenófobos, policías que se ceban con los árabes, árabes homófobos, hombres que maltratan a las mujeres, occidentales que desprecian a los orientales, ignorantes de las culturas de otros mundos… radicales ultraderechistas y radicales islamistas… es el retrato de la fea realidad de hoy en la que se instala la acción de la nueva película de Samir (Samir Jamal al Din), My Beautiful Baghdad.
Thriller ambientado en Londres, "centro de la diáspora iraquí en Europa", el filme es una mirada moderna al exilio desde el ojo intuitivo e inteligente de este cineasta exiliado en Suiza desde su infancia, profundo conocedor de la tradición cultural iraquí, defensor de los Derechos Humanos desde el arte y hegeliano convencido que sigue "creyendo en el buen espíritu del hombre en aras de un mundo mejor".
Una agresión violenta por parte de un grupo de fanáticos religiosos desencadena una serie de acontecimientos que afectará a la vida de los exiliados iraquíes que se reúnen cada día en el café Abu Nawas. Pertenecen a distintas generaciones, unos son artistas, otros intelectuales y trabajadores comunistas, otros son homosexuales, mujeres… Samir conoce a todos, son mujeres y hombres con los que ha crecido y con los que comparte su vida.
¿Cuál es la situación hoy de los exiliados iraquíes en Europa?
Hay entre 4 y 5 millones de iraquíes en la diáspora, la mayoría en Inglaterra, Suecia y Alemania. La película se desarrolla en Londres porque es el centro de la diáspora iraquí.
En la película hay tres generaciones de exiliados…
Porque ha habido tres olas de exiliados. La de los comunistas que lucharon contra la dictadura de Sadam Hussein, la segunda ola, durante el embargo que duró hasta 2003. La mujer joven pertenece a ésta, ella finge que es una refugiada cristiana, porque muchos cristianos salieron de Irak. Y la tercera, a partir de 2015, en la que huyeron muchos homosexuales.
Después del 11-S, se pusieron las cosas más difíciles para todos ellos. ¿Sigue igual hoy?
Europa vive una ambivalencia, una sociedad moderna pero con grupos cada vez más reaccionarios, la Europa de mentes abiertas y la de los ultraderechistas y racistas. Pero esa es la realidad general en el mundo. En el islamismo pasa lo mismo.
Ya, pero en Europa ¿la vida de los exiliados es peor ahora?
La situación ha empeorado para ellos en Europa, sí. En la película se ve esa realidad, si eres exiliado, te tienes que adaptar muy rápido para sobrevivir. Aunque yo bromeo y a la gente de derechas les digo que no están integrados, "nos estáis en la sociedad moderna global, nosotros, sí", la realidad es que la vida de los refugiados es muy difícil. Los refugiados están en todas partes hoy. La mayoría es de clase media, bien formados, y para ellos es difícil porque socialmente han caído y aunque pudieran mejorar, todos saben que tienen un techo.
¿Y se pueden encontrar a sus torturadores por la calle, como en la película?
Sí, eso ocurre con los torturadores del régimen de Sadam Hussein. Ante situaciones así siempre hay dos opciones claras, la de acudir al Tribunal Internacional que vela, se supone, por los Derechos Humanos, y la de luchar por la justicia social que ya está prevista en los Derechos Humanos. El problema es que hoy hay un rechazo claro a las dos opciones por parte de los países y los partidos ultraderechistas que no quieren seguir esas vías y normas.
Y a pesar de todo ¿usted es optimista?
Soy hegeliano, seguidor de Hegel filosóficamente, sigo creyendo en el buen espíritu del hombre en aras de un mundo mejor.
Pero es consciente del crecimiento del neofascismo, ¿verdad?
Pero teníamos a Trump y ya no, ha ganado la gente que quería ser decente. En Alemania hay un alejamiento de los países extremistas. En Suiza, donde se inventaron los partidos populistas racistas, estoy viendo un giro hacia una sociedad más abierta.
En la película apunta que la solución pasa por el intercambio cultural.
Sí y éste tiene que empezar en las escuelas, en el día a día, y la labor de los periodistas en esto es muy importante. Nos toca trabajar a todos en esto. Conozco muchos intelectuales árabes que rechazan todo lo occidental y eso no me gusta. No creo que haya homogeneidad en ninguna cultural. La historia de la humanidad es una historia de intercambio, es un proceso dialéctico. Sin cultura, el mundo es muchísimo más pobre.
En el centro de la historia, un poeta comunista, una mujer y un joven homosexual.
El primero estaba en mi propia familia. En cuanto al joven gay, es uno de los tabúes del mundo árabe, el de la orientación sexual. El mundo árabe es profundamente homofóbico. Y en cuanto al papel y la posición de la mujer sigue siendo precario hoy, incluso en los círculos progresistas de Irak. La mujer es mi pregunta y mi tema principal en la película, a ella le doy la última palabra.
¿Qué quiere decir?
Creo que el corazón del movimiento reaccionario contra la modernidad sigue pensando que las mujeres son inferiores. Y yo, de verdad, creo que lo más importante hoy en el mundo es el feminismo. Si podemos conseguir ese cambio, en el mundo todo irá mucho mejor.
El personaje de la mujer iraquí comunista no se ha visto nunca antes en el cine, ¿sale de alguien real?
Esta persona es mi propia proyección en la película, pero también es un personaje construido en parte a partir de una tía mía, curiosamente, la única que no formaba parte del partido comunista en la familia. Pero se burlaba todo el rato, hacía chistes, reía constantemente… y eso sería lo ideal, tener ese gran sentido del humor.
También aparecen en la película mujeres en programas antiguos de la televisión ¿por qué?
Quería demostrar también al público árabe que en los cincuenta ya estábamos en la vía de la modernidad. La mujer entonces cantaba sin velo canciones modernas con instrumentos modernos, creadas a partir de antigua música árabe. Es importante esa parte moderna que no olvida las tradiciones.
Volviendo a los exiliados hoy en Europa, ¿cómo es el trato que reciben de la policía?
No es bueno. Y nosotros sabemos que tenemos un problema real con las fuerzas de seguridad, son grupos que se rigen por ideologías y estereotipos muy atrasados. Recuerdo muy bien después del 11-S al FBI buscando a personas que supieran árabe, ellos no hicieron los deberes, fueron a buscar ayuda a las mezquitas y entraron sin quitarse los zapatos.
¿El desprecio occidental?
Sí. Hay países como España, Inglaterra o Suiza que se han construido con una mentalidad basada en imperios y en la supremacía blanca y lo tienen tan dentro que ni siquiera son conscientes de ello. Después de siglos ha calado demasiado en ellos.
¿Qué siente usted hoy como exiliado?
Primero, estoy agradecido y me siento afortunado por haber crecido en Suiza. Creo que no hubiera sobrevivido en Irak con las guerras, la dictadura, la violencia… Por otra parte, me alegro de haber tenido mi infancia en Irak, una infancia mimada en la que tuve de todo social y culturalmente. Lo que hice fue coger eso y colocarlo en mi cine. Me siento orgulloso de haber tenido la habilidad de crear algo nuevo a partir del rechazo de mi propia herencia.
Y, ¿sigue convencido de la necesidad de hacer cine político?
Bueno, soy director y tengo una productora, tengo que pensar qué vale la pena priorizar. Como director tengo dos películas en mente, una es el Cambio milagroso de la clase obrera hasta convertirse en extranjeros y ahí hay una parte de historia española, los obreros que fueron a Suiza en los 60 y 70. Ellos han cambiado, pero también ha cambiado la sociedad. Es documental. Y en la ficción, tengo una historia de racismo y prejuicios. Es la primera novela de James Baldwin, escrita en 1953 en un pequeño pueblo alpino en Suiza. Se fue allí para no enfrentarse con el racismo estúpido y cotidiano de la gente corriente y porque su amante era de allí.
Hablando de intolerancia y volviendo a la película, el predicador islamista radical es un tipo inteligente, bastante seductor, aparentemente moderno… ¿conoce a alguno así?
Muchos son así, quería mostrar que los extremistas hace tiempo que dominan el lenguaje del marketing globalizado y se han convertido en una especie de culto.
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