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Eme DJ: "Hacer público que sufres ansiedad es un suicidio laboral"

Eme DJ, en un fotograma del corto documental 'Miedo al miedo'.
Eme DJ, en un fotograma del corto documental 'Miedo al miedo'. N3 Films

Marta Fierro (Monforte de Lemos, 1982) es una de las DJ más reputadas de nuestro país, donde ha pinchado en los festivales más importantes. Los lectores de Rockdelux la consideraron la mejor del año en tres ediciones, entre otros reconocimientos que consolidaron su prestigio en la escena indie, pop y dance. También da clases y recientemente ha publicado Cómo ser DJ. El manual (Bala Perdida). En su primer libro, Mamá, quiero ser DJ, abordó la ansiedad que sufre y, desde entonces, lucha para que las enfermedades mentales dejen de ser un tabú. Por eso, Eme DJ no dudó en protagonizar el corto documental Miedo al miedo, dirigido por Menchu Esteban, que se acaba de estrenar en el Festival de Cine de Sevilla.

Sufrió su primer ataque de ansiedad a los 23 años, justo antes de una actuación. Incluso le ha impedido pinchar en alguna ocasión. ¿Cómo ha hecho para sobrellevarlo?

He recurrido a la medicación, a la terapia, al deporte y a un montón de parches. El mayor problema para mí era tener que cancelar una actuación, porque pinchar —lo más importante en mi vida— me permite ser quien soy. Así he aguantado muchos años de depresión, llevándolo como podía, buscándome la manera de sentirme más segura antes de un bolo.

Así, de repente. Antes…

Siempre he tenido traumas infantiles, porque mis padres proyectaron en mí sus inseguridades y miedos, como les pasa a todos los niños. Estuve en varios internados desde muy pequeña —porque mi madre tenía que trabajar hasta en dos sitios para poder sacarme adelante— y no aprendí a gestionar muchas emociones, tanto de autoestima como de comportamiento hacia los demás. Cuando fui creciendo, me tuve que enfrentar a situaciones que no sabía afrontar. Por ejemplo, si alguien que me gustaba me daba la mano o se acercaba a mí, me ponía a vomitar de la angustia que me daba. Ahora me río, pero en su momento lo pasé fatal. Me costaba mucho relacionarme.

¿Qué edad tenía?

Comenzó a los 23 años, cuando salí del armario y empezaba a pinchar profesionalmente. No sabía qué me pasaba, pero mi cuerpo se ponía rígido, sudaba, vomitaba... Era como tener un alien en el estómago y acababa casi siempre en urgencias para que me pusieran calmantes y oxígeno. Luego empezó a pasarme de forma generalizada casi cada día. A veces no me atrevía a salir de casa por miedo a que me diera un ataque de pánico, así que empecé a evitar un montón de cosas, situaciones o personas.

¿Cree que entonces seguía habiendo prejuicios, tanto ajenos como propios?

Yo no era consciente de lo que era un trastorno mental, ni la ansiedad, ni la depresión. Tenía un malestar físico que somatizaba algo emocional, pero no sabía cómo gestionarlo y me desesperaba tanto que dejé de hacer cosas. Tardé en encontrar un psicólogo adecuado que me ayudase a llevar todo eso.

En ese sentido, denuncia que la sanidad pública no cuenta con recursos suficientes para atender a los afectados. Para muchos, pagarse un psicólogo es un lujo.

Un tratamiento no consiste en que te vea un profesional media hora cada tres meses. No había un seguimiento. Los terapeutas son muy importantes, aunque me he llegado a gastar 250 euros al mes en un psicólogo. Para mí era prioritario, pero también un lujo.

Habla sin tapujos, aunque lamenta no haber tenido referentes que visibilizasen el problema.

No sabía ni qué era la ansiedad, ni quién la sufría. Lo afrontaba desahogándome en redes sociales. No supe realmente lo que me pasaba hasta los 32 años o así, cuando hice match con un psicólogo que me ayudó de verdad.

¿Percibe que su mensaje le ha servido a alguien?

Hay personas que no me conocían y se han identificado conmigo, me han escrito y contado sus historias. Pero yo tampoco soy psicóloga, lo único que hacía era animarlas a pedir ayuda a algún médico o terapeuta. En cambio, con mis amigos o mi familia he tenido más problemas. Entiendo que para ellos era muy duro aguantar mi problema y no sabían cómo ayudarme. Eso provocaba que se empezasen a hartar un poco de la situación o que no contasen conmigo para hacer cosas.

¿Cómo se puede ayudar a un amigo? ¿Cómo debe actuar la gente que lo rodea?

No estoy segura, porque cada persona es un mundo. Personalmente, hay gente que me calma por su forma de ser y otra que, pese a buscar lo mejor para mí, no me calma. Es una putada, porque parece que estás eligiendo mal a las personas, y muchas veces mis propios amigos se sienten culpables o responsables de mi estado.

"Creo más en la meritocracia que en la paridad"

A mí me funciona que me dejen tumbada y que sigan a sus cosas. Si están pendientes de mí, es como darle fuerza a la ansiedad para que me hagan caso o llamar la atención.

Pese a todo, debido a su profesión, se ve obligada a dar la cara. Y la sobreexposición en la cabina y en las redes no ayuda.

Imagínate que eres un médico que, después de operar durante cinco años, de repente siente aversión a la sangre. Cuando empecé a pinchar, disfrutaba mogollón, pero luego hubo unos avisos. Cada vez mi ansiedad era por más motivos y yo cada vez evitaba más cosas. Hubo una temporada que me resultaba imposible comer. Lo vomitaba todo. No podía subir sola a un avión. A veces no era capaz de levantarme de la cama. Ahí ya fue cuando empecé con la depresión.

Pero el postureo no ayuda…

A mí Instagram me ha jodido mucho, porque me comparaba con todo el mundo y todo el mundo estaba siempre mejor que yo —o era lo que yo percibía—, y tampoco se me da bien dar una imagen de alguien que no soy. No sirvo para aparentar, la verdad. Se me nota mucho.

¿Cree que las redes sociales son dañinas?

No. Depende del uso que hagas de ellas. Son una herramienta útil, pero si tu vida depende de ellas es una condena.

Eme DJ, en un fotograma del corto documental 'Miedo al miedo'.
Eme DJ, en un fotograma del corto documental 'Miedo al miedo'. N3 Films

"A mayor ego, menor autoestima".

Lo he dicho y creo que es cierto.

¿No resulta paradójico tener el ego subido y al mismo tiempo una baja autoestima?

No es contradictorio, porque el ego es la percepción que yo tengo de mí y la autoestima es la percepción que los demás tienen de mí. O sea, cómo me veo yo y cómo creo que me ven los otros.

¿Cree que sus inseguridades son producto de la separación de sus padres?

No, son producto de mis padres, familia, entorno, educación... aunque la separación tuvo mucho que ver. Mi padre prácticamente pasó de mí y mi madre tuvo que sacarme adelante sola. Y yo, como veía a mi madre mal con mi padre, pensaba que tener pareja era malo. Eso lo aprendes así y terminas teniendo relaciones tóxicas con todo dios, porque lo que has mamado de pequeña es que las relaciones son tóxicas. Bueno, hasta que te das cuenta y decides aprender a relacionarte de manera sana.

¿Cómo ha cambiado la escena desde que empezó a pinchar?

Todavía no se nos ha reconocido la importancia que le damos los DJ a que la gente se lo pase bien. Aún estamos limitados al ocio nocturno, alcohol, drogas, juerga... Para mí compartir música ha sido la manera de expresarme y de convertirme en una mejor persona. Vivir de ello ha sido un paso más. La escena y la tecnología van evolucionando, la música y las modas también. Es un trabajo muy de investigar música y eso me gusta.

¿Y cómo ve la evolución de las mujeres en el sector?

Siempre me he sentido DJ, no una mujer DJ. En todo caso, hay más chicas que antes, pero también en el indie o en el fútbol. La escena no ha cambiado, simplemente a la gente le llama menos la atención ver a una chica pinchando.

¿Hay menos machismo?

Depende de con quién trates. Es cierto que sigue habiendo más promotores hombres, pero no significa que haya machismo. La sociedad es machista, aunque hemos avanzado mucho. Me preocupa más la violencia de género contra las mujeres que el techo de cristal, porque creo más en la meritocracia que en la paridad. Es más justo que alguien encuentre un trabajo porque sabe hacerlo bien, independientemente de su sexo.

"Se tolera mejor ver a un DJ drogado que a otro jodido por un problema mental o emocional"

Claro que el feminismo es importante para concienciar, porque la opresión histórica de las mujeres es una verdad irrefutable y aún existen países donde hay muchísimo que hacer por su libertad. Ahora bien, no creo que en España haya machismo en las cabinas.

Hay otros problemas, como las personas que trabajan gratis por visibilidad.

Claro, pero eso pasa en todas las profesiones artísticas. Incluso yo misma lo he tenido que hacer en alguna ocasión.

Respecto al estigma de padecer ansiedad, ha comentado que un empresario o un promotor pueden contratar sin problema alguno a una persona con problemas de drogadicción, pero no ven con buenos ojos que sufra ansiedad.

He visto a DJ hasta el culo de MDMA subirse a un avión para ir a pinchar, llegar al club, seguir metiéndose y luego irse de after con el promotor. Sin embargo, a mí me han dejado de llamar por tener una actitud más profesional y no drogarme, mientras que a ellos los han seguido llamando. Que la gente haga lo que quiera con su cuerpo, me da igual. Pero sí, se tolera mejor ver a un DJ drogado que a otro jodido por un problema mental o emocional.

Cuando hizo público que tenía ansiedad, el teléfono empezó a sonar menos.

Sin duda, hacerlo público es un suicidio laboral. Muchos sitios a los que iba, donde había tenido algún síntoma de ansiedad, me dejaron de llamar. Pero lo entiendo, claro. Yo era una bomba de relojería.

Tras años de experiencia, ha visto que el pánico escénico es un mal extendido entre otros músicos y artistas.

Sí, pero no quieren que se sepa ni hablar de ello, porque lo ven como una debilidad y tienen miedo de que se le cierren las puertas. Yo intenté sacar adelante un podcast sobre salud mental con artistas, youtubers o influencers, y nadie quiso dar la cara. Menos mal que amigas como Zahara han hecho públicas sus movidas y normalizado ir a terapia, lo que ha ayudado a visibilizarlo. Es una tía increíble y con un gran talento. Esos pequeños gestos son importantes, pero sigue siendo difícil que los artistas se expresen al respecto, porque lo ven como una amenaza.

¿El rock ha muerto o se está muriendo?

Para nada. Lo que pasa es que las líneas entre los géneros y las etiquetas ya son muy finas y se entremezclan, de modo que ahora en el rock también se empieza a usar el autotune, que venía del trap. Todo evoluciona. El rock nunca va a morir.

Pero si se fija en la edad del público de un concierto de rock…

En mi trabajo, soy consciente de que mi target casi siempre es más joven que yo, por lo que intento llegar a ellos, a los de mi edad y a los mayores que yo. Pincho para todos.

Eme DJ protagoniza el documental 'Miedo al miedo', dirigido por Menchu Esteban.
Eme DJ protagoniza el documental 'Miedo al miedo', dirigido por Menchu Esteban. N3 Films

Recientemente ha escrito Cómo ser DJ. El manual (Bala Perdida) y sigue dando clases.

En enero empezaré a dar clase otra vez en una academia de Alcorcón y me hace mucha ilusión, porque me ayuda a transmitir lo que sé a la gente que le gusta la música. En cuanto al libro, está dirigido a alguien que quiere aprender a pinchar: "Así hago yo mi trabajo". Es un manual. Me encanta compartir lo que sé sobre ser DJ.

Aunque lo deja claro en su libro, ¿qué le recomienda a alguien que comienza?

Que escuche un montón de música y, sobre todo, que aprenda a escuchar música. Eso es un ejercicio como cualquier otro. Igual que un ciclista tiene que pedalear mucho, para ser DJ debes entrenar el oído. Yo escucho música entre cinco y ocho horas al día, al menos cuatro días a la semana. Siempre investigando para ver con qué me puedo quedar. Tirando del hilo.

¿Que una pinchada salga bien depende más de usted o del público?

Depende más de mí, porque la responsabilidad es mía. Mi trabajo es hacer que se lo pasen bien.

¿Y si el público es un poco hueso?

Tienes que aguantarte, seguir hacia adelante y disfrutar. A lo mejor la gente no baila, pero le está gustando la música. No puedes venirte abajo, porque si te frustras empiezas a pinchar cosas muy locas. Me pasó cuando la gente estaba sentada y no se podía bailar, que me faltaba ese feedback.

Con la reapertura de las salas, se multiplicarán las sesiones y…

Todo el mundo quiere volver a pinchar. Hay salas donde no hay hueco y más de un DJ está bajando su caché, mientras que algunos empresarios alegan que no tienen pasta para pagarnos menos: ¿qué hago?, ¿me bajo los pantalones o no?

Esa queja o excusa trasciende la pandemia.

Siempre ha existido, pero entiendo que ahora hay que arrimar el hombro. Los que hemos estado siempre ahí necesitamos que se nos apoye, por lo que debemos ajustar los cachés. Ahora que quiero pinchar, la pasta no va a ser un impedimento. Aunque hay gente que no me llama porque piensa que cobro mucho… [risas].

Antes aludía, fuera de micrófono, a los horarios intempestivos de los DJ, que hacen mella en la salud.

He visto a muchas personas que han tenido que dejar la noche o incluso de pinchar porque no podían llevar ese ritmo. Yo misma dejé de beber alcohol hace diez años porque cada vez la resaca era peor.

¿Qué se ve haciendo dentro de diez o quince años?

Espero seguir pinchando, aunque no me gusta pensar en el futuro. Simplemente, hago otras cosas relacionadas, como producir, escribir libros o dar clases.

Eme DJ, en un fotograma del corto documental 'Miedo al miedo'.
Eme DJ, en un fotograma del corto documental 'Miedo al miedo'. N3 Films

En Cómo ser DJ. El manual saca a relucir el síndrome del impostor. ¿Cree que es mayor en las mujeres?

Mira a Aramís Fuster, que ha salido diciendo que va a refutar la teoría de la relatividad de Einstein. Ya me gustaría tener su autoestima [risas]. En todo caso, el síndrome del impostor me suena a excusa, o sea, a una falsa cura de humildad. No digo que no exista, porque podemos sentirnos así, pero me parece una especie de trampa que nos ponemos nosotros mismos.

El cine y el teatro comienzan a respirar, pero el sector de la música ha recibido un gran palo.

Sí, porque aquí la música está asociada al ocio. No está protegida, como en otros países. En España, a nivel cultural estamos muy atrasados. Si dices que eres DJ, la gente piensa en David Guetta, porque es una estrella, o en Kiko Rivera, porque viene de la farándula y sale en los programas del corazón. Eso está en el imaginario colectivo de gran parte de la gente.

Sin embargo, se pasó de darle la espalda al DJ a mirar hacia él.

Eso fue gracias a un público minoritario que apreciaba la cultura de club. Iba a escuchar música y a bailar, pero hoy la mayoría va más a vivir una experiencia en un festival que a ver a un DJ. A la gente que va pedo le da igual quién está pinchando. Se lo pasa bien, aunque no está valorando al DJ.

Ahora le llega otro reconocimiento, como protagonista del cortometraje documental Miedo al miedo.

Menchu Esteban, la directora, me había visto pinchar y se leyó mi primer libro, Mamá, quiero ser DJ, donde en un capítulo escribía sobre la ansiedad. Le gustó y creyó que ahí había una historia que había que contar. Además, presenció unos cuantos ataques de pánico míos. Entonces empezó a acompañarme cuando pinchaba y a grabarme para el documental en plena depresión.

El documental es muy sutil.

Se me ve mal, porque estaba deprimida, pero no salgo llorando, ni sufriendo. Mucha gente me ha echado en cara que no se vea algo de chicha, aunque no se trataba de grabar algo morboso, sino de reflejar cómo vivo los momentos previos a una sesión.

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