Entrevista a Alejandro Landes"La ley de la selva no se vive solo en la selva"
Madrid-
El cineasta presenta en Monos, a través de la historia de ocho niños guerrilleros en un campamento, una fábula sobre la humanidad desquiciada que forma parte de la guerra. Premio Especial del Jurado en Cannes, es una obra política que conmociona profundamente.
Obligados a la violencia y víctimas de ella. En los conflictos armados que hay en todo el mundo se calcula que existen unos 300.000 niños y niñas soldado, según UNICEF. En primera línea, como soldados suicidas, esclavos sexuales, o como cocineros o mensajeros, todos han perdido su infancia y jamás podrán recuperarla. El cineasta colombiano Alejandro Landes se pregunta en Monos, una fábula que se mueve entre la realidad y el delirio, qué pasa con estos niños y, sobre todo, por qué la especie humana se empeña en volver una y otra vez a los mismos infiernos.
Premio Especial del Jurado en Cannes y presente en el Festival de San Sebastián, el tercer largometraje de Landes ha conseguido encender a la opinión pública colombiana que no se decide sobre si la película es una maniobra comunista o de la extrema derecha. Sin nombres de lugares ni fechas ni otra cosa más que apodos para los personajes, Monos es, sin duda, una obra política que trasciende etiquetas ideológicas y que desde lo cinematográfico consigue una conmoción profunda.
Protagonizada por adolescentes debutantes, y con la participación del ex guerrillero de las FARC Wilson Salazar Sánchez, alias 'el enano', y de la actriz americana Julianne Nicholson, el filme es una alegoría que revela una realidad tan deforme que termina abocada a lo surreal. Ocho niños guerrilleros, apodados los 'monos', a las órdenes de un sargento paramilitar, deben cuidar a una doctora americana a la que tienen como rehén.
Es el retrato de una juventud desequilibrada que camina directamente hacia la destrucción propia y del futuro, la revelación de la tendencia violenta del ser humano desquiciado. "Es mi deber como artista, tengo que colaborar en el debate sobre la violencia que se está produciendo en el mundo, tratar de explicar por qué somos tan violentos", dice Landes, que transita por los mismos territorios que abrieron William Golding y Conrad en El señor de las moscas y El corazón de las tinieblas.
Esta no es una película sobre los niños en la guerra o no solo…
No. Los chicos me ayudaban a dar una nota de esperanza, a hablar del futuro, de lo que se viene, y sobre todo generar una gran pregunta, ¿quiénes queremos ser, hacia dónde vamos? Tener gente joven nos ayudaba a hablar del futuro. Obviamente, esta no es una película que intente decir que los niños no tienen un lugar en la guerra, eso es algo muy simplista y yo no hubiese dedicado años de mi vida a contar una obviedad. Quería ir varios pasos más allá y decir: "Bueno, ya en esta situación, ¿qué pasa con estos niños?".
La película sucede en una selva que podría ser o no la colombiana. ¿No quería que se identificara con el conflicto de su país?
La película lo que quería era un lugar y un no lugar, un ser y no ser. Se permite generar una fábula apropiándose de iconografías reales: los uniformes, los códigos, las formaciones... Se trataba de crear un ejército imaginario que podría estar o no en Colombia. Quería profundizar más en la naturaleza humana que en un conflicto ideológico o estructural.
Hay momentos en que parece que para los chicos es casi un juego estar ahí ¿es así?
Sí, hay momentos en que ven la guerra como un juego más. Lo que ocurre es que es un juego muy salvaje, pero perfecto para responder a esas preguntas que debemos hacernos como sociedad.
Por otro lado, ¿hay algunos que desarrollan cierto gusto por la guerra?
La guerra por razones históricas nos hace sentir cómodos. A veces la guerra forma parte de nosotros. Esto es una ventana vertiginosa al ser humano como animal social y como animal político. Los personajes son interesantes porque permiten mostrar el juego de poderes y la dinámica de poderes que se establece entre ellos. Entre ellos se ve cómo desean ser amados, cómo se delatan, cómo se quieren… Todo esto podría suceder en el patio de un colegio. La ley de la selva no solo se vive en la selva. Hace unas semanas leí en New York Times una noticia de un chico de dieciocho años que se había ido a luchar a Afganistán. Llega con toda la inocencia, pero con ganas de pelear. Esa noticia podría haberse referido a uno de los 'monos'.
¿Los personajes tienen doble cara, son adolescentes y son niños soldados?
Así es. Toda la película es más sobre preguntas internas que se hacen ellos, más que nosotros sobre ellos. Por una evidente cuestión moral, los niños no deberían estar en la guerra. Eso es una premisa de que algo está muy mal, pero yo quería ir más allá. Estos chicos se hacen preguntas muy importantes. Hay muchas películas que cuentan cómo llegaron a esa situación los niños soldados y siempre son para dar lástima. Aquí, los personajes nos ayudan a hablar del futuro. En realidad hay un juego de espejo entre los dos conflictos, el de la guerra y el de la adolescencia.
El instructor es un enano y usted ha rodado una fábula, ¿qué significa esa figura?
Es una figura icónica en las fábulas, se podría hablar de Blancanieves y los siete enanitos. El enano es el mensajero, es un tipo que transmite cierta fuerza, fisicidad.
No hay apenas detalles de los personajes de los chicos, ni siquiera hay intención de que el público empatice con ellos.
Esa era una apuesta de la película. En la narrativa clásica navegas por la historia a través de un héroe, aquí el punto de vista es más sinuoso. Lo más difícil para nosotros, acostumbrados a esa narrativa clásica, es la presencia del momento, no es el pasado, no tenemos datos, los chicos no tienen apellidos, solo nombres de guerra. Es todo un juego, el espacio tiene un uso negativo y otro positivo. Un edificio que se cae o un monumento con su placa o… todos son igual de válidos para provocar la misma sensación.
¿Sensación también de conflicto?
El conflicto no se resuelve, se trasciende. Esto es cine político.
¿El bien y el mal?
Por eso son tan exitosas las películas de la II Guerra Mundial, porque las líneas morales están muy claras. Hoy eso en Siria no existe, no está tan claro. El concepto de qué es ganar tampoco está claro. Así que ésta es una película de guerra donde no se sabe qué es ganar y que está contada desde la retaguardia. En Colombia, las líneas de batalla siempre han sido más borrosas y hay muchos frentes. Las líneas morales en los conflictos de hoy son confusas y oscuras.
¿Cómo ha sido la reacción en Colombia, un país con una historia larga de conflicto armado?
Ha sido un estreno brutal y ha generado muchísima polémica. Han ido a ver la película 250.000 espectadores, ¡una película así de radical! Es importante porque también demuestra hacia dónde vamos en Colombia. Aquí no se dice que sea nuestra guerra ni si somos nosotros. Para unos es una película para comunistas, otros dicen que hace propaganda de extrema derecha. El periodista y escritor Héctor Abad Faciolince ha dicho que es la mejor película en la historia del país, mientras que en la revista semanal de cine le han puesto dos de cinco estrellas.
Mucha gente critica a los artistas que encuentran belleza en el horror. Usted lo hace con ‘Monos’.
La flor de loto crece en el lodo, dicen los budistas. Todo esto nace de algo real. Las personas secuestradas en Colombia han dicho que estuvieron en el lugar más bello del mundo y sin embargo era una cárcel infernal.
El propio rodaje parece que fue un viaje al horror ¿no?
Nos llevamos y yo llevé a la gente al extremo, pero descubrí muchas cosas. Hubo gente que salió del rodaje en ambulancia. Yo salí de la selva en camilla. No sé si llegué a ver el horror, pero desde luego me acerqué mucho. Después de un día de mucha lluvia, en una escena esencial de la película, escuchamos un ruido y un árbol de veinte metros cayó a los pies de los chicos, no les mató por centímetros. Pasó de todo y no pasó nada. Pero ellos vieron la muerte.
No hay singularidades entre sus personajes, ¿era parte de ese juego?
Bueno, es que los seres humanos somos una especie más, aunque nosotros pensemos que somos una especie más elevada que otra. El protagonista de Monos es ese grupo, esa mini sociedad. Mi intención es mostrar quiénes somos como especie. También quería que cada uno fuera real, pero el verdadero protagonista es la manada.
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